LA CARTA DE EINSTEIN PARA SU HIJA SOBRE EL AMOR.
Universitarios
Sin Prejuicios con Guillermo Téllez Girón Hurtado y HEmiliano Sgura Guadarrama.
Albert
Einstein nunca conoció a su hija Lieserl, quien fue concebida con Mileva Maric,
una de las compañeras de estudio del científico en aquella época (1900) y fuera
del matrimonio.
Decenas
de las cartas privadas que Einstein había escrito en esa época fueron reveladas
en los años 80, se supo que más de 11.000 cartas habían sido relatadas de manos
del genio de Einstein, y que desde ese momento estarían abiertas a los
investigadores.
Entre
todas las cartas, una se robó la atención, se trató de una combinación de
letras que abarcaba el tema más apasionado de Einstein (la física), pero de una
forma poco convencional de él, teniendo como principal argumento científico al
amor.
La
carta fue escrita para su hija Lieserl, quien hasta ahora, se dice que murió de
una enfermedad al primer año de edad. Sin más preámbulo, he aquí la carta:
Cuando
propuse la teoría de la relatividad, muy pocos me entendieron, y lo que te
revelaré ahora para que lo transmitas a la humanidad también chocará con la
incomprensión y los perjuicios del mundo.
Te
pido aun así, que la custodies todo el tiempo que sea necesario, años, décadas,
hasta que la sociedad haya avanzado lo suficiente para acoger lo que te explico
a continuación.
Hay
una fuerza extremadamente poderosa para la que hasta ahora la ciencia no ha
encontrado una explicación formal. Es una fuerza que incluye y gobierna a todas
las otras, y que incluso está detrás de cualquier fenómeno que opera en el
universo y aún no haya sido identificado por nosotros. Esta fuerza universal es
el AMOR.
Cuando
los científicos buscaban una teoría unificada del universo olvidaron la más
invisible y poderosa de las fuerzas.
El
Amor es Luz, dado que ilumina a quien lo da y lo recibe. El Amor es gravedad,
porque hace que unas personas se sientan atraídas por otras. El Amor es
potencia, porque multiplica lo mejor que tenemos, y permite que la humanidad no
se extinga en su ciego egoísmo. El amor revela y desvela. Por amor se vive y se
muere. El Amor es Dios, y Dios es Amor.
Esta
fuerza lo explica todo y da sentido en mayúsculas a la vida. Ésta es la
variable que hemos obviado durante demasiado tiempo, tal vez porque el amor nos
da miedo, ya que es la única energía del universo que el ser humano no ha
aprendido a manejar a su antojo.
Para
dar visibilidad al amor, he hecho una simple sustitución en mi ecuación más
célebre. Si en lugar de E= mc2 aceptamos que la energía para sanar el mundo
puede obtenerse a través del amor multiplicado por la velocidad de la luz al
cuadrado, llegaremos a la conclusión de que el amor es la fuerza más poderosa
que existe, porque no tiene límites.
Tras
el fracaso de la humanidad en el uso y control de las otras fuerzas del
universo, que se han vuelto contra nosotros, es urgente que nos alimentemos de
otra clase de energía. Si queremos que nuestra especie sobreviva, si nos
proponemos encontrar un sentido a la vida, si queremos salvar el mundo y cada
ser sintiese que en él habita, el amor es la única y la última respuesta.
Quizás
aún no estemos preparados para fabricar una bomba de amor, un artefacto lo
bastante potente para destruir todo el odio, el egoísmo y la avaricia que
asolan el planeta. Sin embargo, cada individuo lleva en su interior un pequeño
pero poderoso generador de amor cuya energía espera ser liberada.
Cuando
aprendamos a dar y recibir esta energía universal, querida Lieserl,
comprobaremos que el amor todo lo vence, todo lo trasciende y todo lo puede,
porque el amor es la quinta esencia de la vida.
Lamento
profundamente no haberte sabido expresar lo que alberga mi corazón, que ha
latido silenciosamente por ti toda mi vida. Tal vez sea demasiado tarde para
pedir perdón, pero como el tiempo es relativo, necesito decirte que te quiero y
que gracias a ti he llegado a la última respuesta.
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo
Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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