¿DÓNDE ESTOY PARADA?
Extracto
del libro Estoy Casada Pero Me Siento Sola, Por Alejandra Stamateas.
Por
Edgardo Tosoni
devocionaldiario.org
1.
Me siento sola y desamparada.
Seguramente,
en muchas y distintas ocasiones dijiste «me siento sola, la verdad es que estoy
sola para todo, no quiero estar más sola», « ¿para qué me casé?» Quizá la vida
que soñaste tener no es la que hoy estás viviendo. Tal vez hoy estés rodeada de
personas que no suman a tu vida, y eso hace que te sientas sola. Quizá te toca
vivir situaciones que te llenan de frustración, de culpas, de angustia y de
soledad. Situaciones que terminan afectando tu vida, llevándote a decidir y a
elegir equivocadamente.
Todos
los seres humanos, en algún momento de nuestras vidas, por distintas
circunstancias, pudimos habernos sentido solos. Sin embargo, eso no es malo.
Todo lo contrario. Es bueno y es sano poder encontrarse con uno mismo. Lo que
sí necesitamos diferenciar es si es por momentos que nos sentimos solos o si
estamos viviendo continuamente esa permanente sensación.
Habrá
momentos o etapas en nuestra vida en la que es normal sentirse solo, como puede
serlo frente a la muerte de un ser querido, al romper con una pareja. Pero cabe
señalar que ese período debe ser sólo por un tiempo, es necesario sanar ese
sentimiento de soledad para volver a relacionarnos con los otros y con todo lo
que nos rodea, ya que somos seres sociales.
No
podemos resignarnos a vivir en una soledad interminable que nos cause dolor,
sea cual fuere la situación que nos haya tocado atravesar. No obstante frente a
situaciones traumáticas solemos desear estar solas, ¿por qué? Porque de
hacerlo, de elegir ese estado, sentimos que nos estamos protegiendo de no
sufrir.
Por
ejemplo:
Fuiste
traicionada en tu relación de pareja, y no quieres volver a sentirte sola nunca
más, y en lugar de arriesgar prefieres permanecer sola evocando el refrán que
dice: «Mejor sola que mal acompañada».
Enviudaste
y no puedes superarlo, y sientes que el duelo no va a terminar nunca; siempre
fuiste abandonada, por tus padres primero, por tu pareja, por tus amigos, y
elegiste aislarte, antes que sufrir una pérdida más.
Hay
mujeres que hacen de la necesidad de estar con un hombre su única meta y, al no
concretar ese deseo, que les parece inalcanzable, sienten que su soledad
aumenta aún más. Mujeres que viven obsesionadas con su meta «mayor»: conseguir
un hombre. Y recorren cielo y tierra para encontrarlo. Y él no encontrarlo las
hace sentir que viven en una crónica y permanente soledad.
2.
¿Qué tipos de soledad estás experimentando?
Existen
diferentes tipos de soledad:
¿Estás
viviendo sola por elección o por no ser capaz de revertir una situación
dolorosa?
¿Estás
viviendo sola porque no te permites ser ayudada, y de esa manera alejas a todo
quien quiera tenderte una mano?
¿Estás
viviendo sola por una circunstancia de la vida que no está bajo tu control?
¿Vives
con otros pero igual te sientes sola?
Mujeres
que viven sintiéndose solas, sea cual fuere su estado civil.
Mujeres
que por no haberse permitido estar a solas con ellas mismas han cedido a las
diferentes presiones culturales y hoy están en compañía pero solas.
Mujeres
que apenas aparece un hombre se lo llevan a convivir a la casa y le dan de todo
para que no se vaya, porque necesitan paliar su soledad. Por ejemplo, pueden
darle el dinero que tenían ahorrado para ese viaje tan anhelado, quedándose sin
el viaje y sin el dinero.
Hay
mujeres que necesitan un hombre obsesivamente debido a una presión cultural que
obedecen sin cuestionar. Sin darse cuenta son presionadas por la sociedad para
formar una pareja. Es más, «mejor que la consiga antes de determinada edad
porque, si no, dirán que es una loca, una histérica, o que nadie la aguanta».
Entonces, al estar sola te sientes condenada por estas reglas socioculturales,
las que te dicen que tienes que formar pareja a cualquier precio.
¿Y
quién quiere eso para su vida?
En
medio de esta búsqueda y de esta urgencia, te asustas y te lastimas, aceptas
como pareja al primer hombre que se te acerca, o quizás a aquel hombre que es
tan diferente, aquel hombre que no podrá compartir ni tus sueños ni tu proyecto
de vida. Como lo único que quieres es tener un hombre al lado, no te das cuenta
de su verdadera esencia y de la clase de vida que vas a tener con él.
Pero
como desde chicas a las mujeres se nos ha enseñado a ser obedientes y a no
cuestionar, obedecemos estos patrones culturales para sentirnos mujeres.
Pareciera que una mujer sólo está completa si tiene un hombre al lado. Sin
embargo, no hay nada más falso que esta creencia. Somos por nosotras mismas,
ciento por ciento mujeres.
Por
el contrario, las mujeres para las que tener pareja es una meta más, entre
otras, tienen en claro que darán lo mejor de ellas para formar una pareja sana
y feliz, teniendo en cuenta no sólo lo que esperan dar sino también lo que
esperan recibir en esta nueva etapa de la vida. Mujeres que con una pareja «no
están cubriendo una necesidad sino realizando un proyecto».
El
otro, tu pareja, no tiene que cubrir tus necesidades, sino crear junto a ti un
proyecto de vida.
Si
aceptas que el otro cubra tus necesidades emocionales y económicas, seguramente
con el tiempo te vas a frustrar, porque te vas a encontrar durante todo el día
encerrada en la casa, abandonando tu profesión, tu trabajo y tus sueños.
¿Por
qué? Porque creías que era el otro el que te completaba, el que te daba vida,
pero ahora estás casada y vuelves a sentir, aun en mayor grado, esa soledad que
en un momento sentiste.
El
objetivo de este libro no es hacernos sentir culpables ni remontarnos al
pasado, sino sanar todas esas emociones que nos llevaron a establecer
relaciones interpersonales que nos detuvieron y nos hicieron olvidar todos los
sueños y metas que una vez nos habíamos propuesto alcanzar.
Recuperar
nuestro propósito y nuestros sueños significa elegirnos a nosotras mismas. Es
no hablar mal de nosotras mismas, ni rechazarnos, ni castigarnos, sino
aceptarnos como mujeres completas, íntegras y capaces. Mujeres al ciento por
ciento solas o acompañadas.
¿Por
qué? Porque creías que era el otro el que te completaba, el que te daba la
vida, pero ahora estás casada y vuelves a sentir, aún en mayor grado, esa
soledad que en un momento sentiste.
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Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”