LAS BUENAS NUEVAS DEL REINO-2
Extracto
del libro Redescubriendo el Reino
Por
Myles Munroe
Devocionaldiario.org
Todo
lo que Dios hace sirve a los propósitos de su Reino. Una de las principales
razones por las que tan menudo malinterpretamos a Dios es debido a que fallamos
a la hora de reconocer esto. Desde el principio, Dios planeó extender su
dominio real del mundo invisible y espiritual al plano visible y físico. Esto
sería logrado al gobernar a través de los seres humanos a los que Él creó y
puso en autoridad sobre el resto de lo creado. A raíz del pecado, el hombre
abdicó su lugar de autoridad y quedó debajo del dominio de Satanás, cayó en
esclavitud y ceguera espiritual. Como el propósito de Dios nunca cambia, Él
promulgó un plan creado desde antes de la fundación del mundo para ayudarnos a
redescubrir su Reino. El objetivo de Dios es restaurar al hombre a su lugar
original de dominio y liderazgo terrenal.
TRAER
EL CIELO A LA TIERRA
Otra
manera de decirlo es que el propósito de Dios es restaurar su gobierno sobre la
Tierra a través de la humanidad. Satanás, el usurpador, debe ser quitado del
trono terrenal que él robó. Esta restauración del gobierno de Dios sobre la
Tierra a través de la humanidad es lo que forma verdaderamente el centro de la
fe que nosotros guardamos como creyentes y seguidores de Cristo. Es la razón
por la que Jesús vino para alcanzar nuestras vidas. Jesús predicó un mensaje
muy simple: el Reino de los cielos ha venido a la Tierra. El mensaje de Jesús,
el cual le fue dado por su Padre, reflejaba su misión divina en la Tierra, así
como también la pasión y el deseo de su corazón. La motivación conductora de la
vida de Jesús no era llevarnos al cielo -esa es la meta de la “religión”-, sino
traernos el cielo a nosotros. La pasión de Jesús era establecer el Reino de su
Padre sobre la Tierra, en los corazones de los hombres.
Hemos
oído mucho en años recientes sobre el aumento del odio religioso, las luchas y
los conflictos alrededor de todo el mundo. Los musulmanes han atacado y matado
a cristianos, judíos e hindúes, quemando iglesias y templos. Los cristianos,
judíos e hindúes han hecho lo mismo con los musulmanes, y también entre ellos
mismos. Distintas sectas de la misma fe pelean unas contra otras. Todo este
conflicto deja como resultado una repercusión de muerte, desesperación, enojo,
odio, resentimiento, amargura, lucha, enfermedades y pobreza: todo en nombre de
“servir a Dios”.
¿Estos
devotos militantes sirven al mismo Dios que nosotros? Muchas cosas son hechas
en nombre de Dios, pero distan de provenir de su Espíritu. Desgraciadamente, la
Iglesia cristiana a través de la historia no ha quedado exenta de culpa y cargo
en este aspecto.
Cada vez que se obsesiona con “hacer avanzar
el Reino por la causa de Jesús” hasta el punto de abusar e incluso matar a
personas, sustraer la propiedad de otros y pelear con sus miembros, deja de
representar eficaz y acertadamente a Dios en este mundo. Literalmente cesamos
de ser Iglesia. Podemos portar el nombre de Jesús, pero nos hemos apartado de
su Espíritu.
Dios
no mata gente, no incendia edificios o destruye la propiedad. Hacer avanzar el
Reino de Dios no significa una invasión del territorio físico. Significa una
invasión a las partes internas del alma del hombre, capturando su corazón y
mente para el propósito de Dios. Nuestra misión no es invadir naciones y tomar
a la gente por el cuello y sacudirlos hasta que vean la luz y se vuelvan a
Jesús. Esa no es la forma en que Dios actúa. El Reino de Dios ya ha invadido la
Tierra, pero su objetivo son los corazones de las personas, no el territorio
geográfico.
Dios
no precisa conquistar la Tierra porque ya le pertenece a Él: “Del Señor es la
tierra y todo cuanto hay en ella, el mundo y cuantos lo habitan” (Salmo 24:1).
El Reino de Dios no busca la Tierra en el sentido de desear poseer su
propiedad. El Reino de Dios está en busca del “mundo” que afecta la Tierra, el
mundo de los corazones y las mentes humanos. Nuestro Reino no es de este mundo,
pero el pecado ha cegado nuestros ojos, y no sabemos quiénes somos ni de dónde
venimos. Dios quiere restaurarnos a nuestro lugar anterior de honor, dominio y
autoridad. Él quiere que redescubramos y reclamemos nuestra herencia.
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo
Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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