¿QUÉ ES LO QUE DEBEMOS ARROJAR FUERA DE NUESTRAS VIDAS?
Fuente:
(J. Mª V. M)
iglesiaevangelicaelalfarero.com
“Entonces
mandó el rey...que sacasen del templo de Jehová todos los utensilios que habían
sido hechos para Baal...y los quemó fuera de Jerusalén “(2ºReyes 23:4-16).
Es parte de nuestra cultura latina el guardar
en nuestras casas todo aquello que ya no nos sirve pensando -entiendo que
erróneamente-, que más adelante puede sernos de utilidad.
No
llego a comprender cómo algo que demuestra su inutilidad puede servirnos en el
futuro. Posiblemente, todos hemos heredado parte del pensamiento de la
posguerra, cuando las cosas se guardaban "por si acaso". O, tal vez,
todos tengamos algo del “síndrome de Diógenes”, aquel que -según interpretación
popular no muy acertada- se caracteriza por un afán acumulativo de grandes
cantidades de deshechos materiales en las casas. La verdad, es que vivimos
rodeados de cosas que ocupan, inútilmente, un lugar en nuestra vida cotidiana,
en menoscabo de aquellas que realmente sí deben de importarnos.
Nos
falta la determinación necesaria para desechar aquello que nos entorpece y
condiciona negativamente adquiriendo, de esta forma, un protagonismo que no
merece. En cierta manera, podemos considerarlo como “la dictadura del pasado”.
Esto mismo ocurre en la vida espiritual.
Muchos cristianos sienten nostalgia por aquellas cosas heredadas del pasado,
tales como vestimentas y costumbres de los pueblos sin Dios; juegos de azar,
horóscopos, aficiones no compatibles, fetiches, festividades, tradiciones
religiosas (primeras comuniones, bautizos, fiestas católicas),diversiones del
mundo, obras de la carne (Gálatas 4:8-11; 5:17-21) etc., y les cuesta
desprenderse de ellas, a pesar de las continuas advertencias del Señor por
medio de su Palabra (Efesios 4:22-32).
En
el texto inicial, encontramos al piadoso rey Josías, hijo del rey Amón (el cual
“hizo lo malo ante los ojos de Jehová” 2º Reyes 21:20), restaurando el templo
agrietado, entronizando la Palabra abandonada en su lugar, confirmando el pacto
de Dios y purificando la casa de Jehová de
imágenes impías y de utensilios contaminados que su padre había
introducido en el Templo, las cuales fueron quemadas sin contemplaciones (2º
Reyes 23:4-16) (complemento 29:15-19). Entonces, sólo entonces, se podría celebrar
la Pascua del Señor en ese lugar purificado y santificado (vers. 21-22).
Amado hermano, la Palabra nos confirma que
somos “templo del Espíritu Santo”, el cual está en nosotros (1ª Corintios
6:19); pero también nos interpela: "¿Qué acuerdo hay entre el templo de
Dios y los ídolos?" (2ª Corintios 6:16). Más adelante, exhorta:
“...limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la
santidad en el temor de Dios” (7:1). "Limpiaos, pues, de la vieja
levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois" (1ª Corintios
5:7) En tu confiada dejadez, posiblemente estés olvidando que “la noche está
avanzada, y se acerca el día" (Romanos 13:12).
Por
ello, todo aquel que tiene la esperanza de ver a Jesús “tal como él es...se
purifica a sí mismo, así como él es puro” (1ª Juan 3:2-3). ¿Te has decidido,
como el rey Josías, a arrojar al fuego aquellas cosas contaminadas, inútiles,
que tienes guardadas en tu corazón? ¡Hazlo ahora mismo en el nombre de
Jesucristo!
“Pero
cuántas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de
Cristo" (Filipenses 3:7)
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Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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