jueves, 1 de octubre de 2015

“CUANDO TU MADRE ENVEJECIERE, NO LA MENOSPRECIES” (PROVERBIOS 23:22).

“CUANDO TU MADRE ENVEJECIERE, NO LA MENOSPRECIES” (PROVERBIOS 23:22).
Fuente: (J. Mª V. M.)
iglesiaevangelicaelalfarero.com

Desde el principio de la historia humana sobre la tierra, antes de la maternidad de Eva fuera del huerto del Edén (Génesis 4:1), encontramos referencias sobre el papel de la madre en el plan de Dios. En especial cuando Adán llamó “el nombre de su mujer Eva, por cuanto era madre de todos los vivientes” (Génesis 3:20). 

A partir de entonces, la ha seguido una interminable lista de mujeres anónimas que han sido bendecidas por el Señor con el hermoso privilegio de ser madres. Encontramos en toda la Biblia, que la madre es objeto de la especial protección de Dios por medio de sus mandamientos: “Honra a tu padre y a tu madre; el que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente” (Mateo 15:4). También: “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra...” (Éxodo 20:12). Tristemente, no ha sido así: “Porque el hijo deshonra al padre, y la hija se levanta contra la madre” (Miqueas: 6).

 Recientemente, pude conocer un hecho que entristeció mi corazón, tanto por lo sucedido como también por ocurrir entre familiares en Cristo. Una hija, felizmente embarazada, que vive a una considerable distancia de sus padres, fieles servidores del Evangelio de Jesucristo, rechazó de manera fría y desconsiderada a aquella que la dio a luz, y que la llevó de la mano -en obediencia al Señor-, a la enseñanza espiritual como si de una nueva Eunice se tratase. 

Ahora, esta ingrata hija la aleja de su vida, causando un profundo sufrimiento a aquella a la que está obligada a amar y respetar de parte de Dios. Es evidente, que ha olvidado, consciente o inconscientemente, que un padre o una madre no pueden ser suplidos por extraños. La Biblia no dice “Honra al padre y a la madre de tu esposo” (que también deben serlo), sino “Honra a tu padre y a tu madre” (Éxodo 2:12). Por lo tanto, según la Palabra de Dios, se ha levantado contra su propia madre, cayendo en un pecado de deshonra y menosprecio ante los ojos de Dios.

 Amado hermano, quiero hacerte recordar algunas de las muchas y abnegadas cosas que tu madre ha hecho durante toda su vida contigo: ¿Te acuerdas cómo ella te hacía una túnica nueva cada año para vestirte de ropas nobles? ¿Y qué de aquellas tiernas charlas sobre la Biblia antes de que te durmieras? ¿Has considerado cuántas veces se levantaba de noche para preparar tu comida o cuidar de ti cuando estabas enfermo? ¿Has olvidado, quizás, los momentos en que ella abría su boca con sabiduría para enseñarte o aconsejarte? ¿Has valorado cómo consideraba los caminos de su casa? (1º Samuel 2:19; 2ª Timoteo 1:5; Proverbios 31:15, 26,27). 

Desde aquí te invito a que medites, delante del Señor, sobre el lugar que tu madre ocupa en tu corazón en este momento de tu vida. O qué sitio honroso le estás dando delante de tus propios hijos. La respuesta vendrá del corazón de Dios hacia el tuyo.

Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”


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