EL REY SIN DIENTES
Fuente: Renuevo de
Plenitud.com
Una sabia y conocida anécdota árabe dice que en una
ocasión, un Sultán soñó que había perdido todos los dientes. Después de
despertar, mandó a llamar a un adivino para que interpretase su sueño.
“¡Qué desgracia, mi Señor!” exclamó el adivino, “cada
diente caído representa la pérdida de un pariente de vuestra Majestad”.
“¡Qué insolencia!” gritó el Sultán enfurecido, “¿Cómo
te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí!” Llamó a su guardia y ordenó
que le dieran cien latigazos.
Más tarde ordenó que le trajesen a otro adivino y le
contó lo que había soñado. Éste, después de escuchar al Sultán con atención, le
dijo: “¡Excelso Señor! Gran felicidad os ha sido reservada… ¡El sueño significa
que sobreviviréis a todos vuestros parientes!”
Iluminóse el semblante del Sultán con una gran sonrisa
y ordenó le dieran cien monedas de oro.
Cuando éste salía del palacio, uno de los cortesanos le
dijo admirado: “¡No es posible! La interpretación que habéis hecho de los
sueños es la misma que la del primer adivino. No entiendo porque al primero le
pagó con cien latigazos y a ti con cien monedas de oro.
“Recuerda bien, amigo mío”, respondió el segundo
adivino, “que todo depende de la forma en el decir… uno de los grandes desafíos
de la humanidad es aprender el arte de comunicarse”.
De la comunicación depende, muchas veces, la felicidad
o la desgracia, la paz o la guerra. Que la verdad debe ser dicha en cualquier
situación, de esto no cabe duda, más la forma con que debe ser comunicada es lo
que provoca, en algunos casos, grandes problemas.
La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si
la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero si la envolvemos en
un delicado embalaje y la ofrecemos con ternura, ciertamente será aceptada con
agrado.
Que refrene su lengua de hablar el mal y sus labios de
proferir engaños. Sal 34:13
La boca del justo imparte sabiduría, y su lengua emite justicia.
Sal 37:30
Su propia lengua será su ruina, y quien los vea se burlará
de ellos. Sal 54:8
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo
Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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