EN MEDIO DEL DESIERTO
Ana María
Frege Issa
Este
artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.
Todos hemos
tenido desiertos en nuestras vidas. Etapas en las que sólo vemos arena y
sentimos el sol abrazador. No hay una laguna, una vertiente, nubes ni
brisa, nada que pueda darnos una esperanza de que saldremos vivos.
En 2 Reyes 3
encontramos la historia de la guerra entre Israel y Moab. Joram, rey de Israel
había decidido declararle la guerra a Mesa, rey de Moab porque este último se
había revelado y decidió no pagar el tributo que daba a su reino antes de la
muerte del rey Acab.
Entonces
Jeroboam convocó a Josafat, rey de Judá y al rey de Edom para atacar Moab. Los
tres ejércitos dieron una vuelta al desierto durante siete días pero no
encontraban agua para los hombres ni animales. Cuando el rey de Israel
empezó a protestar contra Dios, Josafat le preguntó si no había entre ellos un
profeta del Señor que pudiera darles una guía. Entonces recurrieron a Eliseo.
Por la
respuesta del profeta, podemos notar que no estaba muy contento con ver a Joram
(quien no era temeroso de Dios) pero por respeto a Josafat decide darles una
respuesta.
Lo primero
que hace es pedir que traigan a alguien que toque el arpa y cuando la
música sonaba, el poder de Dios vino sobre Eliseo, quien les dijo: “—Esto dice
el Señor: “¡Este valle seco se llenará de lagunas! Ustedes no
verán viento ni lluvia, dice el Señor, pero este valle se llenará de agua.
Habrá suficiente para ustedes, para su ganado y para los demás
animales; pero eso es algo muy sencillo para el Señor, ¡porque él les
dará la victoria sobre el ejército de Moab! Ustedes conquistarán las
mejores ciudades de Moab, incluso las que están fortificadas. Cortarán todos
los árboles buenos, taparán todos los manantiales y con piedras arruinarán toda
la tierra productiva”.
En esta
parte de la historia encontramos enseñanzas increíblemente valiosas. Primero, cuando
los reyes vieron que estaban dando vueltas en el desierto, sin lograr nada,
acudieron a la persona que podría darles un mensaje de parte de Dios, buscaron
una palabra del Señor. En segundo lugar, Eliseo pidió a alguien que tocara el
arpa porque es en la alabanza, en medio de las pruebas, que Dios se manifiesta.
Tercero, ellos debía creer, aunque no vieran viento de lluvia, el valle se
llenaría de agua. Y cuarto, Dios les daría más de lo que pidieron, les daría la
victoria sobre Moab y conquistarían las mejores ciudades, incluso las
fortificadas.
¿Qué sucede
cuando estamos en un desierto? ¿Culpamos a Dios por nuestra situación? ¿Nos
echamos a morir?
Si estás
atravesando un desierto, aunque sientas que ya no tienes fuerzas, busca a Dios,
sólo su dirección te sacará de ahí, alábalo aunque no tengas ganas porque en la
alabanza hay poder y cree con todo tu corazón. Aunque no veas nubes, ni sientas
una brisa en medio de tu desierto, el agua aparecerá y no sólo saldrás de
ese desierto, sino que Dios te dará mucho más.
Sigamos el
ejemplo de David, que aunque estaba desanimado alabó a Dios porque sabía que
era su Salvador:
“¿Por qué
estoy desanimado? ¿Por qué está tan triste mi corazón? ¡Pondré mi
esperanza en Dios! Nuevamente lo alabaré, ¡mi Salvador
y mi Dios!…” Salmos 42:5,6
Los
desiertos son tiempos de prueba, lugares transitorios en los que podemos estar
siete días como en esta historia o cuarenta años como el pueblo de Israel, pero
son, sin duda, los lugares en los que Dios forja nuestro carácter y fortalece
nuestra fe. Está en nosotros buscarlo y creer que Dios tiene mucho más de lo
que pensamos, imaginamos o pedimos para cada uno de nosotros, aunque no
podamos verlo.
¡Ánimo, que
tu desierto es sólo un lugar de paso, lo que Dios tiene para ti es más de
que podrías imaginar!
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo
Dios Oye.
Centro
Cristiano “Cristo es la Puerta”
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