martes, 8 de diciembre de 2015

EL LADO OSCURO DE LOS DONES

EL LADO OSCURO DE LOS DONES

Fue arrebatado al paraíso, y escuchó palabras inefables que al hombre no se le permite expresar. 2 Corintios 12:4

Escudríñame, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis inquietudes. Salmos 139:23

Todo don tiene un lado siniestro. Toda dotación de parte de Dios, si nos descuidamos, puede convertirse en el fundamento de una terrible caída o una gran humillación. En su severa misericordia, Dios muchas veces nos humilla y trata preventivamente, a fin de que nuestros dones no se conviertan en una fuente de fracaso para nosotros.

Una interesante ilustración de este principio nos la provee la vida del apóstol Pablo. 

Ya hemos visto en otro contexto cómo el famoso aguijón de Pablo formaba parte de ese mecanismo por medio del cual Dios usa circunstancias negativas en nuestra vida para santificarnos y hacernos más como Cristo. Ese mismo fenómeno puede también analizarse a la luz del tema que estamos tratando. En ocasiones, las aflicciones y fracasos de la vida pueden ser usados por Dios para balancear y contrapesar las deformaciones que crean los dones en la personalidad y el carácter del creyente. Los dones y los triunfos del ministerio pueden conducir al orgullo, la autosuficiencia, o la intolerancia hacia los débiles. Los aguijones que Dios permite en nuestra vida pueden servir de antídoto y orientarnos hacia la humildad, la misericordia y la dependencia continua de Dios.

Dios le deparó a Pablo experiencias espirituales y revelaciones extraordinarias, tan grandes que en ocasiones se le prohibió que las compartiera en el ámbito humano. Ese don revelatorio que le permitió a Pablo escribir dos terceras partes del Nuevo Testamento, y que le hizo posible escuchar “palabras inefables que no le es dado al hombre expresar (II Co 12:4)”, dada la personalidad del apóstol fácilmente lo hubiera llevado a enorgullecerse y a pensar más de sí mismo de lo que era legítimo. Para que esto no sucediera, Dios le envió “un aguijón”, una aflicción espiritual persistente, que lo obligó a mantenerse frágil y humilde, y a reconocer constantemente su necesidad de la gracia de Dios:
7 Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera.

En otras palabras, en su severa misericordia, Dios no permitió que el don de Pablo ejerciera su efecto dañino y se convirtiera en una piedra de tropiezo para su vida y ministerio. Más bien, le proveyó un recurso artificial, una condición humillante que sirviera de contrapeso para su dotación espiritual extraordinaria. La intervención preventiva divina impidió que el lado oscuro del don que Pablo había recibido entrara en manifestación, y permitió que el ungido apóstol pudiera desarrollar su ministerio sin esa contaminación espiritual que lo hubiera empobrecido.

En el caso de Pablo se cumplió la hermosa petición de David en el salmo 139:
23 Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos;
24 Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno.

Dios “examinó” y “probó” a Pablo y, efectivamente, “vio” que había en él cierto “camino de perversidad”; en este caso, una cierta disposición hacia el orgullo. En su misericordia, Dios le impuso una disciplina espiritual al apóstol que lo mantuviera humilde, y lo guiara en el “camino eterno”, es decir, en la voluntad perfecta de Dios, alejado de las posibles acusaciones de Satanás que podrían resultar de una actitud arrogante y presuntuosa.

Con temor y temblor, pídele a Dios que pode tu don, a fin de que pueda continuar creciendo saludablemente, dando fruto por muchos años para su gloria y tu bendición.


                          Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta” 

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