NO IMPORTA EL
VALLE QUE ESTÉS PASANDO, DIOS ESTÁ CONTIGO
Fuente: Congregación León de Judá
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El SEÑOR irá delante de ti; El estará contigo, no te dejará ni te
desamparará; no temas ni te acobardes. Deuteronomio 31:8
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Cuando Jesús estaba siendo crucificado pronunció estas palabras: ¡Dios
mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?! Cuando hizo esta exclamación estaba
pasando por un momento lleno de angustia, dolor y gran sufrimiento. Fue tanta
su agonía que Él no podía sentir, o percibir al Dios Padre junto a Él; se
sintió solo en un momento dado. La presencia de Dios fue opacada por tanto
dolor, y sufrimiento - Aunque Dios nunca, ni por un instante le dejó, Jesús
sintió que el espíritu de Dios se había apartado de Él.
Nunca había entendido a cabalidad tal exclamación, hasta hace poco.
Recientemente viví una experiencia muy dolorosa. Estaba pasando por un momento
de mucho dolor y gran sufrimiento, acababa de fallecer un ser muy especial para
mí; falleció la mujer que dedicó toda su vida a la mía; quien me enseñó, y
modeló el amor de nuestro Padre Celestial; quien en innumerables ocasiones me
dijo: “el Señor está con nosotros todos los días de nuestras vidas” (y he aquí
yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo Mateo 28:20).
Mientras atravesaba por este valle de dolor y gran pesar, en un instante
por un momento
y por primera vez en mi vida, tuve la sensación de que Dios no estaba conmigo. Nunca había experimentado algo igual en mi caminar con el Señor. En medio de mi angustia no podía sentir su
presencia. Sabía que Él nunca me abandonaría, pero
no lo podía sentir. Clame con lágrimas y desesperación a Dios, diciéndole ¡no te puedo sentir, Señor! Que sensación tan triste, tan horrible. En ese momento el Espíritu Santo me trajo a la memoria la escena de
Cristo en la cruz del calvario pronunciando estas palabras ¡Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has abandonado?!" (Mt. 27,46; Mr.15, 34). Visualizando esta
escena, fue entonces que pude entender lo que me estaba sucediendo. Aunque
tengo la esperanza y creo en la resurrección, experimentar el vacío que había
dejado mi viejita y su ausencia fueron tan dolorosa para mí, que opacaba la presencia de Dios en mi vida. En
ese instante cedí a las lágrimas, y lloré, lloré, y lloré.
Meditando en esta experiencia, comprendí que hay situaciones tan fuertes
en la vida, que aunque no queramos, nos pueden turbar, y hacer sentir la
sensación de que Dios no está con nosotros. Pero gracias le doy a Él por sus
promesas, que son fieles y verdaderas - él nunca nos deja, nunca lo haría.
Cuando la muerte llega a uno de nuestros seres queridos podemos
experimentar gran pesar, y sufrimiento, puesto que somos carne/humanos. La
Biblia habla que cuando a David se le murió su hijo Absalón, se turbó y lo
lloró: Entonces el rey se turbó, y subió a la sala de la puerta, y lloró; y yendo decía así: ¡Hijo mío Absalón,
hijo mío, hijo mío Absalón! ¡Quién me diera que muriera yo en lugar de ti,
Absalón, Hijo mío, hijo mío! (2 Samuel 18:33). Fue un momento de gran
desesperación para David. Abraham también experimentó algo similar al morir
Sara su mujer, hizo luto y lloró (Génesis 23:2). Jesús mismo viendo a María
llorar por su hermano Lázaro, se conmovió en espíritu y se turbó y lloró: Jesús entonces, como la vio llorando,
y a los Judíos que habían venido juntamente con ella llorando, se conmovió
en espíritu y turbose Y lloró Jesús (Juan 11:33, 35). Estos ejemplos en la Palabra nos muestran que es de
humanos sentir gran pesar y pena cuando se nos va un ser querido. Pero tenemos
que tener siempre presente que hay una esperanza maravillosa, y es de verlos de
nuevo en nuestra morada eterna, donde nunca más nos separaremos.
He querido compartir esta experiencia con ustedes, porque sé que puede
ser de edificación para muchos. Porque si me sucedió a mí, a alguno de ustedes,
en algún momento dado quizás le ha pasado igual has sentido que Dios no está contigo - y si es así, quiero decirte, y afirmarte que
Dios nunca te dejaría, ni por un instante, al
contrario es ahí cuando más cerca está, acompañándote, y sintiendo contigo el
mismo dolor y la misma angustia que tu sientes. Puedes que estés pasando por un
gran dolor en estos momentos, pero no importa cuán grande sea; o cuan
desesperado, o angustiado te encuentres, no quites tu mirada de las promesas de
Dios.
Él sabe exactamente por lo que estás pasando, y si él lo permitió
(porque todo lo que pasa en nuestras vidas tiene que ser aprobado por El), no
dudes nunca, Él no te dejará ni te desamparará (Deuteronomio 31:8) ni por un
instante. El ahí estará contigo hasta el fin.
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo
Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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