LAS BUENAS NUEVAS DEL REINO-3
Extracto
del libro Redescubriendo el Reino
Por
Myles Munroe
Devocionaldiario.org
EL
PRIMER PASO: NACER DE NUEVO
A
través de Jesús podemos entrar por la puerta del Reino y comenzar a vivir,
pensar y actuar como lo que realmente somos: hijos del Rey. En el Evangelio de
Juan, Jesús se refiere a este paso como “nacer de nuevo”.
Esto
es exactamente lo que significa nacer de nuevo: un paso. Es un paso
indispensable, ya que no podemos entrar al Reino sin él, pero es tan solo un
paso. Nacer de nuevo es tan solo el primer paso para una vida completamente
nueva, una travesía de aprendizaje, para saber, apreciar y experimentar
nuestros derechos, privilegios y responsabilidades como ciudadanos del Reino.
Pero
si pasamos todo nuestro tiempo evocándonos solamente en ese primer paso,
perderemos muchas de las alegrías y bendiciones que están detrás de la puerta.
Hay muchas habitaciones en la casa de Dios, pero si elegimos no avanzar más
allá de la puerta de entrada, nos perderemos de experimentar sus maravillas.
LA
VIDA PUERTAS ADENTRO DEL REINO
Muchos
creyentes tienen una fijación absoluta con Jesús como Salvador y con “nacer de
nuevo” que, tan pronto como están dentro del Reino, acampan en el umbral y no
avanzan más. Jesús es la puerta al Reino; pero, créame, hay más riquezas
esperando por delante. Jesús lo dejó en claro cuando dijo:
“Ciertamente
les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que vinieron antes de
mí eran unos ladrones y unos bandidos, pero las ovejas no les hicieron caso. Yo
soy la puerta; el que entre por esta puerta, que soy yo, será salvo. Se moverá
con entera libertad, y hallará pastos. El ladrón no viene más que a robar,
matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia”
(Juan 10:7-10)
¡Vida…
al máximo! De eso se trata nuestra herencia, y todo comienza con Jesús. Pero
todo no termina en la puerta. Recuerde que la vida es un peregrinaje y que la
vida en el Reino requerirá que usted avance de sus experiencias originales con
Dios y madure y crezca como un verdadero hijo del Reino.
Reclamar
nuestra herencia no es unirse a una denominación o iglesia en particular. No
tiene nada que ver con hacerse “religioso”. Y tiene todo que ver con entender
que somos ciudadanos de un Reino establecido y regido por Dios, el cual
permanecerá para siempre.
Como
ciudadanos del Reino, tenemos derechos legales sobre el gobierno. La razón por
la que tantos reciben tan poco de Dios es porque no se reconocen como
ciudadanos de su Reino, no entienden sus derechos como ciudadanos y, por lo
tanto, carecen de seguridad y confianza para pedir. Ser ciudadanos del Reino es
una realidad espiritual, pero también una mentalidad. Como creyentes, ya
tenemos el Espíritu de Dios, pero necesitamos conocer la mente y el corazón de
Dios, necesitamos entrenamiento en pensar y vivir como hijos de Dios.
CIUDADANOS
DE UNA NUEVA NACION
Una
vez que nos hacemos creyentes y entramos al Reino de Dios, “cambiamos
naciones”. Dejamos nuestra ciudadanía en el mundo para naturalizarnos como
ciudadanos del Reino de los cielos. Estamos en el mundo pero no somos del
mundo. Entramos al Reino a través de Jesús que es la Puerta. Dios nos acepta,
nos naturaliza como ciudadanos del Reino, y luego nos comisiona como
embajadores de su gobierno de modo que podamos ayudar a otros a hallar la
puerta también.
En
el trabajo, la escuela o dondequiera que vayamos, debemos recordar que somos
ciudadanos del Reino que residimos en tierra extranjera, y la autoridad de
nuestro gobierno de origen nos respalda. Todos los derechos, privilegios y
beneficios de nuestra ciudadanía se aplican plenamente a nosotros aunque
vivimos en una tierra extranjera. En cualquier momento, podemos pedir los
recursos de nuestro Rey, los cuales son muchísimo más abundantes que los de
este mundo. Cuando cinco mil personas necesitaban comer, los discípulos de
Jesús vieron solamente los recursos limitados de este mundo: cinco panes y dos
pescados. Jesús, en cambio, miró la despensa de su Padre y vio suficiente
comida como para alimentar a todos, y quedaron doce cestas llenas con las
sobras.
Nuestro
Reino es un Reino de provisión abundante. Debemos cambiar nuestra mentalidad de
pobreza por una mentalidad de provisión. Siempre que nos ocupemos de los
negocios del Padre, Él nos proveerá todo lo que necesitamos. No importa cuál
sea nuestra situación, podemos focalizarnos en el Reino, reclamar nuestros
derechos y decir con confianza: “Mi Dios suplirá”.
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo
Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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