CUANDO
LO QUE DIOS TE PIDE NO TIENE SENTIDO...
Pero ustedes no creen porque no son de Mis
ovejas. Mis ovejas oyen Mi voz; Yo las conozco y Me siguen. Juan
10:26
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La serpiente era más astuta que cualquiera de los
animales del campo que el SEÑOR Dios había hecho. Y dijo a la mujer:
"¿Conque Dios les ha dicho: 'No comerán de ningún árbol del huerto'?"
Génesis
3:1
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Un día sentí el suave tocar del
Espíritu de Dios que me impresionó en mi corazón, "no te pongas pantalones".
Respondí: ¡Queeeeee! ¿Estás seguro?
Continué mi conversación con el Espíritu Santo esa mañana: "Pero, Joyce Meyer se pone pantalones y tú la usas Jehová. ¿Es que acaso tú todavía tienes que bregar con ella? ¿Y qué tal de la esposa del pastor y la predicadora que tu tanto usas al frente?"
Continué mi conversación con el Espíritu Santo esa mañana: "Pero, Joyce Meyer se pone pantalones y tú la usas Jehová. ¿Es que acaso tú todavía tienes que bregar con ella? ¿Y qué tal de la esposa del pastor y la predicadora que tu tanto usas al frente?"
Fue una primavera larga, no había
explicación alguna que le pudiese dar a mi esposo, a mis hermanas, ni aún a mis
hermanas de la iglesia. Solo que "Dios me quito los pantalones".
Tampoco podía explicarle a muchos. Habían ocasiones en que solo decía con una
sonrisa: "Me he determinado a ponerme faldas", esto era más aceptado
y entendido que la anterior. No mentía, era cierto.
A medida que caminaba en fe, notaba
como mis faldas y mis nylons y mis zapatitos hacían de mí una mujer delicada y
tierna. Hacía que la gente se detuviera a cederme el paso, a sacarme la silla,
a tratarme delicadamente. Mi interior comenzó a cambiar con mi exterior. Me
agradaba el trato de mujer, ese trato especial que una mujer radia, delicado,
único para ella. Donde ella no es una "puede-lo-todo", sino una mujer
dispuesta a ser delicada y lista para anticipar y aceptar la oferta dulce y
amable de los hombres sanos que también dentro de su corazón anhelan ser
hospitalarios, necesitados por una mujer sana también.
Conocí a hombres que nunca supe que
estaban ahí, y conocí a una mujer que nunca supe que estaba ahí, yo. Una mujer
en cuyo corazón yace innatamente la delicadeza y el deseo de ser delicada y
mimada. Me di cuenta que lo que de Dios era innato en mi había sido ahogado por
la gran liberación femenina que continúa creciendo hoy día y cuyo propósito es
establecer cero diferencias entre el hombre y la mujer. Como que ese deseo
escondido, impregnado en mí por la sociedad de ser "suprema", igual o
mejor que, con los mismos derechos de un hombre comenzó a significar un cero en
mi vida.
Todo lo que comenzó a pasar a mí
alrededor comenzó a complementar mi ser femenino. ¡Maravilloso! Al pedir ayuda
veía que le daba a mis hijos varones y aun a mi esposo un sentir de valor de
ser necesitado. Y de ahí nacía también nueva apreciación en mi corazón hacia el
ser masculino en mi hogar y fuera de mi hogar. Comencé a mirar a los hombres
como seres fuertes, capaces del rescate y comenzó a morir ese “puede-lo-todo”
en mí. Con este entierro también se enterraron unos resentimientos fantasmas
que existían en mí, mas no los veía. Vivía la vida bien, feliz, mas mi Dios
Todopoderoso que conoce el corazón de cada mujer y de la mujer a quien El
formó, como EL la formó y en el orden que El la formó, sabía que a mí me
faltaba algo.
Lo innato en mí no es el deseo de ser
una mujer que levanta su pie hasta donde le alcanza porque tiene
"pantalones". Mi interior llamaba a gritos esa actitud innata de ser
mujer "sin pantalones" y mi actitud se rebelaba contra el hombre
porque me trataba como mujer "con pantalones". Quería el trato
delicado, no sabía que pasaba en mi interior, y es que la mujer delicada y
tierna había sido ahogada y no se veía.
Esta historia no tardó en recordarme a
Eva en el huerto y la oferta de "más". La historia se había repetido
una vez más y yo era la protagonista principal. Ahora me pongo pantalones, más
en mi interior hay un traje.
Cuando
lo que Dios te pide no tiene sentido, hazlo confiadamente.
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo Dios Oye.
Centro
Cristiano “Cristo es la Puerta”
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