EL LOCO
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por cele
reflexiones-cristianas.org
De
aquel rincón bañado por los fulgores que el sol de nuestro cielo triunfante
llena, de la tranquila tierra donde entre flores se deslizo mi infancia dulce y
serena.
Oculto
en el recuerdo de lo pasado, borroso cual lo lejos del horizonte, guardo el
ejemplo nunca olvidado del sembrador más raro que hubo en el monte.
Yo
no sé si era sabio, loco o prudente aquel hombre que humilde traje vestía,
Solo
sé que al mirarle toda la gente con profundo respeto se descubría.
Es
que acaso su rostro sereno y noble a todos extrañaba por lo arrogante, que
hasta los leñadores mirando al roble sienten las majestades de lo gigante.
Una
tarde de otoño subí a la sierra y al sembrador sembrando encontré risueño.
¡Desde
que existen hombres en la tierra nunca se ha trabajado con tanto empeño!
Quise
saber curioso lo que el demente sembraba en la montaña sola y bravía
Me
oyó con atención, benignamente y al fin dijo con onda melancolía:
Siembro
robles, pinos y sicomoros, quiero llenar de sombras esta ladera, quiero que
otros disfruten de los favores que darán estas plantas cuando yo muera.
¿Y a qué tanto afanes en la jornada sin buscar recompensa?
– dije-
Y
el hombre contestó con la mano sobre la azada:
¿Acaso
imaginas que me equivoco?
El
soberano impulso que mi alma enciende por los que no trabajan, trabajo y lucho.
Si
el mundo no lo sabe… Dios me comprende.
Hoy
es el egoísmo torpe maestro al que rendimos cultos de varios modos:
Si
oramos pedimos siempre el pan nuestro nunca al señor pedimos el pan de todos…
En
la propia miseria los ojos fijos buscamos las riquezas que nos convienen y todo
lo arrastramos por nuestros hijos
¿Es
que los demás padres, hijos no tienen?
Vivimos
siendo hermanos solo de nombre y en las guerras brutales con sed de odio hay
siempre un frasisida dentro del hombre y el hombre para el hombre siempre es un
lobo, por eso cuando el mundo triste contemplo yo me afano y me impongo dura
tarea.
¡Y
sé que vale mucho mi pobre ejemplo!
Aunque
pobre y humilde parezca y sea.
Hay
que ser cual abejas que en la colmena fabrican para todos dulces panales, hay
que ser como el agua que va serena brindando al mundo entero frescos raudales, hay
que ser como el viento que siembra flores lo mismo en la montaña que en la
llanura, hay que pasar la vida sembrando amores con la vista y el alma puesta
en la altura.
Hay
que sembrar por todos los que no siembran, hay que luchar por todos los que no
luchan, hay que llorar por todos los que no lloran, hay que hacer que nos oigan
los que no escuchan… dijo el loco.
Y
con noble melancolía, por las breñas del monte siguió trepando y al perderse en
las sombras aún repetía: hay que seguir sembrando, siempre sembrando…
Recibe
una Bendición y un Saludo de Tú Amigo Dios Oye.
Centro
Cristiano “Cristo es la Puerta”
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