FINALES FELICES
Por
Daniel Cattaneo
Devocionaldiario.org
Y
FUERON FELICES PARA SIEMPRE…
Me
gustan los finales felices. El domingo empezó a cerrarse el final de temporada
de una serie que le gusta a mis hijos: “Game of Thrones” o “Juego de tronos”.
Yo estaba en la cocina leyendo, con el televisor bajo en un programa
periodístico y de pronto siento los gritos en el living de unos diez jóvenes
que todos los domingos después del culto se vienen a ver la serie a casa. ¿Qué
había pasado? Uno de los personajes favoritos había sido asesinado, su esposa
embarazada acuchillada, su madre asaeteada… Un desastre. Las chicas gritaban,
lo varones decían: ¡¡¡No!!! Al día siguiente Rob Stark fue TT mundial. ¿Cuál es
la razón? A todos nos gustan los finales felices y cuando no se dan nos
conmocionan.
Y
Pablo permaneció dos años enteros en una casa alquilada, y recibía a todos los
que a él venían, predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor
Jesucristo, abiertamente y sin impedimento. (Hechos 28:30-31)
Este
es el final de los libros de los hechos. Dígame su opinión: ¿es este un final
feliz? Seguramente alguien dirá: “¡Claro que no!” Pablo está preso, tiene
guardia asignada, no puede salir del lugar”, y quien diga esto, tiene razón.
Pero por el otro lado, desde el punto de vista de Lucas, este es un final
feliz, porque Pablo está predicando. Las circunstancias pueden ser buenas o
malas, ser cambiantes, pero lo importante, parece opinar Lucas, es que el Reino no se detiene.
Esta
opinión no es solo de Lucas. Pablo escribe más o menos en este tiempo a los
filipenses lo siguiente: Quiero que sepáis, hermanos, que las cosas que me han
sucedido, han redundado más bien para el progreso del evangelio, de tal manera
que mis prisiones se han hecho patentes en Cristo en todo el pretorio, y a
todos los demás. Y la mayoría de los hermanos, cobrando ánimo en el Señor con
mis prisiones, se atreven mucho más a hablar la palabra sin temor. (Filipenses
1:12-14)
Para
Pablo las circunstancias no eran factores que afectaran su ánimo, lo que
gobernaba su vida era el cumplimiento de la misión. ¿Qué gobierna mi ánimo?
¿Cuál sería un final feliz para mi vida? ¿Cómo me gustaría que terminará el
libro de los hechos míos?
Recuerdo
que siendo un adolescente y me enteré que Ernesto Bianco, un gran actor
argentino, había muerto actuando y pensé: ¡¡¡Qué lindo murió haciendo lo que
amaba!!! ¡¡¡Morir con las botas puestas!!!
Mucha
gente le teme a la muerte prematura, a la enfermedad terminal, a la falta de
dinero, al accidente…
Si
bien esto no es lindo, para mí sería triste terminar en baja, no cumpliendo mi
misión, cerrado otra vez al mover del Espíritu,
siendo un tapón para los que vienen detrás en vez de un trampolín.
Yo
sueño terminar mis días con un spring final que me haga cruzar la meta a toda
velocidad, que mi música se parezca más
a una sinfonía con la última acometida que a una balada que se apaga musitando.
Morir con las botas puestas… ¡¡¡Qué bueno!!! Ese es un gran final.
Hay
gente que no le gusta hablar de esto, pero siendo la muerte una de las cosas de
la que podemos estar absolutamente seguro que ocurrirá… Sería bueno empezar
ahora a ordenar los valores para que mi final sea un final feliz. El viejo
apóstol escribiéndole a su hijo Timoteo le dice:
Porque
yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He
peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo
demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez
justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su
venida. (2 Timoteo 4:6-8)
Sienta
el ritmo puestísimo de los últimos compases del apóstol, son energía pura, son
pasión, son el grito de un león al que, aunque encerrado, no le han podido
arrebatar lo salvaje en su interior. El final de Pablo es feliz porque ha
cumplido el propósito. No importaron los latigazos, los naufragios, las prisiones,
no importará el martirio al cual el ve como un sacrificio, una ofrenda… Nada
importa, si termino siendo fiel y predicando todo está bien… Ese es un final
feliz.
Hoy
es un día de revaluación de mi vida… ¿Cuándo será mi final? No lo sé, calculo
que faltan unos cuantos años… Pero como no lo sé… ¿No sería sabio que viviera
como quiero terminar? ¿Cómo quiero terminar? Quiero terminar predicando,
sirviendo, ofrendando, amando, ayudando, alentando a otros a la superación,
quiero terminar en santidad, quiero terminar en victoria, quiero terminar
rodeado por los que amo y rodeando a los que amo…. No puedo arriesgarme a tener
un final trágico… La mayor tragedia en la vida de un hombre es el sin sentido,
es haber vivido sin dejar huellas. No vaya ser que me descuide y la muerte
venga de puntas de pies y me encuentre aburguesado o “corriendo con la fusta
bajo el brazo”.
Quizás
en este punto la oración del viejo corsario de la reina de Inglaterra nos
sirva: “Moléstanos, Señor, cuando estemos demasiado satisfechos con nosotros
mismos.
Cuando nuestros sueños se hayan hecho realidad porque soñamos demasiado
poco.
Cuando lleguemos sanos y salvos porque navegamos demasiado cerca de la
orilla.
Moléstanos Señor” (Sir Francis Drake)
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
No hay comentarios:
Publicar un comentario