RECIÉN CASADOS, RECIÉN PELEADOS
Fuente: Pastores
José Luis y Silvia Cinalli
Ayuda
Espiritual.com
Los conflictos son inevitables. Toda relación tiene
tiempos difíciles. Una de las lecciones más arduas es aprender a solucionar los
problemas y canalizar las diferencias de manera positiva.
He aquí algunos consejos que te ayudarán a resolver tus
desacuerdos de manera positiva:
- Enfrenta el conflicto lo más pronto posible. Por lo
general, el paso del tiempo por sí solo no mejora las cosas, sino que las
empeora.
- Baja el tono de tu voz. No es lo que decimos lo que
lastima, sino cómo lo decimos.
- No utilices frases tales como: “tú nunca…”, “tú
siempre…”, “será que alguna vez…”, “por qué no puedes ser igual a…”. Habla con
calma y adopta una actitud afectuosa. “Panal de miel son las palabras amables;
endulzan la vida y dan salud al cuerpo”, Proverbios 16:24.
- Confronta el problema y no a tu cónyuge. Tu pareja no
es tu enemigo; simplemente, es un ser humano con una opinión distinta a la tuya.
No descalifiques ni insultes. “La respuesta amable calma el enojo, pero la
agresiva echa leña al fuego. En la lengua hay poder de vida y muerte; quienes
la aman comerán de su fruto”, Proverbios 15:1, 18:21 (NVI).
- Trata un tema a la vez. No podrás arreglar todas las
cuestiones que te preocupan en una sola charla. Es mucho mejor progresar
seriamente en un área de tu relación, que simplemente intentar resolver todos
los problemas.
- Se flexible. Retroceder, alejarse del conflicto,
ceder para llevarse bien o “ceder un poco para tener un poco”, pueden ser
estilos efectivos en la resolución de los conflictos. Si ambos ganan, la
relación mejora.
- Aprende a escuchar. Toda persona quiere que se le
preste atención cuando habla. Tu cónyuge merece esa consideración. No
interrumpas mientras habla, valora sus apreciaciones y muéstrate receptivo en
tus sentimientos.
- Pregunta a la otra persona si ha entendido. La
mayoría de las peleas se originan o se acentúan porque no se ha entendido bien
lo que se ha querido comunicar.
- Elije el momento oportuno. Las peleas empeoran cuando
uno está cansado o de mal humor. Puedes llegar a decir cosas que más tarde
lamentes. “Qué admirable es saber decir la palabra adecuada en el momento oportuno”,
Proverbios 15:23.
- Nunca utilices la coerción. La intimidación, las
amenazas y el uso de la fuerza, pueden conseguir un acuerdo de momento; pero, a
la larga, no hacen más que debilitar la relación.
- Elije las batallas por las que vale la pena pelear.
No toda discusión es necesaria.
En ciertos momentos un olvido por la paz es mejor que
todos los besos juntos, y un silencio de respeto es mucho más sensato que un
grito autoritario.
Elegir las batallas que queremos pelear es la mejor
opción para sanar una relación con profundas heridas.
“El que habla sin pensar hiere como un cuchillo, pero
el que habla sabiamente sabe sanar la herida”, Proverbios 12:18.
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Dios Oye.
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