LA ESPERANZA QUE NO DEFRAUDA
Fuente:
Camilo Cvc LA VOZ
Este
artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.
Quienes creen en Cristo viven “en
paz con Dios” y han recibido la gracia de la salvación (Romanos 5,1-2). Sin
embargo siempre pueden ser víctimas del mal y del dolor y verse envueltos en la
negatividad y las contradicciones de la historia humana.
La gracia que los
creyentes hemos recibido a través de la muerte y la resurrección de Cristo no anula
su condición histórica, ni los arranca de la dura realidad de la vida en donde
las fuerzas del mal los amenazan peligrosamente también a ellos. Lo
extraordinario es que, aun en medio de las situaciones más difíciles y oscuras,
los cristianos permanecen firmes, ya que ponen toda su confianza en Dios,
sabiendo que el mal y lo negativo no tienen nunca la última palabra. Ponen toda
su seguridad y su confianza en Dios. Es lo que quiere decir Pablo cuando afirma
que los cristianos “se sienten Gozosos, esperando participar de la gloria de
Dios” (Romanos 5,2).
El
cristiano se siente con gozo de la esperanza que brota de su fe en Cristo y
vive la experiencia del mal no como obstáculo fatal que lo destruye y lo hace
infeliz, sino como ocasión para vivir más intensamente el amor y la fuerza de
Dios en Cristo. Lo que podría ser fuente de fracaso y de muerte, se vive como
ocasión de crecimiento humano y de fe: “Hasta en los sufrimientos nos sentimos
llenos de gozo, sabiendo que los sufrimientos producen paciencia; la paciencia
produce virtud sólida, y la virtud sólida, esperanza” (Romanos 5,3-4). Las
dificultades de la vida hacen madurar al creyente, no lo derrumban, le dan la
oportunidad de perseverar con fidelidad. El fruto de la esperanza no se recoge
cuando el aprieto ya ha sido superado, sino cuando logramos descubrir a Dios
allí donde todo parece negar su presencia.
La
esperanza cristiana no es espera pasiva del futuro, ni resignación conformista,
ni tampoco se reduce a un ingenuo optimismo. Nuestra esperanza brota de la
confianza que ponemos en Dios que nos ha amado en Cristo, con la cual
afrontamos la realidad serenamente, sin dejar que el peso de las dificultades
nos aplaste e intentando cambiar lo que se puede cambiar. Nuestra esperanza se
sostiene con la certeza que “si Dios está por nosotros, ¿quién podrá estar
contra nosotros?” (Romanos 8,31) y de que “ni lo presente, ni lo futuro… ni
ninguna otra criatura podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo
Jesús, Señor nuestro” (Romanos 8,39).
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Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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