¡LA GRACIA!
Ernesto Martin
elcristianismoprimitivo.com
Amigo cristiano, ¿qué significa la gracia de Dios para
usted?
¿Significa “perdón”? ¿“compasión”? ¿“tolerancia”?
Muchas personas demuestran, por medio de sus vidas, que
creen que la gracia de Dios es casi exclusivamente “el perdón no merecido” de
Dios.
Para estas personas, la gracia de Dios supuestamente les
perdona cualquier pecado que cometan.
Por medio de sus vidas llenas de religiosidades, pero
carecientes del poder divino, tales personas anuncian a todo el mundo: “Podemos
vivir de la forma que nos dé el deseo vivir y si pecamos lo único que necesitamos
hacer es pedir el perdón de Dios, y su abundante gracia siempre nos perdonará.
¡Gloria a Dios! ¡Aleluya!” Esto para ellos significa
“estar libres de la ley”. Tales individuos se imaginan que están libres del
pecado del legalismo y se sienten convencidos que están bien con Dios por su
abundante gracia.
Sin embargo, los que viven de esta forma son precisamente
la clase de personas a quienes se refiere en Judas versículo 4:
Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los
que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos,
que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el
único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo.
La Biblia, en Romanos 6.1 y 15, plantea las siguientes preguntas:
“¿Qué, pues, diremos?
¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?
(...) ¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la
gracia?”
¿Qué cree usted, amigo lector? ¿Sí, o no?
Bueno, es evidente que si la gracia de Dios fuera nada
más el perdón de Dios, concedido de forma indiscriminada a todos los que se lo pidan,
la respuesta para las preguntas planteadas en Romanos 6.1 y 15 sería un
resonante: “¡Sí, cómo no! ¡Porque entre más pecamos, tanto más puede Dios
demostrar su abundante gracia en nosotros!”
Pero, ¿cuál es la respuesta que la Biblia da para estas
preguntas? Tanto el versículo 2 como el 15 dicen: “En ninguna manera”. O sea,
en ninguna manera debemos pensar que la gracia de Dios consiste en el perdón
que él supuestamente concede de forma indiscriminada a todos los que se lo
pidan y que todo se queda ahí.
Entonces, ¿qué es la gracia de Dios? ¿Cuál es el
verdadero significado bíblico de la gracia?
Notemos primeramente el significado de la palabra original
griega. La concordancia Strong dice:
Gracia: “La influencia divina sobre el corazón, y su
reflejo en la vida”.
¿Ve eso? ¡Qué tremendo! Qué significado más noble se le
atribuye a la palabra gracia. Con este significado concuerda toda la Biblia en
todos los versículos donde expone sobre cómo es y qué es la gracia de Dios. Por
ejemplo, veamos un pasaje bíblico en el libro de Tito. Tito 2.11–13 nos enseña
cómo es realmente la gracia de Dios:
Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación
a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos
mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la
esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y
Salvador Jesucristo.
¿Comprendió usted? Estos versículos nos demuestran claramente
que la gracia de Dios no se refiere únicamente al perdón de Dios, sino que se
refiere específicamente al poder que Dios nos da para dejar de practicar el
pecado en nuestra vida diaria y vivir una vida santa, día tras día.
Ahora, a la luz de esta verdad bíblica, le ruego leer
de nuevo, detenidamente, uno de los pasajes más favoritos de la comunidad
evangélica:
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y
esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se
gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras,
las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas (Efesios
2.8–10).
¿Percibe usted ahora el verdadero mensaje que el
Espíritu Santo desea comunicar a nuestro corazón a través de estos versículos
muchas veces malinterpretados en Efesios 2.8–10? La gracia de Dios de ninguna
manera merma la importancia de vivir una vida santa, sino más bien la gracia de
Dios en nuestras vidas aumenta la necesidad de la santidad en la vida diaria.
Dios nos advierte en términos inequívocos: “No recibáis
en vano la gracia de Dios” (2 Corintios 6.1).
¡Gracias a Dios por su abundante gracia! Recibámosla para
la salvación de nuestras almas.
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo
Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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