jueves, 11 de febrero de 2016

CONSEJO A LOS PADRES: 1 COMPROMISO PARA TODA LA VIDA + 1000 INTERVENCIONES = 1 NIÑO SANO

CONSEJO A LOS PADRES: 1 COMPROMISO PARA TODA LA VIDA + 1000 INTERVENCIONES = 1 NIÑO SANO
                   Fuente: Congregación León de Judá


Y ustedes, padres, no provoquen a ira a sus hijos, sino críenlos en la disciplina e instrucción del Señor. Efesios 6:4
Instruye al niño en el camino que debe andar, Y aun cuando sea viejo no se apartará de él. Proverbios 22:6

Una de las cosas más importantes es entender que ser padre es un compromiso para toda la vida pero que también es un compromiso intensivo, demandante que requiere muchas, muchas horas continuas de nuestra vida siendo invertidas para formar la sensibilidad de nuestros hijos.

Nosotros queremos producir hijos con valores sólidos espirituales, gente trabajadora, disciplinada, con hambre de excelencia y de superación personal, sujetos a autoridad, amantes de Dios, llenos del espíritu santo, humildes, misericordiosos con los demás, capaces de relacionarse productivamente con las demás personas.

Para producir este tipo de ser, se requieren intervenciones continuas, repetidas durante cada día, cada semana, cada mes, cada año. Ser padre es una misión, es un trabajo que demanda todo de nosotros y ese trabajo también tiene grandes beneficios y grandes recompensas, nos bendice tener el privilegio de ver esa criatura creciendo delante de nosotros y saber que nosotros hemos jugado en un sentido, en una forma muy mínima, un papel similar al de Dios.

Estamos infundiendo en esa vida valores y determinando lo que esa vida va a ser y va a hacer en el futuro. Es decir que para mí es tan importante que nos armemos cuando nos acercamos a la paternidad o a la maternidad de esa idea de que esto es algo tremendamente serio, no es un trabajo de parte del tiempo, opcional, cuando nos da la gana, cuando tenemos deseo, es algo que tiene que estar continuamente, como una disciplina de vida, sentándonos con nuestros hijos y compartiendo experiencias, tratando de conseguir oportunidades para cenar juntos o darles un besito antes de que se vayan a la escuela, o si tenemos la oportunidad de irlos a buscar a la escuela, estar con los maestros y que nos conozcan, y que nos vean y que sepan que hay un padre, una madre que está preocupada por ese niño, sacarlos a pasear, tomar tiempo libre para estar con ellos, hacerles preguntas acerca de su día, estar vigilantes acerca de las amistades que tienen, invitar a sus amigos a la casa, que se sientan libres de estar allí con nosotros, para nosotros conocerlos mejor, abrirle nuestro corazón a nuestros hijos, que nos vean a nosotros viviendo la vida y que por lo tanto puedan aprender a través de un modelaje de vida cómo se vive la vida.

Estas son cosas que la vida urbana le ha robado a los padres. En los países subdesarrollados más rurales, los niños tienen muchas más oportunidades para compartir con sus padres las tareas de la granja y en las noches, no hay mucho que hacer así que la familia se ve obligada a estar juntos y compartir y viven en una familia extendida. Todo eso desgraciadamente se ha perdido muchas veces en el mundo urbano y entonces tenemos que artificialmente crear esas oportunidades. Tiene que haber una visión previa de parte del padre de que esto es lo que se requiere. Es decir tiene que haber un mayor entendimiento de cómo se es padre.

En muchos otros países y en muchas otras sociedades ser padre es algo espontáneo, natural que ya ha entrado en la sensibilidad colectiva de la raza y simplemente hay mecanismos establecidos que facilitan ser un padre efectivo. Pero en el mundo urbano, moderno, ultra industrializado, esas oportunidades no se dan tan fácilmente. 

Vivimos en una sociedad mucho más atomizada, más separada, con grades demandas de parte de nuestro tiempo, de nuestras emociones, y si se quiere ser efectivo como padre esas condiciones tienen que producirse artificialmente y tienen que ser el resultado de una visión previamente concebida, de una conciencia que se ha tomado, de qué es lo que se requiere para ser un padre efectivo.

De hecho no hay ninguna fuente que yo conozca más adecuada para instruirnos en la paternidad o en la maternidad que la palabra de Dios. Dios es el modelo por excelencia de la paternidad y al ver cómo Dios nos trata, y cómo Dios nos discípula, nos ama, nos disciplina, nos confronta, nos instruye por medio del espíritu santo y de su forma de trabajar con la humanidad, nosotros también podemos aprender a ser padres o madres efectivos, así que mi gran consejo, número uno, desde una perspectiva completamente humana es: invierte tiempo en tus hijos, energía, amor, compromiso y busca en la palabra de Dios el medio, la fuente, la norma, el recurso principal que determine qué cualidades van a regir y gobernar tu relación y tus intervenciones con tus hijos.


Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta” 

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