SU
PODER
Fuente: Faustino de Jesús Zamora V.
Congregación León de Judá
Sin embargo, para los llamados,
tanto Judíos como Griegos, Cristo es poder de Dios y sabiduría de Dios. 1
Corintios 1:24
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Él se afirmará y pastoreará Su
rebaño con el poder del SEÑOR, con la majestad del nombre del SEÑOR Su Dios.
Y permanecerán, porque en aquel tiempo El será engrandecido hasta los
confines de la tierra. Miqueas 5:4
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Todavía la
manifestación del poder de Dios, que es Cristo, continúa siendo tropezadero
para unos y locura para otros. Es locura para los ateos, para los cristianos es
vida; es la obra del Espíritu en nuestro corazón. Es Cristo sumergido en la
pobreza de los más humildes, repartiendo consolación y repletando ríos de
esperanza donde ya no había paz ni alivio al dolor en la tragedia humana de
todos los días. La palabra profética de Miqueas anunciaba al Cristo que
vendría, al pastor de pastores, cuyo poder nos daría la seguridad de una vida
plena.
De este poder que nos
ha sido dado por Dios en Jesucristo, necesitamos hablar. Sabemos que Dios es
todopoderoso, que su poder no tiene límites y que debemos descansar y confiar
en ese poder. ¿Pero qué hizo Dios para que hoy sus hijos nos ciñamos de su
poder en un planeta que le confiere autoridad a la ciencia y a la sabiduría del
hombre, al “San Google” que todo lo sabe y lo puede?
El hombre humanista
no se da cuenta que mientras más incrédulo se vuelve el hombre, más visible se
hace la gloria y el poder de Dios. Si quiere comprobarlo, eche una mirada al
crecimiento que ha experimentado la iglesia de Cristo en los países donde por
mucho tiempo el evangelio fue tropezadero para los fines ideológicos. ¡Verás el
poder de Dios y el empoderamiento de los cristianos creciendo de gloria en
gloria y fortalecidos por el Espíritu de poder! Pablo le recordaba a su amado
discípulo: “Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de
amor y de dominio propio” (2 Ti 1.7).
Y la Palabra nos
sigue dando fe de ese poder en Cristo que hemos recibido: “Toda la plenitud de
la divinidad habita en forma corporal en Cristo; y en él, que es la cabeza de
todo poder y autoridad, ustedes han recibido esa plenitud. (Col 2. 9-10).
¡Aleluya! Imaginémonos cómo deben haberse sentido nuestros hermanos de Colosas
con esas palabras. ¡Así de bendecidos debemos sentirnos nosotros!
Hemos sido revestidos del poder de lo alto (Lc
24.49) mediante el Espíritu. La plenitud que recibimos a través de Cristo es
una realidad que debemos concientizar en nuestro andar diario. Dios es
omnipotente, nosotros vasijas frágiles que por su gracia vivimos la plenitud
del Señor. La plenitud es un concepto totalizador. No necesitamos más. Cristo
es suficiente. El poder de Dios habita en nosotros para honrar su majestad con
nuestras vidas y darle así toda la gloria. El poder de Dios es Cristo en
nuestras vidas, es el evangelio de su gracia.
Fuente: Faustino de Jesús Zamora V.
Congregación León de Judá
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