BUENA
SEMILLA, PERO MALA TIERRA
Fuente: Congregación León de Judá
Porque en verdad, a
nosotros se nos ha anunciado las buenas nuevas, como también a ellos. Pero la
palabra que ellos oyeron no les aprovechó por no ir acompañada por la fe en
los que la oyeron. Hebreos 4:2
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Entonces el SEÑOR habló a
Moisés: "Tú mismo envía hombres a fin de que reconozcan la tierra de
Canaán, que voy a dar a los Israelitas. Enviarás un hombre de cada una de las
tribus de sus padres, cada uno de ellos jefe entre ellos." Números 13:2
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En el capítulo 13 del libro de
Números tenemos la conocida historia de cuando los israelitas están en el
desierto, y Moisés envía espías para reconocer la tierra de Canaán antes de
entrar en ella e invadirla.
Antes de llegar al desierto, los
hebreos habían vivido varios siglos en Egipto, parte de ese tiempo como
cautivos. Habían sido esclavos, y en realidad Dios había permitido que ellos moraran
en Egipto sólo mientras crecían y se convertían en un pueblo numeroso y viable,
para luego sacarlos y llevarlos a la Tierra Prometida.
Los hebreos crecieron
numéricamente, y llegó el momento en que ya habían alcanzado un número muy
grande—más de un millón de personas—y Dios decidió sacarlos de Egipto. Y el
Señor—todos recordamos la historia—envió a Moisés como libertador y libró al
pueblo hebreo de las garras de los egipcios.
El propósito de Dios era
llevarlos a Canaán, una tierra que Él les tenía reservada en otra parte del
Medio Oriente. Y allí el Señor tenía preparada una gran bendición para ellos,
gran provisión, gran abundancia para su pueblo. Una tierra, dice, que fluía
leche y miel—de gran abundancia.
Dios había decretado que las
tribus, las naciones que poseían esas tierras de Canaán, debían ser
exterminadas, tenían que ser extirpadas de la tierra por su gran maldad, su
gran pecado. Se habían corrompido moralmente con sacrificios humanos, grandes
perversidades sexuales, todo tipo de corrupción. Y Dios había decretado que
esas naciones tenían que ser expulsadas de la tierra para que esta fuera
entregada a los hebreos.
Sabemos también que Abraham, ya
siglos antes de que los hebreos fueran a Egipto, cuando era simplemente un
hombre nómada, había recorrido esas tierras y las había marcado para Dios y su
pueblo futuro.
Siglos atrás, ya Dios tenía el
propósito de entregarle esas tierras a su pueblo, y todo lo que vino entre la
jornada exploratoria de Abraham y la llegada de los hebreos a Canaán fue simplemente
la preparación de Dios, a través de la historia. Dios fue preparando el
escenario para que finalmente los hebreos pudieran llegar a la tierra
prometida.
Y aquí tenemos entonces en el
Capítulo 13 de Números que ya los hebreos están bien cerca de entrar a Canaán.
Han salido de Egipto y ya todo está preparado para que ellos entren a la tierra
que Dios les tiene destinada. Ya Dios tiene el propósito de que así sea.
Observemos esto: los hebreos
están ya al borde mismo de entrar en la bendición, la herencia que Dios les
tiene preparada desde la fundación del mundo.
En el futuro veremos que, a
pesar de los buenos propósitos de Dios, esa primera generación de hebreos que
salió de Egipto no pudo entrar en la bendición que Dios le tenía destinada.
Todos murieron en el desierto.
Por cuanto hubo incredulidad en
ellos, no pudieron entrar en el reposo de Dios. Sólo Caleb y Josué alcanzaron
la bendición, porque le creyeron a Dios. Queremos ser como Caleb y Josué.
Queremos ser buena tierra, para que cuando caiga la palabra de bendición en
nosotros, encuentre una actitud de fe lista para recibirla y permitirle crecer.
Deseo que crezcas en tu fe, y te
conviertas en tierra fértil para las semillas de bendición que Dios quiere
plantar en ti.
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo
Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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