FORTALEZA PARA TU VIDA
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reflexiones-cristianas.org
Fortalecidos
con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y
longanimidad. Colosenses 1:11.
Word
Reference nos dice que longanimidad es Grandeza y constancia de ánimo en las
adversidades.
El
escritor griego Esopo, que vivió allá por el siglo VI, cuenta la historia de un
anciano león que, incapaz ya de obtener alimentos por sus propios medios,
decidió valerse de la astucia, para sobrevivir.
Se
dirigió, entonces, a una cueva, y se tendió en el suelo, gimiendo y fingiendo
que estaba enfermo.
Los
animales, conmovidos al ver al rey enfermo, iban a visitarlo; pero, él los
atrapaba y se los comía. Un día, la zorra fue a verlo y, sin entrar en la
cueva, desde una distancia prudencial le preguntó:
-¿Cómo
está su salud, señor león?
El
rey de los animales, jadeante y cansado, le pidió:
-¿Por
qué no entras a visitarme?
-Claro
que entraría -le respondió la zorra-, si no viera que todas las huellas entran,
pero no hay ninguna que salga.
El
enemigo de Dios actúa como el león: finge, disfraza, engaña y seduce. Te hace
creer que el poder combina con los gritos y los golpes; te hace pensar que la
fuerza está relacionada con el dominio, el abuso y el maltrato.
Pero
Pablo, en el texto de hoy, afirma que la “potencia de su gloria” sirve para
toda paciencia y longanimidad.
Los
caminos de Dios son diferentes de los senderos establecidos por el príncipe de
las tinieblas de este mundo.
El
Señor Jesucristo murió, y no obstante venció. Los hombres pensamos que la
muerte es derrota. El Príncipe del universo se humilló y fue exaltado; pero los
seres humanos pensamos que la exaltación está relacionada con palco, luces y
aplausos.
El
consejo de hoy es que, a fin de percibir la vida desde la perspectiva divina,
es necesario ser fortalecidos por Jesús. Eso significa vivir en comunión diaria
con él; convivir minuto a minuto, día a día, mes tras mes, hasta que el
carácter del Maestro sea reproducido en nosotros.
Que
este sea un día de sumisión y de entrega al poder divino.
Que
el compañerismo con Jesús sea la gran preocupación de tus horas; y que el
carácter de Jesús, reflejado en tu vida, sea una inspiración para los que están
a tu lado.
Sal,
determinado a enfrentar los embates de la vida en el nombre de Jesús.
Y
sé “fortalecido con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda
paciencia y longanimidad”.
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