martes, 29 de octubre de 2013

EL PODER QUE NACE DE LA FRAGILIDAD

EL PODER QUE NACE DE LA FRAGILIDAD
Fuente: Dr. Roberto Miranda
Congregación León de Judá
Muchas veces ese espíritu lo ha echado en el fuego y también en el agua para destruirlo. Pero si Tú puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros y ayúdanos. Marcos 9:22
Como los ojos de los siervos miran a la mano de su señor, como los ojos de la sierva a la mano de su señora, así nuestros ojos miran al SEÑOR nuestro Dios hasta que se apiade de nosotros. Salmos 123:2
Toda oración, todo acercamiento efectivo del ser humano hacia Dios, en una manera u otra nace de un sentido de esencial impotencia de parte de la persona que ora. La oración siempre será el producto de un reconocimiento de que no tenemos lo que se requiere, de que carecemos de la sabiduría, la fuerza, la solución, los recursos, que necesitamos.
La oración siempre surge de un hombre o una mujer que se mira a sí mismo y dice, “No sé qué hacer; no tengo lo que necesito. No está dentro de mí lo que se requiere para vencer en esta situación”. Pero la oración siempre va más allá de ese reconocimiento inicial de insuficiencia. Después de admitir su impotencia, la persona que cree vuelve los ojos hacia Dios, extiende sus manos, y abre su alma en expectativa de la respuesta misericordiosa del Padre celestial. En seguida vienen a la mente las palabras del salmo 123:
1 A ti alcé mis ojos,
A ti que habitas en los cielos.
2 He aquí, como los ojos de los siervos miran a la mano de sus señores,
Y como los ojos de la sierva a la mano de su señora,
Así nuestros ojos miran a Jehová nuestro Dios,
Hasta que tenga misericordia de nosotros.
Yo siempre le digo al Señor, “Padre, soy un niño torpe; tómame de la mano y llévame a través del camino de la vida”. Porque si Dios me abandonara a mis propios recursos, mi vida se tornaría en un caos inmediatamente.
La oración poderosa y efectiva nace de ese gran abismo que se abre dentro de nosotros cuando consideramos nuestra impotencia esencial. Se trata de un sano reconocimiento de que, según sugiere el título de la famosa novela del escritor peruano Ciro Alegría, “el mundo es ancho y ajeno”. El mundo está poblado de fuerzas hostiles. Es mucho más misterioso, insondable y complejo de lo que podemos procesar con nuestra capacidad limitada. Abandonados a nuestros propios recursos, sin los brazos poderosos de nuestro Padre celestial para defendernos y sacarnos del hoyo, somos como niños indefensos en una selva poblada de fieras.
Ese es el sentimiento de humildad y dependencia total que manifiestan los salmos 120 a 134, conocidos como “Cánticos graduales” o “Canciones de las subidas”. El salmo 124, en particular, expresa esa sobrecogedora consciencia de parte del escritor de que si no fuera por la intervención misericordiosa de Jehová, fácilmente hubiera sucumbido ante los ataques inmisericordes del enemigo:
1 A no haber estado Jehová por nosotros,
Diga ahora Israel;
2 A no haber estado Jehová por nosotros,
Cuando se levantaron contra nosotros los hombres,
3 Vivos nos habrían tragado entonces,
Cuando se encendió su furor contra nosotros.
4 Entonces nos habrían inundado las aguas;
Sobre nuestra alma hubiera pasado el torrente;
5 Hubieran entonces pasado sobre nuestra alma las aguas impetuosas.
6 Bendito sea Jehová,
Que no nos dio por presa a los dientes de ellos.
7 Nuestra alma escapó cual ave del lazo de los cazadores;
Se rompió el lazo, y escapamos nosotros.
8 Nuestro socorro está en el nombre de Jehová,
Que hizo el cielo y la tierra.
En su comentario sobre este hermoso salmo, el Dr. Samuel Pagán escribe:
El mensaje central del salmo reconoce la intervención divina como fuente extraordinaria de salvación. La imagen fundamental que se desprende de la poesía es la de un Dios que acompaña a su pueblo a través de las vicisitudes y angustias de la existencia humana. El propósito básico del poeta es afirmar de manera categórica que el pueblo no ha estado solo y que de la misma forma que en el pasado experimentó la liberación divina también en el presente y el futuro ese mismo poder redentor está dispuesto para responder al clamor del pueblo. (De lo profundo, Señor, a ti clamo, p. 625)
Bienaventurado el hombre o la mujer que reconoce su fragilidad esencial, y que siempre se encomienda al Todopoderoso antes de acometer cualquier cosa de importancia en la vida.
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo Dios Oye.

Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”

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