ORANDO PARA SER EL ESPOSO
QUE DIOS DESEA
Extracto del libro
“El Poder del Esposo Que Ora”
Por Stormie
Omartian
Devocionaldiariio.org
Tu matrimonio es como un partido de fútbol. Tú y tu
esposa son un equipo. Y ella desea tener la seguridad de saber que cuando las
cosas no andan bien y llegó el momento decisivo, aunque el enemigo ya esté
celebrando tu derrota y todo parezca estar perdido, tú tienes fe y crees que
las cosas pueden cambiar incluso en el último segundo. Ella necesita tener la
seguridad de que en tu bolsillo tienes escondida una jugada que puede llevarlos
hasta el otro lado del campo con el balón para obtener un gol ganador. Ella
desea que confíes en que nada es imposible con Dios, y que debido a esta
realidad nunca dejarás de esperar que suceda lo imposible. Cuando tu esposa
sabe que estás orando, se siente plenamente confiada de todas estas cosas.
En mi encuesta, el 85% de las esposas expresaron que la
oración más importante que un esposo puede hacer, es que él llegue a
convertirse en la clase de hombre, esposo, y cabeza del hogar que Dios desea que
sea. Este es el lugar más importante para que un hombre comience a orar.
«Para que vuestras oraciones no tengan estorbo». Lo
bueno respecto a la oración —o el problema con la oración, dependiendo de tu
perspectiva— es que para hacerlo tenemos que acudir a Dios. Esto significa que
no podemos andar con engaños. Significa que el Señor va a revelar todos los
pensamientos negativos, las malas actitudes, la dureza del corazón o los motivos
egoístas.
La oración ferviente y honesta siempre trae a la luz
los sentimientos más profundos de nuestro corazón. Y esto puede ser bastante
incómodo e incluso una experiencia miserable.
Si algo he aprendido de la oración es que si en nuestro
corazón estamos albergando falta de perdón, amargura, egoísmo, orgullo, ira,
irritabilidad o resentimiento, nuestras oraciones no serán contestadas. «Si en
mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría escuchado»
(Salmo 66:18). Cuando oramos, en nuestro corazón debe haber rectitud. Todos
nosotros, hombres y mujeres por igual, ponemos en peligro las oraciones cuando
no oramos con rectitud de corazón.
Al orar, la condición de nuestro corazón tiene más
efecto sobre el resultado de la respuesta a dicha oración, que el contenido
mismo de la oración. Es por esta razón, que cuando nos acercamos a Dios en
oración, Él nos pide que primero confesemos todo lo indebido que haya en
nuestros corazones. Y lo hace así para que nada nos separe de Él. La Biblia
dice: «Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a
la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida,
para que vuestras oraciones no tengan estorbo» (1 Pedro 3:7).
Vivir sabiamente con tu esposa significa en parte,
reconocer que ella necesita tu cobertura, tu protección y tu amor. Y porque
ambos son coherederos de la gracia de Dios, necesitas honrarla en tus
pensamientos, palabras y acciones. Cuando no lo haces, tus oraciones hayan
estorbo. Esto significa todas tus oraciones, y no solo las que elevas a favor
de tu esposa.
Muchos hombres no reciben respuesta a sus oraciones
porque no aprendieron este paso tan vital. Una de las mejores maneras de honrar
a tu esposa es orar por ella con un corazón limpio delante de Dios.
Pídele a Dios que te muestre todo lo que necesitas ver
sobre la verdadera condición de tu corazón. Quizás tengas un matrimonio
perfecto y seas sublimemente feliz, y aun así tengas una actitud hacia tu
esposa que esté muy por debajo de lo que Dios desea. Cualquier cosa que Él te
revele, confiésalo ante su presencia. Cuando confesamos ante el Señor todas las
actitudes imperfectas que hay en nuestra vida, Él nos ayuda a vencerlas.
Encontrarás que el aspecto más difícil de ser un esposo intercesor no será el
tiempo que emplees orando por tu esposa, sino orar con un corazón recto ante
Dios. Por eso es que para orar adecuadamente por tu esposa, primero debes
comenzar orando por ti mismo.
No te preocupes, Dios enseñó este mismo
principio a las esposas de oración. Muchas mujeres me confesaron que cuando
llegaron a este punto en la lectura del capítulo, tiraron el libro al otro
lado de la habitación y dijeron: « ¡Olvídalo! ¡De eso… nada!» Por supuesto, el
Espíritu Santo no les iba a permitir continuar con una actitud como esa durante
mucho tiempo, y finalmente volvieron a recoger el libro para continuar la
lectura. Así que, si quieres arrojar este libro al otro lado de la habitación
y decir también: « ¡Olvídalo! ¡De eso nada!» este sería un buen momento para
hacerlo. Estoy segura de que muy pronto lo volverás a recoger, ya que te vas a
cansar de no tener respuestas a tus oraciones.
SE REQUIEREN DOS PARA HACER UNO.
Cuando Dios creó a Adán, a pesar de toda la
grandeza que en él había, Dios estaba consciente de que necesitaba una
compañera, una ayudante que se acoplara a él, que fuera un complemento para él
y que lo completara (Génesis 2:18). Así que creó a Eva. A pesar de toda la
grandeza que en ti hay, querido hermano, Dios creó a tu esposa para que sea tu
complemento perfecto y te complete. Tú haces lo mismo por ella. Dios dice
que cuando tú y tu esposa se casaron, se convirtieron en una sola carne
(Génesis 2:24). ¿No es algo maravilloso haber sido creados para ser uno con
nuestro compañero? Esto nos parece posible al comienzo de la relación
matrimonial. Existe la anticipación de unidad en el momento inicial cuando
percibes que fueron destinados para ser más que amigos. Existe un sentir de unidad
durante la etapa del noviazgo. La promesa de unidad durante el período de
compromiso. La declaración de unidad en los votos matrimoniales.
La emoción de unidad durante la luna de miel. La
sensación de unidad a medida que se establece un nuevo hogar. Y entonces, en
algún momento a lo largo del camino, ocurre cierta erosión marcada por un
distanciamiento sutil.
¿CÓMO SUCEDE TAL COSA?
La respuesta es el mundo, la carne y el diablo.
El mundo incursiona sigilosamente, además de la crianza de los hijos, seguir
las profesiones y las ocupaciones del diario vivir.
Comenzamos a sentir mayor fascinación o
distracción por estas cosas que por nuestro cónyuge. Nuestra carne nos controla
por completo cuando decidimos ser egocéntricos en lugar de ser sacrificados. Y
no podemos olvidarnos de Satanás.
En el principio, Dios creó el matrimonio. Y
desde entonces Satanás está intentando destruirlo. Tú y tu esposa fueron
creados a la imagen de Dios (Génesis 1:27). Satanás desea convertirte a su imagen.
Satanás no desea que tu matrimonio sea exitoso, y por lo tanto establece un
plan para su destrucción. Incluso en este mismo momento está planificando
destruir tu matrimonio. Pero tú, mi querido hermano, recibiste el poder y la
autoridad para detener dicho plan a través de tus oraciones. Orar por tu esposa
mantiene el mundo a raya, se transforman los corazones egoístas y se desvían
los planes del diablo. Si Dios te pidió que oraras por tus enemigos, ¿cuánto
más querrá que ores por la persona que se supone que ames y con quien eres una
sola carne? Pero primero tienes que orar por ti mismo.
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo
Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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