VELEMOS Y OREMOS-2
Extracto del libro
“El Ministerio de Oración de la Iglesia”
Por Watchman Nee
Publicado por:
Edgardo Tosoni
Devocionaldiario.org
Tenemos que
velar en nuestra oración para que no se vuelva vaga. Es evidente que hay muchos
asuntos que deben ser arreglados, muchas personas que necesitan intercesión, el
mensaje central de Dios tiene que ser revelado, y no son pocos los problemas
que esperan solución; sin embargo, en el momento de orar parece que no hubiera
ningún tema definido por el cual orar, y una falta total de palabras para
expresar nuestra oración es lo que domina. Luchamos por decir dos o tres
frases, y luego dejamos de orar por completo. Ahí está envuelto claramente el
ataque satánico.
Sin duda, en algunas ocasiones nuestra oración suena
rutinaria por el hecho de que estamos flojos, desocupados, carentes de amor,
sin comprender cabalmente ni ser cuidadosos; pero en otras ocasiones nos
reunimos realmente para orar y hallamos que nuestras oraciones son débiles y
pocas. Esto prueba que algo está interfiriendo, y que ese algo no es otra cosa
que el plan de Satanás para obstruir nuestra oración. Si hubiéramos velado, habríamos
descubierto que gran parte de lo que olvidamos, de lo que no recordamos, de nuestra
tendencia a demorarnos, no se nos puede atribuir a nosotros sino que es efecto
del engaño y del hurto satánico. Tenemos que oponernos a las asechanzas de
Satanás. Ya sea que oremos por personas o cosas, ya para saber la verdad o para
resolver problemas, debemos orar concienzudamente. Tengamos en mente que una
oración apresurada, una demasiada economía de tiempo en la oración, generalmente
es una oración negligente, que ofrece un pretexto fácil al enemigo. No seamos
perezosos en vez de ello; por una parte, pidamos al Señor que nos capacite para
recordar todos los motivos de oración y que nos dé las palabras para
expresarlos; pero por otra parte, hagamos frente a la pereza y al postergar.
Nuestro Señor se levantó “muy de mañana siendo aún muy
oscuro (…) y allí oraba”. Cuando Simón y sus compañeros le dijeron: “Todos te
buscan”, Él respondió: “Vamos a los lugares vecinos, para que predique también
allí; porque para esto he venido” (Marcos 1:36, 38). ¡Cuán completo y concreto
es esto! Nuestro Señor fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios. Y
cuando era de día, llamó a sus “discípulos, y escogió a doce de ellos, a los
cuales también llamó apóstoles” (Lucas 6: 12-13). Una vez más ¡cuán concreto y
completo! El apóstol Pablo recordó a los santos de Éfeso que oraran en todo
tiempo en el Espíritu, velando con toda perseverancia “y súplica por todos los
santos; y por mí, a fin de que al abrir mí boca me sea dada palabra para dar a
conocer con denuedo el misterio del evangelio (…) que con denuedo hable de él,
como debo hablar” (Efesios 6: 18, 20). Tal súplica es sumamente concreta, clara
y necesaria.
Si tenemos conciencia de que somos un cuerpo, y estamos
realmente preocupados por las almas, por los santos y por el servicio de los
siervos de Dios, tendremos muchas personas y cosas por las cuales orar.
Y en cuanto a cada verdad y a todas ellas, también hay
necesidad de mucha oración. Al escribir a los santos de Éfeso, Pablo dijo: “Por
esta causa doblo mis rodillas ante el Padre (…) para que os dé…” (Efesios
3:14-19). De esto aprendemos que la revelación de la gloriosa verdad que Pablo
recibió, le vino por medio de la oración, y la oración es la revelación. El
valor real de la luz de la verdad viene por la oración. Debemos orar para que
venga la verdad a nuestra vida, y luego orar para que brote de ella. Debemos
orar mucho con respecto a las verdades que hemos oído y dicho, para que no sólo
las recuerde nuestra mente y estén escritas en nuestras libretas de apuntes,
sino que igualmente se manifiesten en nosotros.
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo
Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo
es la Puerta”
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