MI
DIOS ES JUSTO
Fuente: Faustino de Jesús Zamora Vargas
Congregación León de Judá
En Su tolerancia, Dios pasó por
alto los pecados cometidos anteriormente, para demostrar en este tiempo Su
justicia, a fin de que Él sea justo y sea el que justifica al que tiene fe en
Jesús. Romanos 3:26
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En gran manera me gozaré en el
SEÑOR, mi alma se regocijará en mi Dios. Porque Él me ha vestido de ropas de
salvación, me ha envuelto en manto de justicia. Isaías
61:10
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La justicia de Dios
es un tema cardenal en la Biblia, recurrente y necesario. Mucho más en esta
época donde se han invertido los valores más esenciales por el desenfreno de
una cultura apóstata y los estándares de justicia se han trastocados por el
pecado del hombre impío. El hombre, en su locura, se afana en el logro de sus
ambiciones y lo hace por propia cuenta sin importarle a quién arrastra; se
deleita en la búsqueda de lo material y se ha olvidado que hay un Dios justo
que ofrece justicia y misericordia si postra primero su corazón y busca los
valores de su reino. La palabra de Dios habla por sí sola: “Más bien, busquen
primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán
añadidas” (Mt 6.33).
La justicia de Dios
habla de una relación del hombre hacia su creador y de un acto supremo de su
soberanía al impartir misericordia hacia aquellos que le buscan con todo su
corazón. La justicia que el cristiano está llamado a buscar delante de Dios se
asienta en su comportamiento y su actuación ante Dios, ante los demás creyentes
y ante los incrédulos. Dios quiere hijos e hijas que no enfoquen su relación
con Él basados en la religiosidad y el cumplimiento de normas y estándares de
apariencia piadosa, sino a través de una intensa y humilde relación que lo
glorifique. El único que verdaderamente es justo, es Dios. No nos engañemos, la
justicia de Dios es un don, como lo es la fe. Es la fe el componente básico de
nuestra arquitectura espiritual, por ella vivirán los justos, -…”porque el
justo vivirá por la fe” (Gálatas 3.11b)-, no por los méritos alcanzados en las
contiendas contra el enemigo terrenal.
El Salmo 1, puerta
que da acceso al libro devocionario más hermoso y leído del mundo, nos abre un
universo de ricas enseñanzas sobre las bendiciones que reciben los justos de
parte de Dios. Los justos no son perfectos, pero anhelan la perfección como una
respuesta a la vida en el Espíritu. ¿Quiénes son los justos para Dios?
“Queridos hijos, que nadie los engañe. El que practica la justicia es justo, así
como él es justo” (1 Jn 3.7).
La Biblia nos
ilustra, en toda su dimensión espiritual, que los justos eran y siguen siendo,
los rectos de corazón, los que hacen misericordia, los creyentes fieles, los
oprimidos y necesitados, los que esperan en Dios, los que buscan su rostro en
todo momento y aman su nombre, los que estiman la salvación y afligen su
corazón cuando pecan, los que caminan y actúan “como viendo al invisible”, los
que confían y temen a Dios, los mansos, los pobres en espíritu, los que aman su
palabra, los humildes, los que buscan la paz. La Biblia cuenta historias de
muchos hombres de fe, que aunque pecaron, alcanzaron la misericordia y la ayuda
de Dios en los momentos más difíciles de sus vidas: David, Noé, Abraham, Josué,
Pablo y otros. El presente y futuro de los justos es una vida abundante, que
fructifica, porque está arraigada en la Palabra de Dios. Lo contrario sucederá,
ineludiblemente, para los impíos y enemigos de la justicia divina.
La justicia que
proviene de Dios se revela en el evangelio (Ro 1.17) Su más grandiosa
manifestación de justicia fue el sacrificar a su Hijo Jesús para borrar
nuestros pecados y traernos salvación. Nuestra mente finita no puede comprender
un acto tal de misericordia y de fidelidad de Dios. “Esta justicia de Dios
llega, mediante la fe en Jesucristo, a todos los que creen. De hecho, no hay
distinción” (Ro 3.22). Dios ofreció a Jesucristo para revelarnos su justicia.
Juan nos sorprende aún más con otra increíble revelación: Si reconocen que
Jesucristo es justo, reconozcan también que todo el que practica la justicia ha
nacido de él. (1 Jn 2.29). ¡Vivamos pues para ser dignos del justo Jesús de
quien hemos nacido para engrandecer su eterna justicia!
Lectura sugerida. Salmo 1
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo
Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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