VIDA
PLENA EN EL ESPÍRITU
Fuente: Faustino de Jesús Zamora Vargas
Congregación León de Judá
Porque la ley del Espíritu de
vida en Cristo Jesús te ha libertado de la ley del pecado y de la muerte. Romanos 8:2
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La única ley
'decretada' en todo el evangelio resuelta por la autoridad del Señor es la ley
del Espíritu de vida en Cristo Jesús. Pero con frecuencia emerge el mismo
problema: nuestra condición humana, la carnalidad que por momentos se disfraza
de santidad y se permite tomarse ciertas libertades que ya no le competen. La
carne es totalmente antagónica al Espíritu. “El Espíritu es el que da vida; la
carne para nada aprovecha…” (Juan 6.63).
Nada más triste que
ver a un cristiano que ignora el poder que Dios le ha concedido a través del
Espíritu, hermanos con cierta vocación a mirar atrás y resucitar al hombre
viejo de naturaleza corrupta que Cristo trasladó de las tinieblas a su luz
admirable. De tal manera desconocen cómo disfrutar de una vida plena en Cristo,
sencillamente porque no son conscientes que el Señor ha puesto su Espíritu en
su interior para dar testimonio de una nueva vida.
Ninguna obra, por
buena que sea, puede producir lo que Dios quiere de nosotros, sino su Espíritu,
quien da frutos para vida eterna. Las normas religiosas nos agobian, pero el
Espíritu nos alienta y nos hace ganadores en un mundo donde la mayoría anda
perdida – en sus delitos y pecados -. Las dos leyes no pueden convivir, se
repelen, se excluyen mutuamente. O la ley del pecado y la muerte, o la ley del
Espíritu (de vida en Cristo). Es el Espíritu de vida en Cristo el que produce
la plenitud de vida, el sentimiento de vida plena, la llenura espiritual de la
que hablan las Escrituras, es la ley de mi nuevo yo que me da una libertad
asombrosa para caminar en victoria aun en medio de dificultades.
Las tensiones que
impiden el sentimiento de una vida en el Espíritu nunca van a cesar porque el
enemigo intentará hacernos creer que todavía somos “trapos de inmundicia”,
condenados a una esclavitud que no podemos superar. Pero la Palabra es clara y
concisa: “Pues ustedes no han recibido un espíritu de esclavitud para volver
otra vez al temor, sino que han recibido un espíritu de adopción como hijos,
por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!” (Ro 8.15).
La vida plena se vive bajo la ley del Espíritu de
vida en Cristo Jesús. La clave radica en ser consciente de que el Señor nos ha
dado la capacidad para andar según el Espíritu y desechar la carne de
vestimenta pecaminosa. Cuando el cristiano centra su vida en andar en el
Espíritu, los sentimientos de fe, esperanza y amor se hacen visibles y la carne
(pariente consanguínea del diablo) da un pasito más hacia su total destrucción.
No intentemos cristianizar la carne porque nos vamos a desgastar en el intento;
más bien caminemos en el Espíritu para vivir a Cristo en toda su plenitud.
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo
Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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