LIBRES O ESCLAVOS
Por
Daniel Cattaneo
devocionaldiario.org
1
Co.7:23. Ustedes fueron comprados por un precio; no se vuelvan esclavos de
nadie.
Pablo
está hablando del efecto del encuentro con Cristo sobre las diferentes
condiciones sociales y hablando de la esclavitud le aflora este pensamiento: Lo
que Dios hizo en tu vida fue liberarte, no vivas como esclavo de nadie.
Quizás,
en nuestro contexto del siglo XXI sea muy difícil comprender la esclavitud, no
porque no exista sino porque está disfrazada de diferentes maneras… pero en el
primer siglo la esclavitud era socialmente aceptada. Un esclavo no era dueño de
tiempo, de su vida, de su ropa, de su familia. Otro, su amo, era el dueño
absoluto de él. Pablo reflexiona que si has sido liberado por Cristo no puedes
vivir como esclavo de nadie. No está hablando de la esclavitud como
segmentación de castas, acaba de decir: “si eres esclavo, no te vuelva loco
hacerte libre, aunque si puedes lograrlo mejor” (versión Cattaneo). Pablo está
hablando de una condición espiritual a la que debemos aspirar.
No
permitas que nada te esclavice. No permitas que nada gobierne tu vida habiendo
sido comprado por Dios. No puedo dejar que nada se vuelva dueño de mi vida
porque ya no me pertenezco… he sido comprado por un precio.
El
concepto maravilloso de nivelación del cristianismo es que tanto el libre como
el esclavo fueron comprados por la muerte expiatoria de Jesús y por lo tanto,
los libres y los esclavos ya no somos dueños de nuestra vida, ningún hombre es
dueño de nuestra vida… tenemos un solo Amo y una sola condición: propiedad de
Dios. Esto arrasa las segmentaciones humanas, la cuestiones de autonomía del
hombre. Es tan gloriosa esa condición que nos libera mientras nos sujeta a un
compromiso de servicio a Dios.
Si
somos propiedad de Dios estamos para su servicio y nada debería estar por
encima de las demandas de Dios. Si Dios dice algo lo debo obedecer. Anteponer a
la voluntad de Dios cualquier excusa surgida de mi agenda, mis relaciones
interpersonales u otro ítem es hacerme esclavo de aquello de lo que se me
liberó.
Pensemos
en el joven rico… la demanda de Jesús no necesita ser analizada como buena o
mala, eso no es importante, el vender o quedarse con la riqueza no es un tema
central. Jesús como dueño puede pedir una cosa u otra, lo neurálgico aquí es
que el joven no quiere ser libre, renuncia a ser obediente y por ende se vuelve
esclavo de aquello que posee.
Pensemos
en Pedro, Andrés y los otros. La demanda es sencilla: Sígueme. Y la respuesta
lo es más aún: Y dejándolo todo le siguieron.
La demanda de Jesús no es analizada, es
obedecida y en la obediencia se determina la libertad de estos pescadores… ya
no son esclavos de nadie.
¿Cuál
es mi respuesta a las demandas de Jesús? ¿Quién es el dueño de mi tiempo, de
mis recursos, mi descanso? En estos días escuche a uno decir: Estoy haciendo
mucho para Dios… ¿Cuánto es mucho? Y si Dios lo demandó ¿es esa una acusación a
Dios? Y si Dios no lo demandó… ¿por qué lo hiciste? ¿Para agradar a un hombre?
Entonces perdiste tu condición de libre y te has vuelto esclavo de alguien….
Como
vemos esto nos simplifica la existencia… conozco gente que con fiebre va a
trabajar y nunca llega tarde a sus empleos (o servidumbres) pero cuando de
servicio a Dios se trata argumenta que “Dios va a entender”. Si, Dios va
entender quién es el verdadero amo y quien se lleva la fidelidad.
Hoy
es un día para analizar la veracidad de Ro.14:7-8 en lo personal:
“Ninguno
de nosotros vive para sí mismo ni muere para sí mismo. Si vivimos, para el
Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. De manera que, tanto en la
vida como en la muerte, del Señor somos.”
¿Realmente
es así? ¿Es mi obediencia absoluta?
¿Quién me ordena la agenda?
¿A quién me
desvela agradar?
¿Qué es lo más importante en mi vida?
No respondamos de
memoria… analiza el día de ayer, no fue domingo… fue lunes…
¿qué lugar ocupo
Dios en tu día?
Si la respuesta no es satisfactoria, recuerda que fuiste
comprado por precio… no te vuelvas esclavo de nadie.
Señor,
en esta madrugada yo me humillo ante tu gobierno, no quiero obedecer a otro
Señor más que a Ti.
No quiero aún mandarme a mí mismo, no soy un buen amo.
Hoy
vengo a agradecerte la libertad que me compraste y a rogarte que no la reduzca
a una esclavitud de religión, de hombres o de conveniencia.
Ya
no soy mío, ayúdame a obedecerte sencillamente para poder vivir en libertad.
Te
amo, Jesús. Amén.
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Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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