sábado, 5 de noviembre de 2016

UN ANCLA SEGURA

UN ANCLA SEGURA
Fuente: reflexiones-cristianas.org

De manera que podemos decir confiadamente: «El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me puede hacer el hombre». Hebreos 13: 6

En los tiempos de prosperidad se disfruta de paz y seguridad.

En esas condiciones no es posible saber cuan arraigada y firme está nuestra confianza en Dios.

En cambio, cuando somos golpeados por la tragedia, cuando la enfermedad azota nuestro cuerpo, se revela dónde hemos puesto el ancla de nuestra fe.

¿Está nuestra ancla a suficiente profundidad, de manera que la fe esté totalmente asegurada en Cristo?

Recuerdo a uno de los dirigentes de una de las iglesias donde fui pastor.

Su servicio y entrega a la iglesia eran una gran bendición.

Materialmente le iba muy bien.

Las cosechas de su siembra eran abundantes.

Eran muchas las bendiciones que recibía de parte de Dios.

Gozaba de mucha comodidad.

No era fácil saber por anticipado si al cambiar las circunstancias, cuando la adversidad golpeara su vida, mantendría su confianza y fidelidad al Señor.

Pero un día llegó la hora de la prueba.

Su esposa, a quien él amaba mucho, se suicidó, dejándole cinco hijos pequeños, menores de diez años de edad.

El funeral se celebró un viernes.

¿Qué sucedería al día siguiente?

¿Iría a la iglesia?

¿Continuará con la misma fe?

El negro nubarrón que había descargado toda una tormenta de dolor sobre él, ¿inundaría su alma hasta ahogarla?

El domingo por la mañana, mientras me encontraba a la entrada de la puerta del templo, saludando a los miembros de la iglesia que llegaban, quedé sorprendido al ver que el primero en llegar para adorar al Señor era aquel dirigente, junto con todos sus hijos.

Cuando lo saludé, me dijo: «Pastor, he bebido la copa del dolor más profundo, pero del Señor no me apartarán jamás».

Cuando uno pone su esperanza y su fe en Cristo, nunca será chasqueado.

Las cosas de este mundo pueden satisfacer temporalmente, pero pronto se apoderará del corazón un vacío que nada podrá llenar.

No importa cuánto ánimo te den los amigos, la única paz que resiste cuando azota la tormenta proviene de Dios.

Se puede tener muchos amigos, dinero, fama, pero nada de eso resolverá todos nuestros problemas. El vacío que experimenta el corazón solo Dios puede llenarlo.

Cuando nuestro corazón está profundamente arraigado en Cristo, podemos decir: «El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me puede hacer el hombre».

Dios se deleita en darles lo mejor a sus hijos.

Porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré, de manera que podamos decir confiadamente: «El Señor es mi ayudador, no temeré lo que me puede hacer el hombre» (He. 13:5,6).

Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”


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