miércoles, 24 de febrero de 2016

¿EL AMOR A DIOS O EL TEMOR AL CASTIGO?

¿EL AMOR A DIOS O EL TEMOR AL CASTIGO?
Fuente: Jorge Ayllón Navarro
Congregación León de Judá
¿Quién es el que condena? Cristo Jesús es el que murió, sí, más aún, el que resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. Romanos 8:34
Cuando un profeta hable en el nombre del SEÑOR, si lo que fue dicho no acontece ni se cumple, ésa es palabra que el SEÑOR no ha hablado; con arrogancia la ha hablado el profeta; no tendrás temor de él. Deuteronomio 18:22
Amados hermanos en Cristo, hay preocupación infundada en los cristianos, un temor o miedo que van sembrando algunos profetas post apocalípticos, que muy sueltos de cuerpo profetizan graves desastres naturales, en diversas partes o regiones del planeta, otros que sueñan o son transportados a visitar el infierno, otros que consigo arrastran maldiciones generacionales, y otros también que por no seguir ciertas leyes del Antiguo Testamento, acusan de estar en maldición a las ovejas del rebaño que cuidan, atormentándolos o manipulándolos, en busca de intereses personales.
Todo este ambiente de acoso espiritual, hace que muchos cristianos, vayan viendo a un Dios, como que si quisiera ganar almas para su reino, sometiendo a sus siervos por miedo, por temor al castigo infernal, es más, como si fuera un chantaje “o estás conmigo, sino mira lo que te pasará” y no creo que Dios se maneje así, ni que sus pastores ganen almas por el temor y no por el amor.
La doctrina que nos dejó Jesucristo era y es de AMOR, AMOR AL PADRE PRINCIPALMENTE Y AMOR AL PROJIMO. Solamente tuvo pena de aquellos que por diversas circunstancias no lo siguieron. Pero jamás los amenazó, con castigos infernales, pues de hecho se supone que el que no está con Dios, está del otro lado y ciertamente, nada bueno será de esperar cuando a un prójimo se lo lleva el demonio. En el libre albedrío que Dios ha dado a cada persona, no puede obligarlo, menos amenazarlo.
Toda la doctrina cristiana se sustenta en el amor, amor hasta la sacrificio de la vida por la fe en nuestro Salvador, así lo vivieron en carne propia los primeros cristianos, que su amor a Jesucristo era tan grande, que no tuvieron miedo de perder sus vidas en medio de torturas y muerte a la cual más cruel. Amor tan grande que todavía pedían perdón por sus verdugos.
Es ese el amor que debe guiarnos al encuentro con nuestro Creador, no el miedo a las fatalidades, ni el temor al fuego del infierno. Ni a las caras horripilantes de los demonios infernales, al actuar así estaríamos actuando como niños, sin criterio formado, donde solo el temor gobierna nuestras vidas. Donde parece que no hemos entendido la verdadera doctrina de Jesucristo. Donde seguimos con religiosidades del medioevo, entonces prestamos más atención a falsos profetas con falsas doctrinas, que solamente están haciendo fortunas con la palabra de Dios y la ignorancia de muchos cristianos. Bien dice la Palabra de Dios “Mi pueblo perece por falta de conocimiento”.
No, mis hermanos, el verdadero cristiano, se acercan a Jesucristo por amor, por amor puro y sincero y no interesado.
Un matrimonio entre hembra y varón, se establece por lazos de amor que han nacido entre ellos y en ese amor grande, librarán toda clase de dificultades, pero en ese amor, saldrán adelante.
Es bueno recordar lo que dicen las Santas Escrituras en Efesios capítulo 3, 14-21: Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.
Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos.
En definitiva, pienso que sería muy bueno que quienes dirigen o tienen la responsabilidad de guiar al pueblo de Dios en nuestras congregaciones pudieran determinar con mejor exactitud las diferencias que existen entre miedo y temor, porque la Palabra de Dios, las establece claramente, que no todos los que comienzan a recibir Palabra en un templo, tiene ya los conocimientos sólidos y bien establecidos, y si a eso sumamos este mal manejo que se hace del temor y del miedo entonces lograríamos congregaciones con muchas limitaciones de entendimiento saludable, pleno, de la Biblia.
Que, como decía antes, los que se acerquen a Cristo lo hagan por amor, conscientes que hemos de cambiar muchas cosas en nuestro proceder, en nuestras vidas, que hemos de tratar de perfeccionarnos cada día, para acercarnos a semejarle así sea levemente, y que luchemos y cuidemos de nuestra salvación con temor y temblor, de forma reverente, no por miedo, no por aquellas cosas que siembran en nuestra mente los que a veces actúan motivados y guiados por otros intereses esos sí que no tienen temor, ni miedo.
Que la iglesia que sigamos fomentando acá en la tierra, aun en los difíciles tiempos que vivimos, no sea una iglesia que se amedrenta, que vive con miedo, que tenga sí, temor de Dios, y que obre en consecuencia, pero que no sea una iglesia miedosa, una iglesia llena de malas cosas que otros sembraren, sino una iglesia fuerte, que analiza, que conoce la Palabra de Dios y que puede discernir sobre lo que sucede a su alrededor, que no esté ciega por seguir sus líderes terrenales si no que tenga una buena visión para que pueda fiarse únicamente de lo que dijo Jesús, una iglesia que esté segura que cuando clamamos a Dios, y le pedimos en su voluntad, y en obediencia, Él nos escucha.
Que encontremos la paz, como nos decía Jesús en Juan 14:27, la paz que Él nos dejó, la paz que nos dio, no como la da el mundo para que no se turbe nuestro corazón, para que no tengamos miedo.

Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”


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