CUANDO SE ENFRENTE A LA MALDAD-2
Extracto del libro
“Todavía Remueve Piedras”
Por Max Lucado
Publicado por:
Edgardo Tosoni
Devocionaldiario.org
En vano busco la
costa. Está cubierta por la niebla. Busco el sol, está escondido en las nubes.
Busco otras embarcaciones pero sólo veo olas. Todo lo que veo me asusta. Sólo
una cosa me da seguridad, el rostro de mi padre. Salpicado de lluvia y con
expresión tensa, tiene la vista puesta en la tormenta. El agua chorrea de la
visera de su gorra y su camisa está adherida a su piel.
En ese momento tomé una decisión. Dejé de mirar a la
tormenta y sólo observaba a mi padre. Eso tenía sentido. El observar las olas
me producía temor; el ver a mi padre me producía calma. Así es que centré mi
atención en él. Tan intensa fue mi contemplación que a tres décadas del evento
aún puedo verlo guiándonos fuera del oleaje.
Dios quiere que hagamos lo mismo. Quiere que enfoquemos
nuestra vista en Él. ¿En qué nos beneficia centrar la atención en la tormenta?
¿Por qué estudiar al enemigo? Nosotros no seremos quien lo derrote. Sólo Dios
lo hará. Los discípulos no pueden destruir a Satanás; sólo Dios puede hacerlo.
Y eso fue lo que hizo Jesús. Mientras observan los
sorprendidos discípulos, Jesús entra en acción y Dios libera a un lunático. Los
cerdos son poseídos por los demonios. Y de un cementerio surge un discípulo.
¿Historia extraña? Espere. Aún no se ha terminado. Si
le parece rara la reacción de los demonios, espere hasta ver la de la gente.
Los que apacentaban a los cerdos corrieron hasta la ciudad y dijeron a todos lo
que habían visto. De modo que la gente fue al lugar para comprobar lo que se
les decía: Marcos 5.15–17.
¿Hicieron qué? Comenzaron a rogarle que se fuera de sus
contornos.
¿Se refiere a que la gente le rogaba a Jesús que se
fuera? Así es. En lugar de agradecerle, ¿lo echaron? Usted lo ha dicho. ¿Qué
los llevaría a hacer semejante cosa?
Buena pregunta. ¿Qué cosa haría que la gente prefiriera
cerdos y lunáticos en lugar de la presencia de Dios?
O mejor aún. ¿Qué cosa haría que un alcohólico
prefiriese miseria ebria en lugar de sobriedad?
¿Qué llevaría a una iglesia a preferir el sueño antes
que el avivamiento?
¿Qué conduciría a una nación a preferir la esclavitud
antes que la libertad?
¿Qué cosa haría que la gente prefiriese las tradiciones
del ayer en lugar del Dios viviente de hoy?
¿La respuesta? El temor al cambio. El cambio significa
trabajo duro. Es más fácil seguir en la misma huella que lanzarse a los
territorios desconocidos.
Y así fue que la gente echó a Jesús. Y como Jesús nunca
va a donde no es invitado, vuelve a entrar en la barca.
Ahora observe lo que sucede a continuación. Al entrar
Él en la barca, el que había estado endemoniado le rogaba que lo dejase estar
con Él. Más Jesús no se lo permitió. (Marcos 5.18–19)
Extraño modo de tratar a un nuevo creyente, ¿no le
parece? ¿Por qué no quiso llevarlo Jesús? Simple. Tenía planes mayores para él.
«Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho
contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti» (v. 19).
Ahí está. El envío del primer misionero. Un minuto
antes demente, después en Cristo. Sin entrenamiento. Sin enseñanza. Lo único
que sabía era que Jesús podía atemorizar a las huestes del infierno y
aparentemente eso bastaba.
Pero lo que sorprende aún más del hombre que fue
enviado es el hecho de que siquiera alguno fuese enviado. Yo no habría enviado
a un misionero a unas personas que acababan de echarme a patadas, ¿y usted? Una
plaga tal vez, pero no un misionero. Pero Cristo sí lo hizo.
Y Cristo lo hace. Aún hace llegar el mensaje a los que
no lo merecen. Y sigue utilizando a los indignos como mensajeros.
Después de todo, mire quién está leyendo este libro. Y
vea quién lo escribió.
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo
Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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