viernes, 27 de diciembre de 2013

MI DIOS ES TODO

MI DIOS ES TODO
Fuente: Milagros García Klibansky
Congregación León de Judá
Un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos. Efesios 4:6
Y la casa que voy a edificar será grande; porque nuestro Dios es grande, más que todos los dioses. 2 Crónicas 2:5
Cuando Salomón decidió edificar una casa a Jehová sabía la magnitud de lo que iba a hacer, porque sabía para quien la iba a hacer; es por eso que cuando estuvo terminado clamó a Dios diciendo: Pero ¿será posible que tú, Dios mío, habites en la tierra con la humanidad? Si los cielos, por altos que sean, no pueden contenerte, ¡mucho menos este templo que he construido! (Crónicas 6.18).
Cuán lejos estaba Salomón de saber que su pregunta iba a tener respuesta casi un milenio después, cuando ese mismo Dios que los cielos no podían contener decidió acercarse a nosotros e invitarnos a reconciliarnos con Él.
Salomón era un hombre sabio, él tenía plena conciencia que el único Dios verdadero no habita en templos hechos por manos humanas (Hechos 17.24)
Pero apasionado por mostrar a Dios lo valioso que era para su vida, quiso que el templo fuese un edificio sólido y permanente, tanto como debe ser nuestra relación con Dios.
Debemos vivir una vida agradecida a todo lo que Él hizo por nosotros. Cristo es todo en nuestra vida; abandonó su reino, despreció su trono, se deshizo de su corona para venir a reinar en el templo de nuestro cuerpo y una vez allí, todo lo demás comienza a desaparecer porque su presencia lo llena todo hasta inundarnos de su luz.
No sólo dividió la historia en dos eras, sino que dividió nuestras vidas en un antes y un después y nos llevó de la muerte espiritual a la vida plena y abundante.
La Navidad no es una fecha, ni siquiera la fecha real ha quedado esclarecida porque no es importante, lo importante es que ocurrió un nacimiento, un hecho que dio comienzo a un Plan Divino de Salvación que culminó con la resurrección del Dios crucificado (Juan 3.16)
En eso consiste nuestra Navidad, no son malas las luces, no los arbolitos, no los muñecos simbólicos, lo malo es olvidar que nada de esto tiene valor si el pesebre de nuestro corazón no está preparado para que nazca el Rey de reyes y Señor de señores.
No importa el tiempo que vivamos, lo que importa es el tiempo vivido con Cristo, ninguna otra cosa creada puede darnos lo que Él nos ofrece: la vida eterna. Él es el don inefable de Dios (2 Corintios 9.15) porque una Salvación tan grande no puede ser descrita con palabras.
Cada vez que queremos mostrar en acciones lo que seríamos capaces de hacer por ti, Señor, ya tú lo has hecho, siempre nos llevas la delantera.
Es por esto que sólo podemos postrarnos ante tu presencia y casi en un gemido decirte: -¿A quién iremos Señor? Sin ti no somos nada,
¡Tú lo eres todo!
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo Dios Oye.

Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”

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