BELLA
REFLEXIÓN....
Fuente: Desconocida
Encontrado en Facebook
Una
mujer que se llevaba muy mal con su esposo sufrió un paro cardíaco. Casi a
punto de morir, un ángel se presentó ante ella para decirle que, evaluando sus
buenas acciones y sus errores no podría entrar al cielo; y le propuso
permitirle estar en la tierra unos días más hasta lograr cumplir con las buenas
acciones que le faltaban.
La
mujer aceptó el trato y se regresó otra vez en su hogar junto a su esposo. El
hombre no le dirigía la palabra porque hacía tiempo que estaban peleados.
Ella
pensó:
-
Me conviene hacer las paces con este hombre. Está durmiendo en el sofá, hace
tiempo dejé de cocinarle. Él ahora está planchando su camisa para salir a
trabajar, le daré una sorpresa.
Cuando
el hombre salió de la casa, ella empezó a lavar y planchar toda la ropa de él.
Preparó
una rica comida, puso flores en la mesa con unos candelabros, y un cartel en el
sofá que decía: “Creo que puedes estar más cómodo durmiendo en la cama que fue
nuestra.
Esa
cama donde el amor concibió a nuestros hijos, donde tantas noches los abrazos
cubrieron nuestros temores y sentimos la protección y la compañía del otro. Ese
amor, aún con vida, nos espera en esa cama. Si puedes perdonar todos mis
errores, allí nos encontraremos”.
Tu
Esposa
Cuando
terminó de escribir el último renglón “Si puedes perdonar todos mis errores”
pensó: ¿me he vuelto loca?, ¿yo voy a pedirle perdón cuando fue él quien empezó
a venir enojado de la calle cuando lo echaron de la fábrica y no conseguía
trabajo? Yo tenía que arreglarme con los pocos ahorros que teníamos haciendo
malabares, y todavía tenía que soportar su ceño fruncido.
Él
empezó a tomar, aplastado en el sillón, exigiendo silencio a los niños que sólo
querían jugar. Él empezó a gritarme cuando yo le decía que así no podíamos
seguir, que yo necesitaba dinero para mis hijos. Él lo arruinó todo; y ¿ahora
yo tengo que pedirle perdón?
Enfurecida
rompió la carta y escuchó la voz del ángel que decía:
-
“Recuerda: algunas buenas acciones y alcanzarás el cielo, de lo contrario no
podrás entrar”.
La
mujer pensó:
-
¿Valdrá la pena?, y rehízo la carta agregando aún más palabras cariñosas: “No
supe comprender nada entonces, no supe ver tu preocupación al quedarte sin
empleo, luego de tantos años con un salario seguro en esa fábrica. ¡Debiste
haber sentido tanto miedo! Ahora recuerdo tus sueños de “cuando me jubile
haremos”. Cuántas cosas querías hacer al jubilarte. Pude haberte impulsado a
que las hicieras en lugar de obligarte a aceptar estar todo el día sentado en
ese taxi.
Ahora
recuerdo aquella noche de locura cuando rompí esas cartas de amor que habías
escrito para mí, y prendí fuego a todas las telas de los cuadros que pintabas.
En ese momento me enfurecía verte allí, encerrado en ese cuarto gastando
nuestro dinero en pomos de pintura para nada, o sentado en ese escritorio
escribiendo tonterías para mí. Debí haberte impulsado a vender esos cuadros.
Eran realmente hermosos. Estaba desesperada, yo también me sentía segura con el
salario de la fábrica y no supe ver tu dolor, tu miedo, tu agonía.
Por
favor perdóname mi amor. Te prometo que de hoy en adelante, todo será
diferente. Te amo.
Tu
Esposa
Cuando
el marido regresó del trabajo, al abrir la puerta notó algo distinto; el olor a
comida, las velas en la mesa, su música favorita sonando suavemente y la nota en
el sofá. Cuando la mujer salió de la cocina con la fuente en la mano, lo
encontró tirado en el sillón llorando como un niño. Dejó la fuente, corrió a
abrazarlo y no necesitaron decirse nada, lloraron juntos, él la alzó en sus
brazos y la llevó hasta la cama; hicieron el amor con la misma pasión del
primer día. Luego comieron la exquisita comida que ella había preparado, rieron
mucho mientras recordaban anécdotas graciosas de los niños haciendo travesuras
en la casa.
Él
la ayudó a levantar la mesa como siempre lo hacía, y mientras ella lavaba los
platos, vio por la ventana de la cocina que en el jardín estaba el ángel. Salió
llorando y le dijo:
-
Por favor ángel, intercede por mí. No quiero a este hombre sólo en este día.
Necesito un tiempo más para poder impulsarlo con sus cuadros, y tratar de
reconstruir esas cartas que sólo para mí y con tanto amor había escrito. Te
prometo que en poco tiempo, él estará feliz, seguro; y ahí sí podré ir donde me
lleves.
El
ángel le contestó:
-
No tengo que llevarte a ningún lado, Mujer. Ya estás en el cielo, te lo has
ganado.
Recuerda el infierno donde has vivido y nunca olvides que el cielo
siempre está al alcance de tu mano.
La
mujer oyó la voz de su marido que desde la cocina le gritaba:
-
“Mi amor, hace frío, ven a acostarte, mañana será otro día”.
Sí
-pensó ella-, gracias a Dios, mañana será otro día…
Para
meditarlo:
Usted,
que reclama lo que no recibe, ¿ya pensó en lo que no da?
Usted,
que se lamenta porque sufre, ¿ya pensó en cuánto hace sufrir?
Usted,
que acusa a la ignorancia, ¿ya evaluó sus conocimientos?
Usted,
que condena el error, ¿ya percibió cuánto erró?
Usted,
que se dice amigo sincero, ¿ya se analizó con sinceridad?
Usted,
que se queja de penurias, ¿ya vio cuánto posee más que los otros?
Usted,
que critica el mundo, ¿ya hizo algo para mejorarlo?
Usted,
que sueña con el cielo, ¿cuánto ha hecho para extinguir el infierno?
Usted,
que se dice modesto, ¿se sentiría orgulloso de parecer humilde?
Usted,
que condena el mal, ¿ha procurado difundir el bien?
Usted,
que deplora la indiferencia, ¿ha sembrado el amor?
Usted,
que se aflige con la pobreza, ¿ha usado bien sus riquezas?
Usted,
a quien le duelen las espinas, ¿ha cultivado rosas?
Usted,
que tanto lamenta las tinieblas, ¿ha esparcido luz?
Usted,
que se ocupa de sí mismo, ¿se ha preocupado de los demás?
Usted,
que se siente tan pequeñito, ¿ha procurado crecer?
Usted,
que se queja de soledad, ¿ha brindado su compañía a un amigo?
Usted,
que se asusta ante la enfermedad, ¿qué ha hecho por su salud?
Usted,
que anhela la concordia, ¿ha combatido la discordia?
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Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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