LA
PROVIDENCIA DE DIOS EN TODOS LOS ASPECTOS DE NUESTRAS VIDAS
Fuente: Samuel Caraballo
Congregación León de Judá
Miren las aves del cielo, que
no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y sin embargo, el Padre
celestial las alimenta. ¿No son ustedes de mucho más valor que ellas? Mateo
6:26
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¿Adónde me iré de Tu Espíritu,
O adónde huiré de Tu presencia? Si subo a los cielos, allí estás Tú; Si en el
Seol preparo mi lecho, allí Tú estás. Salmos
139:7
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Ya casi era su
cumpleaños número dos. Y entre tantas alegrías y emociones encontradas todavía
la pregunta seguía sin respuestas: ¿cómo compramos los 'trenes de Thomas'? Ese
era el regalo que Samuelito quería para su día tan especial. Unos trencitos
coloridos tallados en maderas.
En realidad estos
juguetitos son bien bonitos. Sin embargo lo bonito no remedia el hecho de que
cada “trencito” cuenta casi un ojo de la cara. Los creadores Ingleses de este
concepto se las ingeniaron para no perder ni una centésima de su inversión.
Para colmo de males, los dibujos animados de “Thomas el Tren” bombardean las
bandas televisivas todos los días como tiburones buscando presas fáciles. Y
así, día tras día, el pequeño Samuelito a las 11:30 am de la mañana sintonizaba
fielmente a sus muñequitos favoritos. No bien acaba el episodio, el niño
empleaba el reclamo de la “viuda insistente” de Lucas 18: ¡“Yo quiero los
trenes de Thomas”!
Después de hacer el cálculo,
mi sabia esposa concluyó que los juguetitos que tanto el niño deseaba estaban
fuera de nuestro alcance. Al momento del suceso, yo era estudiante de la
escuela Teológica de la Universidad de Yale y hacía una que otra “chamba”
trabajando en la biblioteca de la universidad. Mi esposa hacía lo propio
trabajando como traductora a tiempo parcial en el programa de intervención
temprana en New Haven. A todo esto, nos encontrábamos en medio de un cuantioso
conflicto legal con el distrito escolar de New Haven dado a la negación de
recursos y la falta de una escuela apropiada para mi niña con necesidades
especiales. También estamos litigando a nivel federal en contra del sistema de
seguro médico conocido como “Medicaid” por negarse a cubrir las terapias de
autismo para nuestra hija. Para completar, nuestra casa en la ciudad de Boston
estaba al borde de juicio hipotecario gracias a unos inquilinos que no cumplían
con su responsabilidad contractual. “Habrá otro momento para los
juguetitos”—dije en mi mente a la idea de conseguir a Thomas y compañía.
Pero mi esposa,
instada por el Espíritu Santo (ahora lo entiendo así) decidió ir el día del
cumpleaños a una tienda en el área donde las personas donan la ropa y los
artículos que ya no desean para después ser puestos a la venta a un precio
sumamente reducido. Tanta fue su audacia, que mi esposa decidió llevarse a
Samuelito con ella porque estaba segura de que allí encontrarían los trenes de
Thomas para mi hijo. El problema era que nosotros conocíamos dicho
establecimiento demasiado bien. En los años que frecuentamos dicha tienda (3
años/por lo menos 2 veces al mes) nunca habíamos visto un trencito de Thomas
allí. Todo esto cambió aquel día frisado de febrero. En una bolsita plástica,
colgando de una solitaria vitrina se encontraba un surtido de 27 trencitos de
la serie de Thomas, todos por el precio de 7$, (más o menos lo que cuesta cada
trencito por separado en el mercado regular). Así celebró mi niño su cumpleaños
número dos. (Ya Samuelito casi tiene 4 años y hasta el sol de hoy nunca más
hemos vistos otro tren de Thomas en la tienda.)
Ahora bien, mucho se
dice de la providencia de Dios. Cada vez que queremos exaltar su santo nombre
recordamos los incontables hechos majestuosos de nuestro Dios. Pero si
analizamos bien, el poderío y la majestad de Dios también se vislumbra en lo
insignificante de unos “trencitos”. En medio de los momentos más duros
económicamente y emocionalmente de mi familia, donde nosotros no podíamos
proveer para las necesidades infantiles de un niño de 2 años, Dios sacó la cara
por nosotros. No cabe duda que lo de “Thomas” puede ser visto por muchos como
un insignificante capricho. La verdad es que creo que ese día, no había un niño
más feliz en la faz de la tierra que Samuelito.
¿El principio a
resaltar es que si Dios mueve cielo y tierra por lo que parece insignificante,
cuanto mas no hará lo mismo por lo que verdaderamente es importante para
nosotros? He aquí el verdadero despliegue de la soberanía absoluta de Dios en
el cosmos. Nada se le escapa a nuestro Dios. Jesús en Mateo 6:26 nos dice:
“Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros,
y sin embargo, vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No sois vosotros de mucho
más valor que ellas?”
La audacia de mi
esposa ante la incomprensible providencia de Dios nos infundió valor a la
familia entera para luchar por graduarme de Yale, para pelear en corte en
contra de los inquilinos irresponsables y no perder la casa, para batallar por
escuelas y un seguro de salud apropiados para personas como mi hija. Hemos
tenido que pasar por los valles de sobra pero la providencia y la soberanía de
Dios continúa siendo el norte en nuestras vidas.
Conclusión: No te rindas y ten fe, pues el Señor Jesucristo va delante de nosotros
con su “machete” afilado abriéndonos paso en medio de la maleza.
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo
Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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