APRENDE A OÍR
Pasaje bíblico: “Quien tiene
oídos que oiga”.
Quien tiene oídos que oiga.
Encontramos esa orden imperativa de Dios para los hombres. Bueno, se supone que
el oído fue hecho para oír. ¿Habrá redundancia? Quien tiene oídos normales, naturalmente
oye.
Muchas veces gastamos nuestro tiempo en oír vulgaridades, muchas veces nos enfermamos a causa de palabras duras, inconsecuentes, persistentes y maléficas a los que nuestros oídos se acostumbraron a oír desde que éramos chicos: “sucio, inútil, loco, mentiroso”.
¡Cuántos se tornan adultos y se sienten incapaces en la vida porque se convencieron que realmente eran como les decían que eran…! ¡Ay! palabras de gran poder es la nuestra.
Buena cosa es aprender a oír; entender más allá de los sonidos, el significado de las palabras más que el significante.
¡Quien tiene oídos que oiga! Estimula a la búsqueda de una comprensión mayor de la enseñanza del Espíritu, para no quedarnos atados a las letras, sino recibir la vida, a través de las enseñanzas ocultas en cada palabra. “La letra mata pero el Espíritu vivifica”.
Jesús usaba parábolas, un modo atrayente de transmitir una enseñanza; un forma de lenguaje nunca envejecida, una metodología deductiva y no persuasiva, a través de la cual, cada oyente en su época pudo interpretarla.
El lector actual es invitado a
una infinita aventura, a descubrir tesoros enterrados, encerrados y eternos en
cada símbolo.
Los misterios develados a cada paso,
descortinando siempre nuevos horizontes, estimulándonos a subir, subir para
descubrir más y más, para ver y oír más, para entender con más sabiduría que
viene de lo alto, aproximándonos a cada paso a Dios, el autor de todas las
cosas.
Los oídos ejercitados no se
confundirán nunca, pues estarán familiarizados con el sonido de las palabras,
la musicalidad de las, la presentación de los símbolos. En fin, la vida que
está contenida en cada palabra de Cristo. “Mis palabras son espíritu y vida”,
dijo Jesús. “Ustedes dirán oír estrellas”: flores, animales, sí, todos hablan
del gran amor del Creador. Tan grande que espera pacientemente por la respuesta
del hombre a su invitación a través de los tiempos.
“¿Es tu corazón sincero conmigo?
¡Entonces dame tu mano!
Oración: Señor ¡dame tu entendimiento y guardaré Tu ley; abre mis ojos y me detendré en las maravillas de Tu Palabra, ábreme el oído para que yo oiga como aquellos que aprenden!
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo Dios Oye.
Centro
Cristiano “Cristo es la Puerta”
No hay comentarios:
Publicar un comentario