BENDICIENDO
A LOS HIJOS
Fuente: Milagros García Klibansky
Congregación León de Judá.
Pero entiendan esto: si el
dueño de la casa hubiera sabido a qué hora de la noche iba a venir el ladrón,
hubiera estado alerta y no hubiera permitido que entrara en su casa. Mateo 24:43
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Y José respondió a su padre:
"Son mis hijos, los que Dios me ha dado aquí." "Acércalos a
mí, te ruego, para que yo los bendiga," le dijo. Génesis 48:9
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Acabamos de celebrar
el día de los padres y ante todo debemos honrar a nuestro Padre celestial que
tanto amor nos brinda, sus desvelos son constantes y nada espera a cambio
porque su amor es free, libre de impuestos.
Me gusta mucho la
forma en que aparece la Gran Comisión en Lucas. Él transmite que Cristo dijo
que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en
todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. (Lucas 24.47-48)
Al meditar en esto
una de las cosas que vinieron a mi mente es hasta qué punto los padres han
entendido lo que esto significa. Sabemos que no todos vivimos en Jerusalén,
pero Cristo en su inmensa sabiduría quería hacernos notar que todos tenemos una
Jerusalén y no siempre tiene que estar situada en Israel, pienso que está muy
cerca de nosotros.
Nuestro hogar es
nuestra Jerusalén y esto conlleva a una responsabilidad ineludible sobre todo
por parte de los padres que han sido puestos por Dios como cabeza y guía del
hogar (1 Corintios 11:13 y Efesios 5:23).
Decía un anciano
Pastor que “la doctrina más tierna de las escrituras es la doctrina de la
Paternidad Divina”, esto es irrefutable y es por eso que los padres deben
guiarse y edificarse en base al modelo perfecto que es Dios, si al menos no
lograsen ser iguales a Él, tendrán un testimonio visible que mostrar a sus
hijos, de amor, respeto y responsabilidad.
El amor del padre es
fundamental para el buen desarrollo de la personalidad de un hijo. Durante
mucho tiempo las madres hemos tenido que cubrir esta área en su crianza en un
vano intento por compensar las ausencias, pero el rol del padre es
insustituible, la enseñanza de un padre comienza a mostrarse a través de su
propia vida y es parte del amor que sus hijos deben recibir de él. El padre que
ama a sus hijos se preocupa por dejarle un legado de sabiduría para la vida que
sólo puede ser encontrado en una relación con el Padre supremo “Por tanto,
guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas
que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida;
antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos”.
(Deuteronomio 4.9)
Por el mundo andan
muchos padres, incluso cristianos que se afanan por hinchar sus cabezas de
conocimientos, para después salir a las calles y hablarle a otros de la palabra
de Dios, pero esto sólo se queda a nivel de la corteza cerebral sin descender
al corazón. Es cierto que debemos ganar vidas para el reino de Dios, pero esta
Gran Comisión debe comenzar por nuestro hogar, si no, ¿cómo podemos predicar a
otros cuando nuestra Jerusalén está patas arriba? ¿Cómo podemos predicar un
evangelio que no vivimos?
Padres, Dios los ha
puesto como autoridad para corregir y educar a su familia, el padre que no
corrige a sus hijos los hace bastardos, porque ¿qué padre que ame a su hijo lo
ve cayendo por un despeñadero y no se desespera por parar la caída aunque en el
intento reciba heridas?
También es
responsabilidad de los padres el proveer “porque si alguno no provee para los
suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un
incrédulo” (1 Timoteo 5.8) y la provisión no es sólo en especies; esto es
importante pero la provisión espiritual es imprescindible. De nada aprovecha a
los hijos tener alimento con que llenar sus barrigas si el alimento espiritual
no nutre sus almas. Sobre esto dice el Señor: “No os hagáis tesoros en la
tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan;
sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y
donde ladrones no minan ni hurtan” Mat 6.19-20
Enseñen a sus hijos a atesorar lo verdadero y
permanente pues es lo que llevarán consigo y legarán a sus hijos cuando partan,
pues todos tendremos que algún día comparecer ante el trono de Dios. Mientras,
muestren a sus hijos cómo vivir santamente, en pureza y rectitud, para que
ellos y los hijos de ellos y todas las generaciones hasta la venida de Cristo,
puedan ser beneficiarios de nuestro estilo de vida de hoy.
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo
Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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