jueves, 6 de agosto de 2015

LAS MALDICIONES FAMILIARES
Extracto del libro Ocultismo y Sanidad Interior
Por Bernardo Stamateas,  Edgardo Tosoni
devocionaldiario.org
1. Introducción.

¿Tiene poder la lengua? ¿Tienen poder las palabras? No cabe duda de que sí.

Es indudable que es a través de las palabras que sanamos o enfermamos.

Dice ya el antiguo libro de Proverbios que hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada mientras que las palabras de los sabios es medicina (Prov.12:18).

Las maldiciones se refieren a lo que la boca es capaz de hacer en la vida de la persona. La maldición es un deseo, un intenso deseo de destruir a la otra persona, de descalificarla, de desearle una desgracia o una enfermedad o simplemente desearles el mal.

Si la bendición es desearle lo mejor de Dios a una persona, la maldición es desearle lo peor del diablo. Es un deseo de perjudicar.

Las maldiciones básicamente pueden ser de dos tipos: las maldiciones ocultistas y las psicológicas.

2. Las Maldiciones Psicológicas.

Estas tienen que ver con el deseo de una persona de descalificar, empequeñecer, rechazar a nivel afectivo a otra persona.

El “no te deseo”, “eres un estúpido”, “siempre haces las cosas mal”, etc., son maldiciones que salen de la boca de las personas y que destruyen la vida de quienes son portadores.

Hemos escuchado a personas que en su intento de justificarse dicen que Dios también ha maldecido.

Sí, es verdad pero las maldiciones de Dios en contra del pecado no tienen nada que ver con lo antes dicho.

Dios censura el pecado y trae juicio, Él lo puede hacer porque es Dios santo y rey justo. A Dios le cabe esto pero no al ser humano, que vive en la gracia. Es interesante que maldecir también significa: poner en ridículo, insultar, “hacer pequeño” (1 R.2:8).

Muchas personas no han tomado conciencia de que “las palabras” tienen poder, no porque tienen poder en sí mismas sino porque una “mala palabra”, un insulto, un chisme, una crítica, etc., son los vehículos para que el enemigo se haga presente y ate. En la Biblia se nos alienta a tomar conciencia de esto y del cuidado de que nuestras palabras bendigan y no maldigan.

Dice Prov.12:18: “Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; más la lengua de los sabios es medicina”.

Por otro lado Prov.18:21 dice: “La muerte y la vida están en el poder de la lengua y el que la ama comerá de sus frutos”.

 A una persona que estaba a punto de casarse, sus padres, minutos antes, le dijeron: “¡quiero advertirte que si te casas con esa, toda tu vida va a ser desdichada!”. Esta maldición arrojada minutos antes del matrimonio civil bastó para que el matrimonio durase apenas algunos meses.

Las palabras en sí mismas no tienen poder pero el efecto que producen en quienes las escuchan (además del valor afectivo que tiene quien las dice) hace que entren en lo más profundo del ser y destruyan la vida.
Frases descalificadoras, palabras de derrota, insultos, malas palabras, etc., son formas de maldecir y no de bendecir.
Los síntomas que puede poseer una persona maldecida pueden ser según Dt.28: problemas emocionales, enfermedades crónicas hereditarias, problemas en la fertilidad, problemas matrimoniales, dificultades económicas, accidentes y muertes prematuras o suicidios. Apartarse de Dios trae también su maldición de sequedad (Jer.17:5-6), robar su diezmo (Mal.3:10).
Satanás tiene un plan para destruir a las naciones y las maldiciones son uno de esos elementos. Ej. La persona a la que el pastor le manda la maldición: “eres un hijo del demonio”, “eres lo peor”, “eres la maldad encarnada”, etc., (muchas personas con vicios y adicciones parten de esta maldición).
Hace un tiempo ministramos a un matrimonio al cual una persona allegada les dijo: “vuestro matrimonio no va a durar nada, os vais a divorciar”. Estas palabras actuaron como maldición en la vida de la pareja, bastó con renunciar a la misma y romper su poder afectivo-espiritual para que la pareja volviese a la estabilidad.
Todas las frases que se repiten permanentemente también pueden actuar como maldiciones psicológicas.
 Hay personas que se la pasan anunciando sus temores una y otra vez, que se la pasan repitiendo lo mal que están una y otra vez y esto actúa como un boomerang sobre sus vidas.
Cuando una persona se encuentra bajo una maldición, se siente atrapada, como en sombras, como en un túnel donde todo sale mal y no hay respuestas ni victoria.
 La persona se puede encontrar sin saberlo bajo maldiciones de sus antepasados, dadas a la persona, su descendencia o su familia. En más de una oportunidad el Espíritu nos guio a pedirle que nos muestre quién y cuándo arrojó alguna maldición; la revelación del Espíritu es tan maravillosa que luego de semanas pudimos comprobar por diversos medios lo que el Espíritu revela con exactitud.
Justamente también debemos pedir discernimiento del Espíritu ya que muchas maldiciones de antepasados están vinculadas con objetos que pasan de generación en generación, objetos de clara índole ocultista. Los mismos deben ser quemados y rota su maldición orando (Dt.7:25,26).
Sería importante decir también que hemos ministrado a cientos de personas que se “auto maldijeron”; aquí es bueno mostrarles algunos de los pasajes siguientes: Mt.12:36-37, Prov.6:2, Mr.14:66-72, Mt.27:20-26.

3. Las Maldiciones Ocultistas.
Quien profesa las maldiciones está vinculado a lo ocultó, sea una hechicera, adivino, umbandista, etc.
En las maldiciones se invocan fuerzas demoníacas para destruir a la otra persona.
El conocido “trabajo” o “le hicieron un daño” es justamente una maldición o hechizo.
Esto no se rompe con otro conjuro (ya que ésta es una práctica de ocultismo), sino que se rompe con una oración. Las maldiciones tanto ocultistas como afectivas deben ser destruidas. Cualquiera de las dos pueden hacerse:
*Sobre sí mismo. *Sobre un hijo. *Sobre los padres: (Ex. 21:17, Lv.20:9). *Sobre su descendencia. *Sobre mi familia. *Sobre el ministerio. *Sobre la iglesia. *Sobre la ciudad, nación, países, etc. (Nm.22:6, 23:7).
Como consejeros debemos rastrear qué maldiciones, sobre quién y quién la ha realizado con el fin de renunciar a ellas y romper su mentira y lazo demoníaco sobre la vida de quien la haya recibido.
Proponemos la siguiente guía:
*¿Qué frases repetían y quién las decía? *En momentos de odio, ¿qué se decían? *Al morir, ¿qué dijeron? *Al casarse sus familiares, ¿qué dijeron? *Problemas durante el embarazo, pérdidas. *Muertes. *Alguna maldición explícita. *Especificar tipo de maldición. *Ocultista.
Juicios emocionales: (“estúpido”, “vago”, “vas a divorciarte”, “vas a fracasar”, “nadie te va a querer”, “no te esperábamos”, etc.).
ORACIÓN DE LIBERACIÓN
Otros comentarios:
ORACIÓN DE CIERRE: Oración de exaltación, adoración y gratitud por la sanidad efectuada.
Dice Nm.6:24-25: “Jehová te bendiga y te guarde; Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia”.
CONCLUSIÓN
Ya es tiempo de salir a trabajar…
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”


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