7 CONSEJOS DE SUPERVIVENCIA PARA LA MADRE SOLTERA
Fuente:
Rebecca Jay
Sitiodeesperanza.com
Después
de 25 años de matrimonio, mi estatus cambió de repente a madre soltera.
Los
numerosos problemas de la vida me daban vueltas en la cabeza. Pero la tarea más
grande que tenía ante mí era la educación de mi hijo adolescente Jeff. ¿Cómo
podría lograrlo sola?
Pasé
las páginas de mi Biblia utilizando el procedimiento acostumbrado, pero no
encontré el consejo para el asunto que me preocupaba. Los preceptos de la Palabra
de Dios me daban una base sobre la cual apoyarme y encontrar seguridad, pero
aún necesitaba una orientación práctica. “Señor, ayúdame”, oraba siempre. “No
sé cómo hacerlo”.
Poco
a poco, el pánico se hizo menor, hasta que aprendí algunas prácticas clave para
tener éxito como madre soltera, y en mi crecimiento espiritual.
1.
FIJE SUS PRIORIDADES Y AFÉRRESE A ELLAS. Esto significó renunciar a mi sueño de
convertirme en escritora a tiempo completo, teniendo que tener tres trabajos
para sobrevivir. Pero tomé empleos que fueron suficientemente flexibles para
atender las necesidades de Jeff. Aunque la supervivencia era necesaria, mi
condición de madre seguía siendo lo principal.
2.
ESTÉ ABIERTA AL CAMBIO. Tuve que hacer algunos cambios grandes que al final le
darían a Jeff más seguridad, vendí la casa y me deshice de todo, menos de lo
indispensable. En medio de esos reajustes, veíamos la manera como Dios cuidaba
de nosotros. Nos dio una hermosa casa que nos rentó una mujer de quien una vez
fui orientadora. No fue necesario entregarle un depósito y nos trajo una enorme
caja de comestibles cuando ocupamos la casa.
3.
DETERMINAR LÍMITES FIRMES. Como Jeff puso a prueba los nuevos ajustes, me
pareció que necesitaba responder con límites más estrictos. Cuando intentó
violar la hora de regreso a casa, lo castigué negándole la salida y le compré
un buscapersonas (hoy eso habría sido un teléfono celular), para recordarle la
próxima vez que le quedaba poco tiempo para regresar.
4.
RECHACE LA VENGANZA. Yo no quería que Jeff creciera con una madre amargada, y
por eso me negué a hablar negativamente de su padre. A pesar de que nuestra
familia había sido destrozada, yo anhelaba que mi hijo tuviera algún día un
matrimonio venturoso. Sabía que una sana relación mía con su padre contribuiría
a ello. Jeff necesitaba lograr su propia sanidad sin la carga de sus padres.
Los límites en cuanto a su libertad eran firmes, pero Jeff pasaba las
vacaciones con su padre y visitando familiares. Yo oraba con frecuencia en esas
noches cuando el natural deseo de venganza me bombardeaba el alma. Y a medida
que aprendía a aferrarme al Señor, sentía que Su mano me sostenía (Salmos
63:8).
5.
PRESERVE LAS TRADICIONES FAMILIARES. Aunque la vida era totalmente diferente,
algunas cosas tenían que seguir siendo las mismas. Nos habíamos mudado, pero
Jeff mantenía su nueva habitación prácticamente igual a la que había tenido
antes. Seguí cocinando sus comidas favoritas, y una vez por semana él continuó
haciéndose cargo de la cena y de la limpieza.
6.
TRAIGA SU DOLOR A DIOS. La fragmentación de una familia deja una huella
dolorosa que no la mitiga nada, excepto el tiempo. Sin embargo, la madre que se
queda con el hijo no puede ponerse en una posición fetal y negarse a vivir.
Para sentirse seguro, mi hijo necesitaba tener una mamá fuerte. Aunque le
respondía con sinceridad cuando me hacía preguntas, el Señor me evitaba los
momentos embarazosos. Mi dolor era profundo e increíblemente difícil de
procesar, pero no quería ahogar a mi sensible hijo. Por tanto, los gritos en mi
almohada los reservaba para las horas en que Jeff dormía.
7.
CUÍDESE A SÍ MISMA. El permanecer en buena condición física elevó mi
autoestima, y le enseñó a mi hijo el fundamento de una vida sana. Excepto por
un ocasional resfriado, nos manteníamos en buena forma física, al mismo tiempo
que Dios sanaba poco a poco nuestras almas.
La
crianza de un hijo sin la compañía de un cónyuge exige siempre oración y
discernimiento, pero sobre todo implica amor al hijo y un gran coraje, dos
cosas que el Señor me dio.
Jeff
tiene ahora 22 años, y es un joven maravilloso. Compartimos recuerdos de los
años en que ahorrábamos hasta el último centavo, en que veíamos un DVD que nos
prestaba la biblioteca y en que superábamos nuestro dolor. No era la vida que
habíamos planeado, pero sí una vida que hoy atesoramos.
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo
Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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