ORANDO EN TODO TIEMPO-4
Extracto del libro
“El Ministerio de Oración de la Iglesia”
Por Watchman Nee
Publicado por:
Edgardo Tosoni
Devocionaldiario.org
Durante la oración, además, tenemos que guardarnos
contra todo lo que no sea verdadera oración. Debemos saber que Satanás no sólo
nos impedirá que tengamos tiempo y poder para la oración. Él también hará que
malgastemos el tiempo destinado a la oración pronunciando muchas palabras dispersas,
sin relación, sin importancia y vacías, así como también numerosas peticiones
vanas. Nuestro tiempo de oración se llena tan completamente con estas cosas,
que nuestra oración equivale a cero. Muchas oraciones carnales, trilladas, largas,
rutinarias, pusilánimes e ignorantes, simplemente constituyen una pérdida de
tiempo. Estas pueden sonar como nuestras propias oraciones habituales; sin
embargo, la sugestión, la instigación y el engaño de Satanás no están
totalmente ausentes. Si no estamos velando, nuestra oración llegará a estar
desprovista de todo significado y consecuencia.
Un hermano relató la siguiente historia: “Leí lo que le
ocurrió a Evan Roberts. Una vez, estuvieron varios en su casa orando por cierto
motivo. En medio de la oración de un hermano, Evan Roberts se levantó y le puso
la mano sobre la boca al que estaba orando, y le dijo: ‘Hermano, usted no
necesita continuar orando, pues no está orando en absoluto’. Mientras yo leía
este incidente, pensé: ¿Cómo pudo Evan Roberts hacer esto? Sin embargo, lo hizo
en realidad. Y ahora sé que lo que hizo estuvo bien”. Muchas palabras en
nuestra oración se dicen en la carne y por instigación de Satanás; hacen que la
oración sea muy larga, pero irreal e inútil.
¿No es verdad esto? A menudo cuando oramos parece que
damos una vuelta alrededor del mundo. Se gasta el tiempo y se agota la fuerza;
sin embargo, ni una palabra de oración da en el blanco. ¿Cómo podemos esperar
que tal oración sea oída por Dios? No tiene valor espiritual en absoluto. En
consecuencia, tenemos que velar y orar. No alarguemos el tiempo, no demos
demasiadas razones; simplemente derramemos nuestro sincero deseo delante de
Dios y nunca usemos muchas palabras vanas.
Tengamos el cuidado de no hablar descuidadamente. Un
hermano que sabía orar escribió un poema en el cual incluyó un concepto sobre
la oración: “Si usted acude a Dios para orar, prepare primero lo que quiere
pedir”. Si usted no sabe ni siquiera qué es lo que quiere cuando se arrodilla
para orar, ¿cómo puede esperar que Dios le oiga la oración? Si su oración no
tiene sentido, o es pusilánime, equivale a no hacer oración. Eso quiere decir
que usted cae en la trampa de Satanás, quien le hace pensar que ha orado, cuando
realmente no ha orado en absoluto. Tenemos que velar para que cada vez que nos
acerquemos a Dios sepamos de antemano cuál es el deseo de nuestro corazón.
No ore usted si no tiene ningún deseo en su corazón.
Todas las oraciones deben estar dominadas por el deseo. Veamos cómo nuestro Señor
pone atención a esto. Bartimeo, un mendigo ciego, clamó al Señor: “Jesús, Hijo
de David, ten misericordia de mí”. El Señor Jesús le respondió: “¿Qué quieres
que te haga?” El Señor le hará a usted la misma pregunta precisamente: “¿Qué
quieres que te haga?” ¿Puede usted contestar esa pregunta? Algunos creyentes,
después de haber orado durante diez o veinte minutos, no pueden decirnos qué le
han pedido a Dios. Aunque dicen muchas palabras en la oración, sin embargo, ni
siquiera saben qué es lo que le piden. Tal expresión no tiene ningún ánimo ni
meta, y no puede considerarse como oración. Tenemos que velar y estar alerta
contra cualquier clase de oración de esa naturaleza.
Durante la oración, las palabras que pueden expresar el
deseo son tan importantes como el mismo deseo. Frecuentemente hay un deseo
definido en nuestro corazón, pero después de decir muchas palabras, parece que
estamos más lejos del tema. En este sentido también hay que velar. Porque la
asechanza de Satanás consiste en retenerlo a uno para que no ore, o empujarlo
fuera de la oración para que quede completamente perdido. Verdaderamente
debemos ceñirnos: no permitir que las palabras de la oración se aparten del
tema, debemos hacer que vuelvan al centro en caso de que divaguen. Siempre
tenemos que estar alertas para marchar hacia la meta, para no permitir que
entren palabras no deseadas, y para guardarnos de hacer oraciones que no son
oraciones en absoluto.
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Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo
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