Fuente: Giovanna
Reflexiones Cortas.net
Aquel día llegué al mismo lugar donde por mucho tiempo había llegado
tantas veces, a ese lugar donde reside mi cuerpo.
No había nadie.
Me quedé pensando, ahí parado, mi hombro cansado se dio por vencido y no pudo más sostener aquel peso, dejé caer mi mochila, en la que cargaba a diario pensamientos, problemas, responsabilidades, alegrías y tristezas.
Me quedé pensando, ahí parado, mi hombro cansado se dio por vencido y no pudo más sostener aquel peso, dejé caer mi mochila, en la que cargaba a diario pensamientos, problemas, responsabilidades, alegrías y tristezas.
Cayó vencida al igual que yo a su par en la cama
sin hacer nada, cansado de todo, de todo hasta de mí mismo, tanto era mi
cansancio que empecé a dormitar y soñar, un sueño en el que me encontraba en un
extenso campo verde, el aire entraba en mi cuerpo llenando de vida mis pulmones y
observando el cielo despejado y más azul que otras veces, era real mente
satisfactorio estar ahí recostado.
Y empecé a fantasear, cerré los ojos, fantaseaba
con aquel rostro jamás antes visto, aquella fisonomía, aquel cabello, aquella
nariz, aquellos ojos, aquella boca, aquel ser nunca antes presenciado ante mí,
su pensar hizo que mi cuerpo sacara un suspiro y una risa nerviosa.
Justo entonces, el aire que pasaba por mi rostro me
obsequió los olores más hermosos jamás antes percibidos por mi oler, eran los
perfumes más dulces que nunca había imaginado.
Me levanté sin abrir los ojos para disfrutar mejor
el momento. Seguí el olor y giré mi cabeza, haciendo esto abrí mis ojos y
alcancé ver a lo lejos un campo de flores, eran flores multicolores que
parecían brillar con el sol, aquel espectáculo era excitante y me invitaba a
explorarlo.
Me levanté pero tropecé, ¿por qué?, entonces me di
cuenta de lo que me pasaba, era diminuto, me di cuenta que todo era demasiado
grande para mí y peor aún, aquel lugar paradisíaco se hacía imposible ahora.
Escalé por una planta y logré ver que las flores
seguían ahí -NUNCA LLEGARÉ, NUNCA LO LOGRARÉ- me dije, y me quedé sentado en
esa planta observando esa impotencia de lo que me había convertido, de lo cruel
que era la realidad y de quedar ahí.
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo
Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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