LAS FUERZAS ESPIRITUALES TRAS LOS OBJETOS OCULTISTAS
Extracto
del libro Ocultismo y Sanidad Interior
Por
Bernardo Stamateas. Edgardo Tosoni
devocionaldiario.org
LOS
OBJETOS COMO SIMPLES OBJETOS
Estos
objetos en sí mismos no son nada. Este punto posee dos partes muy importantes:
La primera es que el objeto en sí no posee ni poder, ni fuerza, ni nada.
Atribuirle poder “al objeto” en sí mismo sería caer en el animismo. Además el
mismo Señor nos lo aclara por la boca de sus siervos. Miremos Is.44:9-10: “Los
formadores de imágenes de talla, todos ellos son vanidad, y lo más precioso de
ellos para nada es útil; y ellos mismos son testigos para su confusión, de que
los ídolos no ven ni entienden. ¿Quién formó a un dios, o quién fundió una
imagen que para nada es de provecho?”
Se
puede leer todo el pasaje de Is.44:9-20. Irónicamente expresa cómo se le puede
atribuir a un objeto hecho por los hombres, fuerzas sobrenaturales. Dice más
adelante (vs.15-17) que parte del leño que el hombre toma para calentarse, lo
utiliza para la comida y parte lo convierte en dios trabajando la madera. Luego
lo instala en su casa (vs.13) y le rinde súplica (vs.17) y queda así, esclavo de
su ídolo (vs.20).
(Ver
también Jer.10:11, Is.40:19-20, Sal.115:4-7, Sal.95:3; Os.9:10).
Dice
Is.46:6-7: “Sacan oro de la bolsa, y pesan plata con balanzas, alquilan un
platero para hacer un dios de ello; se postran y adoran. Se lo echan sobre los
hombros, lo llevan, y lo colocan en su lugar; allí está y no se mueve de su
sitio. Le gritan y tampoco responde, ni libra de la tribulación.”
El
gran error del pueblo cristiano fue creer solamente este aspecto: la ridiculez
de quien los fabrica y lo ridículo de pensar que en sí mismos los objetos
tenían poder. Así, entonces tener una estatuilla de la virgen, una pirámide,
etc., “no significa nada de nada” espiritual y emocionalmente hablando. Esto es
FALSO.
Miremos
un pasaje del Nuevo Testamento que complementa la idea. En 1º Co.8:4 dice el
apóstol Pablo: “Acerca, pues, de las viandas que se sacrifican a los ídolos,
sabemos que un ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un Dios.”
En
ese capítulo 8 el apóstol habla de la carne sacrificada a los ídolos. Una parte
se entregaba en sacrificio, otra para los sacerdotes y otra al que ofrecía el
sacrificio con la cual invitaba a los amigos (vs.10) o se vendía al público en
el supermercado. Los cristianos se preguntaban si podían comer esas carnes que
habían sido sacrificadas a los ídolos; de hecho algunos las comían sin el menor
problema; el apóstol ve que había hermanos que creían (como lo creían antes de
conocer a Cristo) que los ídolos tenían algún tipo de poder. Es decir que
algunos creían que las carnes eran sagradas y otros que no. El más maduro debe
renunciar a ellas para que el más débil (que creía que sí eran sagradas) no sea
confundido.
LAS
FUERZAS ESPIRITUALES TRAS LOS OBJETOS
Detrás
de los mismos, se encuentran fuerzas demoníacas actuantes y estos objetos
confieren a los demonios poder legal para actuar en la vida de quien los posea
o los adore.
Pero
miremos ahora un texto que nos arroja luz, en una segunda idea. Ya hemos dicho
que el objeto en sí no es nada ni posee poder. Dice más adelante el apóstol, en
1º Co.10:19-20: “¿Qué digo, pues? ¿Que el ídolo es algo, o que sea algo lo que
se sacrifica a los ídolos? Antes digo que lo que los gentiles sacrifican, a los
demonios lo sacrifican y no a Dios; y no quiero que vosotros os hagáis
partícipes con los demonios”.
Volvemos
en este capítulo a remarcar que los ídolos no son nada, pero los que reciben
esos sacrificios o adoración. Sí. DETRÁS de los ídolos se encuentran los
demonios. Su disfraz es el ídolo.
Satanás
es el padre de las mentiras y justamente una de ellas es hacer que la gente
posea estos objetos o símbolos como algo inocuo, algo meramente “sin problemas”
y mucho peor aún, que muchos pongan aspectos afectivos sobre una estampita,
estatua, pirámide, etc., dándole así al objeto (y detrás de ellos a los
demonios) la autoridad humana para que éstos actúen en parte de la vida de la
persona.
Al
sacrificar a los ídolos, se sacrifica a los autores de la idolatría: los
demonios.
Mucha
gente creyente dice: Pero, ¿qué puede tener de malo o de demoníaco que yo
guarde este rosario o esta pirámide? Mucho.
El
enemigo trabaja siempre con disfraz; siempre está oculto; no desea darse a
conocer (a los creyentes llenos del E.S.) ya que así podemos detectar sus
maquinaciones y ejercer nuestra autoridad en Cristo para quebrantar su poder. Y
una manera de ocultarse es buscar objetos “sencillos” pero vinculados
grandemente con lo oculto y demoníaco.
Él
es un engañador; es un maestro del engaño y de la sutileza; él puede sembrar
con cierta verdad, sus ideas mentirosas; él puede gestar lentamente ideas
falsas para que las conductas del creyente sean contrarias a la voluntad de
Dios (1 Cr. 21:1; Jn.13:2; Hch.5:3).
Dios
no está presente detrás de los objetos pero los demonios sí. Ellos necesitan de
los objetos porque su mediocridad y su necesidad de “ser vistos” (vanidad) lo
requieren. El trabajo espiritual que hay detrás de ellos, el pacto o la atadura
que se sostiene en esos objetos, hace que al poseerlos también se participe de
las fuerzas espirituales que sobre ellos se montan.
Como
hemos dicho anteriormente, no es el objeto en si el que tiene algún poder; el
objeto en sí no es nada sino en cuanto a lo que representa; pero no solamente
posee una carga simbólica sino que sobre el objeto se realiza o se monta el
trabajo espiritual, la atadura, el pacto, por lo cual actúan los espíritus
inmundos. Por eso, para los umbandistas, espiritistas, curanderos, etc., es tan
importante “el objeto”; saben que tiene poder. Y más allá de lo supersticioso y
mentiroso de mucho de lo que dicen estos señores, los espíritus inmundos se vinculan
al mismo.
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Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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