SU
VOZ
Fuente: Faustino de Jesús Zamora Vargas
Congregación León de Judá
Mis ovejas oyen Mi voz; Yo las
conozco y Me siguen. Juan 10:27
|
||
El SEÑOR nuestro Dios nos ha
mostrado Su gloria y Su grandeza, y hemos oído Su voz de en medio del fuego;
hoy hemos visto que Dios habla con el hombre, y éste aún vive. Deuteronomio
5:24
|
Dios continúa
paseándose por el huerto de cada corazón. Y sigue llamando. No siempre que
llama obtiene respuesta. Un corazón sin oídos no puede escuchar. No por gusto
el Señor decía a los religiosos de su época: "El que tenga oídos para oír,
oiga". De manera que Él daba por sentado que se puede tener oídos y aun
así, padecer de sordera espiritual. Los oídos del corazón son de tamaño
sobrenatural porque saben cuándo es el Señor el que llama. Pero el corazón debe
estar conectado con el Señor, junto con el alma y la mente.
Es triste pensar que
alguna vez Él nos llamó y no supimos reconocer su voz. La mayoría de las veces
los oídos del creyente están más curtidos para escuchan mejor cualquier otra
voz que la de Él. La buena noticia es que no necesitamos pasar un seminario
teológico, ni agenciarnos una biblia Thomson para aprender a escucharle.
Coleccionamos muchas biblias, pero guardamos escasamente poco de lo que Dios
nos dice, retenemos un mínimo de sus enseñanzas y obedecemos a regañadientes.
Sin embargo, dice el Señor que sus ovejas conocen su voz y le siguen (Juan
10.27). No más zarza ardiente, ni fuego, ni nube luminosa para saber que Él nos
habla. Son otros los tiempos para ver su gloria y majestad y absorber el
lenguaje de su gracia. Jesús es esa gloria porque es el verbo y el verbo es la
voz de Dios en acción. El día que la voz se hizo verbo nació la esperanza del
mundo.
Me permito
parafrasear al teólogo cubano Dr. G. Junco al comentarnos el pasaje sobre el
llamamiento de Samuel (1 S 3:1-21). El joven Samuel creció en el templo en un
ambiente religioso. Su madre lo había consagrado al Señor desde antes de nacer,
sin embargo, el Señor lo llamó tres veces y no supo reconocer su voz. Esto
quiere decir que los escenarios religiosos en los que trabajamos y servimos al
Señor no son suficientes para reconocer el llamado. Podemos recordar las veces
que hemos intentado comunicarnos con Dios en oración, pero no somos capaces de
identificar las veces que Él ha tratado de comunicarse con nosotros.
Confundimos su voz con otra voz. Samuel confundió la voz de Dios con la del
sacerdote Elí. Elí estaba en pecado ante Dios y aun así supo discernir que
quien llamaba a Samuel no podía ser otro que el propio Dios. ¿Por qué fue
incapaz Samuel de identificar claramente la voz del Señor? El versículo 7 de
este pasaje nos da la respuesta: “Samuel todavía no conocía al Señor, ni su
palabra se le había revelado” (1S 3:7).
Ahí está el meollo
del asunto: para reconocer la voz del Señor tenemos que conocerlo
personalmente, ser uno con Él, fundirnos en Él, vivir en Él, caminar con Él.
Sólo una relación íntima e inalterable con Jesús, permitirá renovarnos la
audición (los oídos espirituales) y andaremos atentos y despiertos, con los
ojos abiertos a la luz y la mera lectura de su Palabra se tornará revelación
para nuestras vidas.
Jesús no va a cejar en su empeño de pasearse por el
huerto de tu corazón y llamarte. Conócele bien, desde adentro. Él tiene la
palabra, tú el corazón. Estarás listo para responder a su voz. – ¡Heme aquí,
Señor!- Verás que cuando le pidas una estrella, Él te va a ofrecer el cielo
entero.
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo
Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
No hay comentarios:
Publicar un comentario