viernes, 20 de junio de 2014

ORANDO EN TODO TIEMPO-4

ORANDO EN TODO TIEMPO-4
Extracto del libro “El Ministerio de Oración de la Iglesia”
Por Watchman Nee
Publicado por: Edgardo Tosoni
Devocionaldiario.org
Durante la oración, además, tenemos que guardarnos contra todo lo que no sea verdadera oración. Debemos saber que Satanás no sólo nos impedirá que tengamos tiempo y poder para la oración. Él también hará que malgastemos el tiempo destinado a la oración pronunciando muchas palabras dispersas, sin relación, sin importancia y vacías, así como también numerosas peticiones vanas. Nuestro tiempo de oración se llena tan completamente con estas cosas, que nuestra oración equivale a cero. Muchas oraciones carnales, trilladas, largas, rutinarias, pusilánimes e ignorantes, simplemente constituyen una pérdida de tiempo. Estas pueden sonar como nuestras propias oraciones habituales; sin embargo, la sugestión, la instigación y el engaño de Satanás no están totalmente ausentes. Si no estamos velando, nuestra oración llegará a estar desprovista de todo significado y consecuencia.
Un hermano relató la siguiente historia: “Leí lo que le ocurrió a Evan Roberts. Una vez, estuvieron varios en su casa orando por cierto motivo. En medio de la oración de un hermano, Evan Roberts se levantó y le puso la mano sobre la boca al que estaba orando, y le dijo: ‘Hermano, usted no necesita continuar orando, pues no está orando en absoluto’. Mientras yo leía este incidente, pensé: ¿Cómo pudo Evan Roberts hacer esto? Sin embargo, lo hizo en realidad. Y ahora sé que lo que hizo estuvo bien”. Muchas palabras en nuestra oración se dicen en la carne y por instigación de Satanás; hacen que la oración sea muy larga, pero irreal e inútil.
¿No es verdad esto? A menudo cuando oramos parece que damos una vuelta alrededor del mundo. Se gasta el tiempo y se agota la fuerza; sin embargo, ni una palabra de oración da en el blanco. ¿Cómo podemos esperar que tal oración sea oída por Dios? No tiene valor espiritual en absoluto. En consecuencia, tenemos que velar y orar. No alarguemos el tiempo, no demos demasiadas razones; simplemente derramemos nuestro sincero deseo delante de Dios y nunca usemos muchas palabras vanas.
Tengamos el cuidado de no hablar descuidadamente. Un hermano que sabía orar escribió un poema en el cual incluyó un concepto sobre la oración: “Si usted acude a Dios para orar, prepare primero lo que quiere pedir”. Si usted no sabe ni siquiera qué es lo que quiere cuando se arrodilla para orar, ¿cómo puede esperar que Dios le oiga la oración? Si su oración no tiene sentido, o es pusilánime, equivale a no hacer oración. Eso quiere decir que usted cae en la trampa de Satanás, quien le hace pensar que ha orado, cuando realmente no ha orado en absoluto. Tenemos que velar para que cada vez que nos acerquemos a Dios sepamos de antemano cuál es el deseo de nuestro corazón.
No ore usted si no tiene ningún deseo en su corazón. Todas las oraciones deben estar dominadas por el deseo. Veamos cómo nuestro Señor pone atención a esto. Bartimeo, un mendigo ciego, clamó al Señor: “Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí”. El Señor Jesús le respondió: “¿Qué quieres que te haga?” El Señor le hará a usted la misma pregunta precisamente: “¿Qué quieres que te haga?” ¿Puede usted contestar esa pregunta? Algunos creyentes, después de haber orado durante diez o veinte minutos, no pueden decirnos qué le han pedido a Dios. Aunque dicen muchas palabras en la oración, sin embargo, ni siquiera saben qué es lo que le piden. Tal expresión no tiene ningún ánimo ni meta, y no puede considerarse como oración. Tenemos que velar y estar alerta contra cualquier clase de oración de esa naturaleza.
Durante la oración, las palabras que pueden expresar el deseo son tan importantes como el mismo deseo. Frecuentemente hay un deseo definido en nuestro corazón, pero después de decir muchas palabras, parece que estamos más lejos del tema. En este sentido también hay que velar. Porque la asechanza de Satanás consiste en retenerlo a uno para que no ore, o empujarlo fuera de la oración para que quede completamente perdido. Verdaderamente debemos ceñirnos: no permitir que las palabras de la oración se aparten del tema, debemos hacer que vuelvan al centro en caso de que divaguen. Siempre tenemos que estar alertas para marchar hacia la meta, para no permitir que entren palabras no deseadas, y para guardarnos de hacer oraciones que no son oraciones en absoluto.
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo Dios Oye.

Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”

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