“¿A QUIÉN TENGO YO EN LOS CIELOS SINO A TI? Y FUERA DE TI NADA DESEO
EN LA TIERRA. MI CARNE Y MI CORAZÓN DESFALLECEN; MAS LA ROCA DE MI CORAZÓN Y MI
PORCIÓN ES DIOS PARA SIEMPRE.” (SALMOS 73:25, 26 RVR60)
Fuente:
Jesús Vázquez Toro (Fully-SUIZA)
Iglesiaevangelicaelalfarero.com
Al
empezar a leer estos versículos, no podemos dudar en mirar al cielo por un
momento y pararnos a ver su grandeza e inmensidad. Nuestros ojos desean verlo
todo, abarcarlo todo, pero no logran captar su gran esplendor. Sea de noche,
con sus brillantes estrellas, o de día con su bello y esplendente sol, no
podemos retener ni absorber toda su infinita belleza.
Pero
el salmista Asaf reconoce, después de contemplar esa maravillosa creación, que
sólo su Creador y Señor es el que se enseñorea en los cielos. Por ello, exclama
exultante: “¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti?” (v. 25)
Muchos y reconocidos poetas han cantado y
exaltado la magnificencia del cielo y las estrellas con hermosas palabras que
han sido repetidas en multitud de ocasiones y a través de diferentes
generaciones hasta nuestros días. De igual manera, las podemos encontrar en
novedosas películas de Hollywood; pero sólo en la Palabra de Dios se canta a
los cielos y a las estrellas -morada del Dios Altísimo- de la manera sublime,
gozosa en la que lo hace este poeta de Dios.
Pero
al mismo tiempo, Asaf considera, y cree, con estas palabras, decirle a su Dios
que no tiene ningún apoyo en esta tierra, si no es en la mirada amorosa del
Señor desde los celestes cielos hacia él. Y lo más profundo, sincero y
desgarrador que su alma confiesa es: "... fuera de Ti nada deseo en la
tierra"(v.25).
Desear,
querer, obtener... son verbos que sólo tienen validez y sentido espiritual en
cuanto a su Señor. Acercarse a Dios es su bien y su esperanza (v.28).
Al salir de tu país, al alejarte del pequeño
círculo que conforma tu vida -como es mi caso-, analizas el estado y la
situación de la Iglesia de Jesucristo con una visión reposada y coherente.
Observas con preocupación, que la iglesia actual está sufriendo un gran
desamparo y ceguera espiritual al no saber -ni querer- mirar a los cielos y
desgarrar su corazón, para que le lleve a decir -con una actitud contrita y
humillada- como el salmista: "... fuera de Ti nada deseo en la
tierra".
¡Cuánta riqueza espiritual revela el Espíritu
por medio del levita Asaf en tan cortos versículos! ¡Mi carne (cuerpo) y mi
corazón (alma),-todo mi ser entero-, desfallecen si no te veo, si no te siento,
si no percibo tu aliento, si a mi corazón no llega tu consuelo, si tus manos no
acarician mi alma!.... ¡oh, cuán maravilloso eres a mi vida, Señor!
Finalmente,
considera que su vida está plantada sobre la roca, la Palabra de Dios, y sobre
Jesucristo, al que David, otro ungido cantor de Dios, dirige un encendido
cántico: “Te amo, oh Jehová, fortaleza mía. Jehová, roca mía y castillo mío, en
él confiaré; mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio” (Salmo
18:1-2). Su corazón arde en esa porción de la Palabra de Dios.
De igual manera, Asaf anhela escuchar la voz
de Dios, pero para ello debe acercarse y conocerle; saber de Él, escuchar
quietamente su voz, como el joven Samuel, y meditar en su Palabra bendita de día
y de noche (Salmo 1:2). Igualmente, le es necesario encaminar sus deseos hacia
Él y dejarlos en su reposo eterno.
Hermanos, acerquémonos al trono de Dios y
digámosle cuánto le necesitamos y cuánto significa Él para nosotros. Si hay
este deseo en tu corazón, como lo tuvo el salmista Asaf, eres nacido de nuevo,
eres un hijo de Dios, estás sobre la Roca fuerte; estás sentado en los lugares
celestiales con Cristo y te gozarás en su presencia ¡Aleluya!
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo
Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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