LAS MALDICIONES FAMILIARES
Extracto
del libro Ocultismo y Sanidad Interior
Por
Bernardo Stamateas, Edgardo Tosoni
devocionaldiario.org
1.
Introducción.
¿Tiene
poder la lengua? ¿Tienen poder las palabras? No cabe duda de que sí.
Es
indudable que es a través de las palabras que sanamos o enfermamos.
Dice
ya el antiguo libro de Proverbios que hay hombres cuyas palabras son como
golpes de espada mientras que las palabras de los sabios es medicina
(Prov.12:18).
Las
maldiciones se refieren a lo que la boca es capaz de hacer en la vida de la
persona. La maldición es un deseo, un intenso deseo de destruir a la otra
persona, de descalificarla, de desearle una desgracia o una enfermedad o
simplemente desearles el mal.
Si
la bendición es desearle lo mejor de Dios a una persona, la maldición es
desearle lo peor del diablo. Es un deseo de perjudicar.
Las
maldiciones básicamente pueden ser de dos tipos: las maldiciones ocultistas
y las psicológicas.
2.
Las Maldiciones Psicológicas.
Estas
tienen que ver con el deseo de una persona de descalificar, empequeñecer,
rechazar a nivel afectivo a otra persona.
El
“no te deseo”, “eres un estúpido”, “siempre haces las cosas mal”, etc., son
maldiciones que salen de la boca de las personas y que destruyen la vida de
quienes son portadores.
Hemos
escuchado a personas que en su intento de justificarse dicen que Dios también
ha maldecido.
Sí,
es verdad pero las maldiciones de Dios en contra del pecado no tienen nada que
ver con lo antes dicho.
Dios
censura el pecado y trae juicio, Él lo puede hacer porque es Dios santo y rey
justo. A Dios le cabe esto pero no al ser humano, que vive en la gracia. Es
interesante que maldecir también significa: poner en ridículo, insultar, “hacer
pequeño” (1 R.2:8).
Muchas
personas no han tomado conciencia de que “las palabras” tienen poder, no porque
tienen poder en sí mismas sino porque una “mala palabra”, un insulto, un
chisme, una crítica, etc., son los vehículos para que el enemigo se haga
presente y ate. En la Biblia se nos alienta a tomar conciencia de esto y del
cuidado de que nuestras palabras bendigan y no maldigan.
Dice
Prov.12:18: “Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; más la
lengua de los sabios es medicina”.
Por
otro lado Prov.18:21 dice: “La muerte y la vida están en el poder de la lengua
y el que la ama comerá de sus frutos”.
A
una persona que estaba a punto de casarse, sus padres, minutos antes, le
dijeron: “¡quiero advertirte que si te casas con esa, toda tu vida va a ser
desdichada!”. Esta maldición arrojada minutos antes del matrimonio civil bastó
para que el matrimonio durase apenas algunos meses.
Las
palabras en sí mismas no tienen poder pero el efecto que producen en quienes
las escuchan (además del valor afectivo que tiene quien las dice) hace que
entren en lo más profundo del ser y destruyan la vida.
Frases
descalificadoras, palabras de derrota, insultos, malas palabras, etc., son
formas de maldecir y no de bendecir.
Los
síntomas que puede poseer una persona maldecida pueden ser según Dt.28:
problemas emocionales, enfermedades crónicas hereditarias, problemas en la fertilidad,
problemas matrimoniales, dificultades económicas, accidentes y muertes
prematuras o suicidios. Apartarse de Dios trae también su maldición de sequedad
(Jer.17:5-6), robar su diezmo (Mal.3:10).
Satanás
tiene un plan para destruir a las naciones y las maldiciones son uno de esos
elementos. Ej. La persona a la que el pastor le manda la maldición: “eres un
hijo del demonio”, “eres lo peor”, “eres la maldad encarnada”, etc., (muchas
personas con vicios y adicciones parten de esta maldición).
