MI
DIOS ES PROFECÍA
Fuente: Faustino de Jesús Zamora Vargas
Congregación León de Judá
No hay duda de que la verdad
revelada de nuestra religión es algo muy grande: Cristo se manifestó en su
condición de hombre, triunfó en su condición de espíritu y fue visto por los
ángeles. Fue anunciado a las naciones, creído en el mundo y r... 1
Timoteo 3:16
|
||
Porque un Niño nos ha nacido,
un Hijo nos ha sido dado, y la soberanía reposará sobre Sus hombros. Isaías
9:6
|
La profecía del
nacimiento del Salvador del mundo es la más extraordinaria de todas las hechas
en el mundo precristiano. Todavía algunos teólogos y diletantes debaten en sus
concilios particulares la certeza o incertidumbre de esta profecía con
referencia al Mesías que vendría, pero el propio Jesús le explicaba a sus
discípulos “Cuando todavía estaba yo con ustedes, les decía que tenía que
cumplirse todo lo que está escrito acerca de mí en la ley de Moisés, en los
profetas y en los salmos” (Lc 24.44)
Isaías echó abajo los
inconvenientes de la cronología humana con esta simple oración. “…nos ha nacido
un niño, se nos ha concedido un hijo” (Is 9.6). Dios era el profeta supremo que
comunicaba a la humanidad a través de Isaías la llegada del retoño de la raíz
de David, del siervo sufriente cuya sangre abonaría la tierra seca por el
pecado del hombre, para sembrar la semilla que produciría frutos de paz en un
Reino instaurado por el Mesías. El niño es aquel anunciado, concebido y traído
al mundo y sería llamado Emmanuel (Is 7.15), la encarnación del Dios
omnipotente, varón de consejos y de dolores, de la palabra viva, que traería no
sólo buenas nuevas a los que abrieran sus corazones a Él, sino también malas
nuevas para los que no reconozcan su genuino título de Salvador.
Un hijo nos ha sido
dado para todos como promesa de redención en favor de un mundo que anda en
tinieblas, en la oscuridad del pecado y en la contumacia de una esclavitud cuyo
yugo se niega a romper. Un niño, señal de nuevos tiempos, imagen de la humildad
desde su nacimiento; un hijo, símbolo de que existe una paternidad que nos
acerca a Él como hermanos en el devenir espiritual y también como hijos en la
perspectiva eternal.
Por la gracia de
Dios, llegamos otra vez a la sala de parto que es la Navidad y el niño puja por
nacer en cada corazón humano y traer la alegría de la redención. A Dios no le
agradan mucho las cesáreas espirituales sino el parto natural y que el gozo por
un nacimiento nuevo opaque el dolor que causó el pecado que dejamos atrás. Por
eso la Navidad no es sólo color y apoteosis, sino símbolo de nacimiento
espiritual, de ponernos a cuenta con Dios los redimidos, de buscar su luz los
que caminan en oscuridad.
Mi oración es que
Emmanuel reine en el corazón de cada uno de sus hijos sin la religiosidad que
solemos impregnarle a este tiempo; que brindemos calor al que tiene frío,
alimento al hambriento, paz al que no tiene consuelo, agua de vida a los que
mueren de sed sin saber que la fuente está tan cerca. En eso reconocerá el
mundo que somos hijos de luz y que verdaderamente Emmanuel, el ungido del
Señor, es con nosotros.
Lectura sugerida: Salmo 2
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo
Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
No hay comentarios:
Publicar un comentario