miércoles, 9 de octubre de 2013

SU REINO

SU REINO
Fuente: Faustino de Jesús Zamora Vargas
Congregación León de Judá

Jesús le contestó: "En verdad te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios." Juan 3:3
¿Quién es este Rey de la gloria? El SEÑOR de los ejércitos, Él es el Rey de la gloria. Salmos 24:10
Hablamos a menudo del Reino, de sus valores, sus enseñanzas. Aunque no podemos entender aún muchas cosas relativas al Reino, el sólo hablar de él, meditar en él, soñar con él, llena el corazón de gozo y el alma de regocijo. Si hay un Reino obviamente es porque ya hay un Rey.
Toda la Biblia nos habla del Reino, porque el mensaje del Reino no es otro que el de la salvación y la redención de la humanidad. Jesús inauguró un nuevo orden en el estilo de vida donde el hombre adquiere una nueva identidad y ya no es rico ni pobre, ni blanco ni negro, ni manco ni cojo, sino hijo aceptado, amado y redimido por la virtud y la inmensidad de la Cruz. Este sólo hecho nos convierte en heredero del reino que vendrá en el día señalado por el Padre.
El Reino se vive desde el futuro hasta el presente, es la carrera, la meta, el horizonte invisible que nos queda por delante, pero hace poco más de 2000 años su Rey fue clamado en el desierto por un profeta, bautizado en las aguas del Jordán y exaltado por su Padre desde los cielos como su Hijo amado. Desde entonces el Reino comenzó a instaurarse para salvación del hombre. Los fariseos, que fantaseaban la venida de un reino esplendoroso liderado por un Rey-Mesías adornado de oropel y riquezas materiales, le preguntaron a Jesús cuándo se instauraría el reino de Dios. Cristo les contestó: “Dense cuenta de que el reino de Dios está entre ustedes” (Lucas 17:21). Sólo tenían que reconocer al Rey y con ello comenzar a arrepentirse de sus pecados, pero no entendieron; lo ignoraron y no lo hicieron.
¿Alguna similitud con la realidad actual? Sí, mucha.
Muchas personas dicen que estamos locos porque hacemos mención del Reino y que tenemos un Rey. Creen que nos queremos hacer importantes o exclusivistas. La realidad es que el Reino es para los humildes, los que sufren, los sin casa, los desechados y excluidos de este mundo. Como el mismo Jesús dice en el Sermón del Monte (Mateo 5), es para los pobres en espíritu, los que lloran, los mansos, los que tienen hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los de limpio corazón, los pacificadores y los que son perseguidos por causa del evangelio. ¡Cuidado! Jamás podremos llenar las expectativas y las exigencias de Dios por nuestra cuenta tratando de cumplir con estos requisitos. ¡Necesitamos sobre todo de fe!
Al Reino se entra a través de la fe, se conquista por la fe y se espera por la fe. La fe en Jesucristo tiene tal impacto en la vida cristiana que transforma, nos hace mejores, nos convierte verdaderamente. El ser un convertido o estar convertido no significa un cambio de actitud o de casaca, un “no voy a hacer esto o aquello porque sé que al Señor no le gusta”, sino una transformación por el Espíritu desde dentro hacia afuera, ser una hechura nueva cincelada por la mano de Dios, una criatura con identidad renovada.
Entonces ¿cómo “entramos” a ese reino? ¿Estamos viviendo ya dentro de él? Nunca debemos de olvidar que en su Reino también tienen espacio los ladrones, los homicidas, los adúlteros, los mentirosos, los impíos, los hipócritas y todo tipo de pecadores. Basta el arrepentimiento y recibir a Cristo por la fe y nacer de nuevo “de agua y del Espíritu”. Jesús le dijo a Nicodemo “…el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3.3)
Pablo le decía a los colosenses: “Cristo nos ha librado de la potestad de las tinieblas y trasladado al reino de su amado hijo” (Col 1:13). Así que podemos afirmar que estamos viviendo en el Reino de Cristo, un reino espiritual que es paz, gozo y justicia en el Espíritu Santo (Ro 14.7).
Somos hijos del Rey y eso nos hace ser sal para estimular la sed de los sedientos y luz para alumbrar a este mundo apagado por la maldad, la injusticia y el pecado y de esta manera pregonar y exaltar al Rey que ya está entre nosotros.
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”


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