EL
CORAZÓN AUDAZ DE UNA MUJER NECESITADA
Fuente: Congregación
León de Judá
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Los sacrificios de Dios son el
espíritu contrito; Al corazón contrito y humillado, oh Dios, no despreciarás.
Salmos 51:17
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Cuando la mujer con
el flujo de sangre oyó hablar de Jesús dijo: "Esta es mi
oportunidad". Después de años de sufrimiento y soledad estaba dispuesta a
tomarse cualquier riesgo con tal de encontrar una solución a su desesperante
necesidad. Y entonces se metió entre la multitud. Había oído que el Señor
estaba pasando por su ciudad, maquinó para ver cómo podía tocarlo, y se internó
en la multitud. Me imagino que se abrió paso agresivamente. Se metió entre los
hombres y las mujeres. Llegó hasta donde él estaba. Miradas hostiles quizá para
ella por donde quiera que pasaba. Pero ella decía: “Si tan sólo tocare el borde
de su manto, seré sana”.
Y esto es
interesante: Se me ha ocurrido pensar que quizás si esta mujer hubiera
estudiado teología o hubiera ido a algún seminario no se hubiera atrevido a
hacer lo que hizo. Quizás hubiera estado demasiado consciente de lo raro de su
esfuerzo de buscar sanidad sin pedirla directamente a aquel que se la podía
dar, o de la apariencia supersticiosa de su acción.
A veces la ignorancia
es buena y necesaria. A veces se necesita esa gente atrevida y arrebatada que
se lance sin mucha reflexión previa, y haga lo que tiene que hacer. El Señor
honra a la persona atrevida. Quizá no tenga toda su teología perfectamente
alineada, pero hay en ellos un corazón apasionado, y Dios tiene misericordia de
ellos. Porque esta mujer no le pidió permiso a Jesús para obtener su sanidad de
parte de él. Tomó una determinación: “Le voy a extraer como pueda la energía
sanadora a este ser misterioso y voy a obtener mi sanidad”.
Ella en realidad
estaba pensando en términos de magia quizás. Quizás pensó: este hombre tiene
poder; si yo le toco la ropa el poder va a salir de Él. Ella no estaba
pensando: le voy a pedir permiso, le voy a presentar mi caso, le voy a pedir
que me sane como hicieron todos los demás. Ella se acercó por detrás sin
decirle nada al Señor y dijo: este hombre tiene tanta fuerza que si yo meto la
mano dentro de Él y lo toco Él va a comunicarme poder y va a suceder lo que yo
necesito que suceda. ¡Qué maravilloso es el Señor!
El Señor es como un depósito de fuerza y de poder.
Por donde Él camina, todo el poder del Reino de Dios va con Él. Y va la
sanidad, va el consuelo, va la respuesta a las necesidades de la humanidad.
Esta mujer tocó a Jesús y recibió la respuesta a su necesidad. Dios sanó su
vida. El Señor Jesucristo la tocó y lo que los médicos no pudieron hacer el
Señor lo logró.
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo
Dios Oye.
Centro
Cristiano “Cristo es la Puerta
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