NO ES LO MISMO VER EL REINO,
QUE ENTRAR AL REINO DE LOS CIELOS.
El Señor Jesucristo le dijo a
Nicodemo que tenía que nacer de nuevo para ver el reino de Dios
(Jn.3:3). Cuando leemos esto damos por sentado que el que nace de nuevo está
dentro del reino de Dios; sin embargo, una cosa es ver el reino de
Dios y otra muy diferente es entrar al reino de Dios. Permítame explicar
esto:
En el evangelio de Juan 3:3
leímos que naciendo de nuevo podemos ver el reino de Dios, pero en el versículo
5 Jesús deja muy claro que es necesario
nacer del agua y del espíritu para entrar al reino de Dios. Para ver el reino
basta con la conversión, pero para entrar al reino hace falta además de la
conversión, la muerte del yo. Las aguas no representan aquí las fuentes del vientre materno como muchos
piensan, sino el proceso de muerte y
resurrección espiritual del creyente (simbolizado también por las aguas del
bautismo Ro.6:4; Col.2:12; 1P.3:18-21).
Un símbolo de esto es Moisés,
quien pudo ver la tierra prometida desde el monte Nebo, pero no pudo entrar a
ella vivo en carne a causa de golpear por segunda vez la Roca
(Dt.34:4). Con todo, después de muerto lo
encontramos dentro de la tierra prometida con Cristo en el monte de la
transfiguración (Mt. 17:1-3). ¡Gloria
a Dios! Es necesario nacer de nuevo y luego morir a la carne para entrar a la
tierra prometida.
Cuando nos convertimos a Cristo
tuvimos el dolor del arrepentimiento y
pudimos ver el reino de Dios. A partir
de allí comenzamos a entender (ver) lo relacionado con el reino. Cristo mismo
nos justificó con dolor, somos el fruto de la aflicción de su alma
(Is.53:11).
Pero
necesitamos volver a sufrir “dolores de
parto”. Requerimos como iglesia la re consagración con lloro, gemido y lamento
para participar del reino. Sólo a través de este dolor podemos estar dentro del
reino. Entonces podemos hablar de que Cristo ha sido formado en nosotros.
Muchos están cerca del reino
de los cielos, pero pocos están dentro del reino (Mr.
12:34).
Un día los discípulos le
preguntaron al Señor ¿Quién era el mayor en el reino de los cielos? El
Señor les respondió que necesitaban
hacerse como niños para poder entrar en
el reino de los cielos (Mt. 18:1-3). Ellos
se creían dentro y peleaban por saber quién era el mayor entre ellos. La
respuesta del Maestro es un balde de agua fría a la presunción religiosa de la
iglesia: ¡todavía les falta hacerse como niños, no para ser el más grande, sino
tan sólo para entrar al reino de los cielos!
Nunca olvidemos el principio de
la caída de los religiosos judíos: se
sentían tan confiados en que eran el pueblo de Dios y que de ellos era el reino
que se ensoberbecieron dejando de producir los frutos del reino. El reino es
dado únicamente a los que producen los frutos del reino (Mt. 21:43). Quien mira atrás no es apto para el reino de Dios (Lc.
9:62).
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Saludo de Tú Amigo Dios Oye.
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es la Puerta”
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