EL
CORAZÓN AUDAZ DE UNA MUJER NECESITADA
Porque decía: "Si tan sólo toco Sus ropas,
sanaré." Marcos 5:28
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Los sacrificios de Dios son el espíritu contrito;
Al corazón contrito y humillado, oh Dios, no despreciarás. Salmos
51:17
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Cuando la mujer con el flujo de sangre
oyó hablar de Jesús dijo: "Esta es mi oportunidad". Después de años
de sufrimiento y soledad estaba dispuesta a tomarse cualquier riesgo con tal de
encontrar una solución a su desesperante necesidad. Y entonces se metió entre
la multitud. Había oído que el Señor estaba pasando por su ciudad, maquinó para
ver cómo podía tocarlo, y se internó en la multitud. Me imagino que se abrió
paso agresivamente. Se metió entre los hombres y las mujeres. Llegó hasta donde
él estaba. Miradas hostiles quizá para ella por donde quiera que pasaba. Pero
ella decía: “Si tan sólo tocare el borde de su manto, seré sana”.
Y esto es interesante: Se me ha
ocurrido pensar que quizás si esta mujer hubiera estudiado teología o hubiera
ido a algún seminario no se hubiera atrevido a hacer lo que hizo. Quizás
hubiera estado demasiado consciente de lo raro de su esfuerzo de buscar sanidad
sin pedirla directamente a aquel que se la podía dar, o de la apariencia
supersticiosa de su acción.
A veces la ignorancia es buena y
necesaria. A veces se necesita esa gente atrevida y arrebatada que se lance sin
mucha reflexión previa, y haga lo que tiene que hacer. El Señor honra a la
persona atrevida. Quizá no tenga toda su teología perfectamente alineada, pero
hay en ellos un corazón apasionado, y Dios tiene misericordia de ellos. Porque
esta mujer no le pidió permiso a Jesús para obtener su sanidad de parte de él.
Tomó una determinación: “Le voy a extraer como pueda la energía sanadora a este
ser misterioso y voy a obtener mi sanidad”.
Ella en realidad estaba pensando en
términos de magia quizás. Quizás pensó: este hombre tiene poder; si yo le toco
la ropa el poder va a salir de Él. Ella no estaba pensando: le voy a pedir
permiso, le voy a presentar mi caso, le voy a pedir que me sane como hicieron
todos los demás. Ella se acercó por detrás sin decirle nada al Señor y dijo:
este hombre tiene tanta fuerza que si yo meto la mano dentro de Él y lo toco Él
va a comunicarme poder y va a suceder lo que yo necesito que suceda. ¡Qué
maravilloso es el Señor!
El
Señor es como un depósito de fuerza y de poder. Por donde Él camina, todo el
poder del Reino de Dios va con Él. Y va la sanidad, va el consuelo, va la
respuesta a las necesidades de la humanidad. Esta mujer tocó a Jesús y recibió
la respuesta a su necesidad. Dios sanó su vida. El Señor Jesucristo la tocó y
lo que los médicos no pudieron hacer el Señor lo logró.
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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