UN HIJO
Fuente: Benjamín Parra
Este artículo fue producido
por Radio Cristiana CVCLAVOZ.
A veces uno lo desea demasiado pronto. Otras,
un poco tarde.
A veces uno
quiere que crezca pronto, se haga independiente y arme su vida.
Pero más tarde uno desea que no se hubiera ido tan
pronto y que todavía estuviera en casa, porque ya no lo vemos tan seguido, tan
ocupado está en sus importantes asuntos.
A veces nos involucramos demasiado en su vida;
hacemos propios sus temores, sus peligros, sus búsquedas y alguien debe
decirnos que hay que dejarlo volar.
Otras, estamos muy lejos, no lo buscamos, no lo
llamamos, no vamos a verlo y alguien debe decirnos que tenemos que acercarnos
un poco más.
A veces nace cuando somos unos chiquillos y
desordena nuestros proyectos y agendas.
Otras, llega en un tiempo en que ya tenemos la vida
bien armada y lo mismo desordena nuestros proyectos y agendas.
A veces queremos enseñarle según el instinto,
aprendiendo con él el arte de las cosas.
Otras, lo queremos formar según la pedagogía de
libros y teorías en boga.
A veces lo guardamos celosamente de los otros porque
nos parece sólo nuestro el oficio de educar.
Otras, lo dejamos muy a su suerte y nos perdemos la
maravilla de verlo crecer.
Un hijo puede ser un disparo incierto, una
exploración sin mapas ni señales. O bien, un encanto, una maravilla de
criatura, tan cumplido y aplicado en los caminos de la vida.
Un hijo es un grito, un emblema, una prolongación
tuya en sus propios hijos, un borbollón de anhelos, un consuelo en las horas
infelices.
O bien es una querella constante, un trozo de hielo
afilado, un rosario de noches angustiadas, un misterio, una bofetada, un
reproche certero.
Un hijo puede ser una ausencia eterna, un hueco en
el corazón, una herida abierta, un rayo de luz abortada, un adiós pendiente,
una pena contemplada.
O puede ser un aleteo de mariposas, un zumbido de
abejas, un beso en los labios, una caricia en el rostro, una mirada llenita,
una risa de campanas, un perfume de lavandas.
Todos los días, todas las horas, joven o viejo,
libre o encadenado, tierno o feroz, ausente o cercano, amante o ingrato, oscuro
o luminoso, feliz o desgraciado… un hijo es un hijo.
Recibe
una Bendición y un Saludo de Tú Amigo Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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