NO SE LE PUEDE
PEDIR PERAS AL OLMO
Fuente: Congregación León de Judá
En esto es glorificado Mi Padre, en que den mucho fruto, y así prueben
que son Mis discípulos. Juan 15:8
El impío codicia el botín de los malos, Pero la raíz de los justos da
fruto. Proverbios 12:12
Una manera hermosa de glorificar a Dios es "dando frutos" para
la extensión de su Reino. Quien no lleva frutos, no puede dar frutos porque no
se puede dar lo que no se tiene. No se le puede pedir peras al olmo, dice un
viejo refrán de la sabiduría popular.
Llevar frutos es andar en la plenitud de Dios. Es andar confiado en la
gloria de Dios en tu vida y que, aunque andes en valle de sombra de muerte, el
Rey de los Pastores suplirá las carencias espirituales, renovará tus graneros y
te dará consuelo en la tribulación.
No somos perfectos, pero aun así
podemos llevar frutos y dar frutos al Señor. ¡Qué gloria más hermosa cuando al
dar frutos con nuestro testimonio y diligencia vemos a gente regenerada por el
Espíritu Santo, familias y matrimonios restaurados que han sido influenciados
por nuestra humilde y honrosa condición de cristianos redimidos!
No somos perfectos, pero en Cristo debemos y podemos llevar frutos y
devolvérselos al Señor en acciones concretas para su gloria. No necesitamos ser
líderes de ministerios, ni predicar con elocuencia, ni tener un vasto
conocimiento de la Palabra; podemos incluso ser tímidos, inseguros y hasta
cierto punto inconsistentes en nuestro carácter.
Aun así, si disponemos el corazón para llevar y dar frutos para la honra
de Dios, si con nuestro carácter cristiano influenciamos a los demás y somos
impacto para el pecador perdido, entonces veremos la gloria de Dios en una vida
ungida de bendiciones abundantes y le glorificamos a Él, quien es el
incomparable Rey de la gloria. Glorificar a Dios tiene que ser nuestro estilo
de vida.
La gloria de Dios debe ser el centro de nuestra visión en nuestro
caminar con Cristo. Si quieres hacer una oración que agrade a Dios, dile con
frecuencia: Señor, permite que todo lo que haga te glorifique, te exalte como
Señor y Dios de todas las cosas creadas.
Glorificar a Dios va más allá de nuestros momentos de alabanza y
adoración en la congregación, sino más bien debe ser el estilo de vida de los
cristianos. La Palabra de Dios nos habla con mucha más frecuencia de momentos,
circunstancias, y actuaciones en que la gloria de Dios se manifestó a su pueblo
por su obediencia, por su devoción en la oración, por hacer lo que le agrada y
establece en sus estatutos.
Amados hermanos y hermanas, gloria significa hermosura, distinción,
belleza. Jesús es nuestra gloria y reconocerlo a Él en todo lo que hacemos es
una manera grandiosa de darle la gloria. Pelea con todas tus fuerzas esta
carrera de la fe para que Dios produzca frutos en tu corazón que puedas
ofrecerle en el altar de su gloria y el mundo irredento pueda ser alcanzado con
el evangelio de la salvación. Si vives una vida de devoción a Dios, no diluyas
la esperanza que Cristo ha puesto en ti en las tristes devociones del hombre de
este mundo que anda buscando su propia gloria, su reconocimiento, sus
depravados beneficios. Suplícale al Señor que te haga fructificar y da frutos.
Sé ministro, discípulo,
predicador y sanador de almas para la gloria de Dios. El apóstol Pedro nos
exhorta de manera clara: “Si alguno habla, hable conforme a las palabras de
Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en
todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el
imperio por los siglos de los siglos." (1 Pe. 4:11)
Nosotros, sus hijos debemos anhelar ver su gloria y a la vez
glorificarle. Como el salmista exclamó, así nosotros hoy: "TE HE VISTO EN
EL SANTUARIO Y HE CONTEMPLADO TU PODER Y TU GLORIA." (Salmo 63:2)
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo
Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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