sábado, 1 de agosto de 2015

DE QUÉ HABLAMOS CUANDO NO NOS HABLAMOS

DE QUÉ HABLAMOS CUANDO NO NOS HABLAMOS
Extracto del libro Estoy Casada Pero Me Siento Sola
Por Alejandra Stamateas
devocionaldiario.org

¿HAY ALGUIEN EN CASA?

Muchas mujeres se preocupan al no percibir ninguna señal de comunicación por parte de sus parejas: ni palabras, ni expresiones faciales significativas, ni ningún contacto visual.

Parecieran ser dos extraños bajo un mismo techo. Sin embargo, él parece poder comunicarse con todo el mundo, con todos es un hombre encantador; « ¡tú sí que te ganaste la grande, nena!», te dicen. Pero parecería que este hombre tan elogiado decidió no hablar ni con su esposa ni con sus hijos.

 Y la falta de comunicación profundiza la soledad en los miembros de la pareja.

La falta de diálogo es uno de los principales problemas de las parejas de hoy, junto con la falta de proyectos en común, de sueños y de ideas. Y es generalmente la mujer la que comienza a advertir esta carencia y a culparse por el mal momento que están pasando.

Y sin darse cuenta, este miedo y esta soledad que comienza a sentir la llevan a entretejer historias falsas, que sólo existen en su mente. Así es como esta mujer, que no puede comunicar sus emociones, tratará de compensar ese silencio con una serie de preguntas y respuestas que ella misma fórmula y responde. Por ejemplo:

A. Inventará un diálogo y jugará los dos roles: el de él y el de ella.

Mujer: — ¿Cómo anduvo el trabajo?

Hombre: (No responde).

Mujer: —Fue duro, ¿eh? Bueno, siéntate que te traigo la cena.

Cuando la mujer responde en lugar del marido, lo que está haciendo es protegerse de la desazón que le produce el hecho de que él ni siquiera se moleste en responder a su pregunta.

 Entonces ella imagina una situación en la que simula que se han comunicado. Ella no obtuvo respuesta, por lo tanto lo que ella responde es lo que ella supone que ocurrió.

Como reconocer la realidad le produce tanto dolor, esta mujer que no quiere ver lo que sucede a su alrededor, imaginará y colocará en él actitudes o maneras de ser que no existen; lo justifica y excusa ante sí misma.

Y por medio de ese tipo de comunicación, la mujer evita enfrentarse a la verdad: su marido no la respeta o no quiere decirle algo que esconde.

B. Esta mujer justifica el accionar de su pareja, aun lo injustificable. Por ejemplo:

«El me ama pero le cuesta expresar sus emociones».
«Papá está orgulloso de ustedes aunque los critique, lo que pasa es que no sabe cómo expresarlo».

Esto lo hace también para tapar la posibilidad de que su marido, por ejemplo, la haya dejado de querer. Ella piensa: «Cuando estábamos de novios él me hablaba y ahora no, tal vez dejó de quererme».

C. Esta mujer se desvive por hacer todo lo que esté a su alcance para que su compañero pueda cambiar de actitud, le consigue cursos, le proporciona el número de un terapeuta, le cocina lo que le gusta, le compra revistas, hace todo y aún más para tener a su lado el hombre que siempre soñó.

Sin embargo, ninguna de estas estrategias evita que esta mujer siga sintiéndose sola. Esta mujer inventará diálogos, tratará de justificarlo, y finalmente se aislará más en sí misma. Pensará: « ¿Para qué le voy a contar lo que me pasa si a él no le interesa, si él está metido en su mundo, si yo no existo para él?»

Sesenta o setenta años atrás, nuestras abuelas no esperaban que sus maridos les proporcionaran intimidad, participación, lugar, pertenencia emocional. Eso no significa que no lo desearan, simplemente no lo esperaban. Podían llegar a sentirse tristes, pero no abrigaban expectativas de intimidad, por lo tanto no experimentaban este tipo de soledad que hoy sienten las mujeres que sí tienen esa expectativa.

Cuando un marido está en su trabajo o con sus amigos habla de mil cosas, pero rara vez hablará de su intimidad o de lo que realmente a él también le pasa; pero en fin, habla… Sucede que cuando llega a casa pareciera que las palabras se han terminado, y esos eternos silencios son motivo suficiente para que una mujer que se siente sola piense que él está saliendo con otra mujer. 

Pero en realidad este hombre no habla porque él es así; su naturaleza no es como la nuestra. Las mujeres tenemos más capacidad para expresarnos y dar a conocer nuestras emociones; al hombre le cuesta mucho más. Por todo esto, lo mejor es detenernos, aplicar sabiduría y comenzar a entender cómo funciona cada sexo y cómo funcionamos ambos, «en pareja».

Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo Dios Oye.

Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”

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