EL PROPÓSITO DEL DOLOR
Fuente:
Cele
Reflexiones-cristianas.org
Todo
pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo
limpiará, para que lleve más fruto. Juan 15:2.
El
versículo de hoy muestra el lugar de las pruebas en la vida del cristiano. -El
ser humano no fue creado para sufrir.
El
dolor es una experiencia intrusa en la vida del hombre, y vino después de la
entrada del pecado en el mundo.
El dolor nace en la mente del enemigo; pero
Dios, en su infinito amor, lo toma y lo transforma en un instrumento de
crecimiento y de purificación, para el ser humano.
Eso
es lo que dice Juan 15:2: “y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que
lleve más fruto”.
El
verbo “limpiar”, en griego, es kathairo, e involucra la idea de purificación a
través del sufrimiento. El verbo más adecuado sería “purgar”.
¿Tomaste
purgante alguna vez? Es horrible; pero, más horrible son los efectos
colaterales, el dolor de estómago, la incomodidad, el malestar.
Pero,
a pesar de eso, aceptas el purgante porque sabes que te estás limpiando de las
impurezas.
Jesús
hace lo mismo con nosotros, al permitir que el dolor llegue a nuestras vidas.
Él desea que crezcamos, que seamos limpios. ¿Para qué? Para que llevemos más
fruto.
Es
en el dolor que se aprende a depender de Dios; es a través de las lágrimas que,
muchas veces, encontramos lo que habíamos perdido hace ya mucho tiempo: la
maravillosa experiencia de comunión con Cristo.
Conozco
más de una persona en cuya vida el dolor fue redentor. Mientras las cosas iban
bien, cayeron en la monotonía de la vida y dejaron a Jesús en un segundo plano.
Perdieron
el primer amor; se volvieron miembros de un club religioso y nada más.
Pero de
repente, el cielo azul de esas personas se cubrió de nubes cargadas de
tormenta. De un momento a otro empezó la tempestad, y la embarcación parecía
zozobrar.
En
ese momento, sin saber a dónde ir, se acordaron de Jesús y volvieron los ojos
hacia él, en busca de ayuda. A partir de ese momento, la vida cristiana de esas
personas se volvió una vida exuberante y llena de frutos, para la gloria de
Dios.
Por
eso, si hoy no hay sol en tu horizonte, recuerda que “todo pámpano que en mí no
lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que
lleve más fruto”.
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Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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