Hace
un tiempo ministramos a un matrimonio al cual una persona allegada les dijo:
“vuestro matrimonio no va a durar nada, os vais a divorciar”. Estas palabras
actuaron como maldición en la vida de la pareja, bastó con renunciar a la misma
y romper su poder afectivo-espiritual para que la pareja volviese a la
estabilidad.
Todas
las frases que se repiten permanentemente también pueden actuar como
maldiciones psicológicas.
Hay personas que se la pasan anunciando sus
temores una y otra vez, que se la pasan repitiendo lo mal que están una y otra
vez y esto actúa como un boomerang sobre sus vidas.
Cuando
una persona se encuentra bajo una maldición, se siente atrapada, como en
sombras, como en un túnel donde todo sale mal y no hay respuestas ni victoria.
La persona se puede encontrar sin saberlo bajo
maldiciones de sus antepasados, dadas a la persona, su descendencia o su
familia. En más de una oportunidad el Espíritu nos guio a pedirle que nos
muestre quién y cuándo arrojó alguna maldición; la revelación del Espíritu es
tan maravillosa que luego de semanas pudimos comprobar por diversos medios lo
que el Espíritu revela con exactitud.
Justamente
también debemos pedir discernimiento del Espíritu ya que muchas maldiciones de
antepasados están vinculadas con objetos que pasan de generación en generación,
objetos de clara índole ocultista. Los mismos deben ser quemados y rota su
maldición orando (Dt.7:25,26).
Sería
importante decir también que hemos ministrado a cientos de personas que se “auto
maldijeron”; aquí es bueno mostrarles algunos de los pasajes siguientes:
Mt.12:36-37, Prov.6:2, Mr.14:66-72, Mt.27:20-26.
3.
Las Maldiciones Ocultistas.
Quien
profesa las maldiciones está vinculado a lo ocultó, sea una hechicera, adivino,
umbandista, etc.
En
las maldiciones se invocan fuerzas demoníacas para destruir a la otra persona.
El
conocido “trabajo” o “le hicieron un daño” es justamente una maldición o
hechizo.
Esto
no se rompe con otro conjuro (ya que ésta es una práctica de ocultismo), sino
que se rompe con una oración. Las maldiciones tanto ocultistas como afectivas
deben ser destruidas. Cualquiera de las dos pueden hacerse:
*Sobre
sí mismo. *Sobre un hijo. *Sobre los padres: (Ex. 21:17, Lv.20:9). *Sobre su
descendencia. *Sobre mi familia. *Sobre el ministerio. *Sobre la iglesia. *Sobre
la ciudad, nación, países, etc. (Nm.22:6, 23:7).
Como
consejeros debemos rastrear qué maldiciones, sobre quién y quién la ha
realizado con el fin de renunciar a ellas y romper su mentira y lazo demoníaco
sobre la vida de quien la haya recibido.
Proponemos
la siguiente guía:
*¿Qué
frases repetían y quién las decía? *En momentos de odio, ¿qué se decían? *Al
morir, ¿qué dijeron? *Al casarse sus familiares, ¿qué dijeron? *Problemas
durante el embarazo, pérdidas. *Muertes. *Alguna maldición explícita. *Especificar
tipo de maldición. *Ocultista.
Juicios
emocionales: (“estúpido”, “vago”, “vas a divorciarte”, “vas a fracasar”, “nadie
te va a querer”, “no te esperábamos”, etc.).
ORACIÓN
DE LIBERACIÓN
Otros
comentarios:
ORACIÓN
DE CIERRE: Oración de exaltación, adoración y gratitud por la sanidad
efectuada.
Dice
Nm.6:24-25: “Jehová te bendiga y te guarde; Jehová haga resplandecer su rostro
sobre ti, y tenga de ti misericordia”.
CONCLUSIÓN
Ya
es tiempo de salir a trabajar…
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo
Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
No hay comentarios:
Publicar un comentario